Situaciones comprometedoras

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La primera semana transcurrió de manera rápida. Últimamente los estudiantes le daban mucho que hacer. Los de primer año estaban más inquietos que nunca. Constantemente se agarraban de las mechas los Gryffindor contra los Slytherin, y ella había estado metiéndose en toda las peleas para lograr separarlos. A veces, ni siquiera servía la varita y tenía que meterse en el grupo —porque eran grupos, no dúos ni tríos, sino que casi siempre había ocho o diez en una riña—. Todo eso había impedido el avance de los puntos en las casas. Estaban estancados. Hermione, para variar, era la más afectada porque sus esfuerzos eran inútiles.

—¡No se golpeen, por favor! —gritaba antes de utilizar la poca fuerza bruta que tenía.

Salió victoriosa en tres de cuatro peleas, pudiendo separar a los participantes saliendo prácticamente ilesa. La última, y la más grave, le afectó a ella también. Ocurrió en el quinto piso, donde había pocas aulas, y las que estaban casi no se ocupaban.

Eran seis Slytherin contra cinco Gryffindor. Dos estaban agarrando a uno solo. Ese otro le tiraba el pelo a otro más. Todos eran hombres. Por suerte no había visto a niñitas en tal brutalidad, hasta ese momento, pero sería cosa de tiempo.

—¡Chicos! ¡CHICOS! ¡Paren!

No le hicieron caso. La ignoraron como si nada. Eso la puso furiosa.

—¡Impedimenta!

Dos se lograron separar, pero al instante volvieron a unirse como imanes.

—¿Por qué soy tan mala para los hechizos defensivos? —se auto compadeció.

Avanzó decidida y tomó a dos chicos por el cuello de la túnica y, con fuerza, los logró alejar el uno del otro. Grave error, por cierto, porque éstos después se lanzaron contra ella, incluso los de Gryffindor. Sólo querían pelear.

—¡No! —gritó, dando un paso con dificultad, pero le tiraban la túnica—. ¡Suéltenme, mocosos malagradecidos!

No sirvió de nada.

¡Oh! Un golpe en el estómago, ¡Ah!, un jalón de pelo... Otro golpe en un seno, ¡eso sí dolió!... Otro en la parte baja del abdomen, luego en el trasero. ¡Los golpes en los lugares que se tiene grasa duelen más!

Trató de arrancar, pero la tenían tan agarrada que le fue imposible dar otro paso. Se tiró al suelo y se abrazó las rodillas, tratando de esconder la cabeza. Los chicos la siguieron pateando y chillaban como cabras poseídas.

—¡IMPEDIMENTA! —vociferó alguien.

Merlina conoció la belleza de no ser golpeada. Levantó la cara, y vio a todos parándose y mirando con miedo a Snape, quien había sido el "héroe".

—Veinte puntos menos para Gryffindor —dijo—, y ustedes —se dirigió a los Slytherin— vayan a las siete a mi despacho, porque arreglaremos su castigo.

Merlina se puso en pie y lo miró con cara de boba. Los niños salieron corriendo. Iba a decir "Gracias" pero no pudo pronunciar la palabra porque Snape la interrumpió.

—Ahora te dedicas a jugar a las luchas con los más pequeños. Se supone que tu deber es aplacarlos, no alentarlos.

Ay, no... —pensó Merlina, cubriéndose la cara con las manos por un momento.

—No fue así... —contestó afligida, completamente consciente de que parecía estar haciendo un berrinche.

—Te vi en medio de la pelea, pero —hizo un gesto para que Merlina no hablara—, no te aflijas. Ya sé que te gustaría ser más joven y jugar con los pequeños. Esta vez no te diré nada, pero prometo hablar con Dumbledore para que te aconseje ir a San Mungo. Y ya que a mí no me hiciste caso...

En pie de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora