El nuevo trabajo

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Notas importantes antes de leer:

1- Esta historia está dedicada a las amantes de Severus y a las que logran echar a volar su imaginación de maneras asombrosas.

2- Si ya leíste esta historia alguna vez en otra plataforma, te invito a hacerlo de nuevo. Está editada y transformada a un fanfiction de calidad. (Última edición Noviembre 2022)

3- El video lo hice hace 14 años, así que por favor, comprensión por la pobre edición.

Bienvenido a todo aquél que se una a esta trilogía. Disfruten.

Leo todo los comentarios y los solía contestar todos, hasta que me borraron cada una de mis respuestas. Así que no tema a dejar sus palabras por aquí.

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Merlina Morgan, en muchos sentidos, era una bruja bastante peculiar, con más defectos que virtudes en el rango de cualquier persona normal. A primera vista, todos decían que era demasiado buena persona como para vivir sola, ser novia de un bueno para nada y mal genio, y no tener trabajo digno o, al menos, estable. Cuando le llegaban a conocer más profundamente, esos mismos individuos que la compadecían irremediablemente, acababan diciendo que era una chiquilla torpe y que, con razón, no tenía un novio decente, a unos padres o hermanos que la soportaran, o un empleo donde la aguantaran durante más de un mes.

Ella, por su parte, hacía lo posible por establecer buenas relaciones con la gente, y nadie podía decir que no era una muchacha agradable, pero era tan inútil en algunos aspectos, que comenzaba a estorbar al poco tiempo; además que su ingenuidad era tan ridícula, que parecía ser una farsa "¿Cómo alguien puede ser así?". Era ahí cuando Merlina erraba: se daba cuenta de que caía mal y trataba de repararlo cargoseándose en la gente, invitándolos a salir, incluso ofreciendo pagar ella (aunque no tuviera el dinero suficiente la mayoría de las veces). Los agasajados, por supuesto, se negaban rotundamente, como si tuviera algún tipo de peste contagiosa. Luego la joven se preguntaba que qué había hecho mal. Y, es que en realidad, nadie la comprendía en su totalidad, porque ninguno estaba al tanto de su historia. Salvo su novio, claro, aunque no en todos los detalles, porque a ella no le gustaba recordar demasiado, o esa era su excusa, ya que, en realidad, no recordaba nada. Lo tenía todo bloqueado. Su mente le impedía vagar en sus propias memorias pasadas y le daba terror intentar romper esa pared. Por algo no lo recordaba, ¿no? Era mejor no tentar la suerte.

Los episodios desagradables de la joven se remontaban a partir de su adolescencia. Desde su nacimiento vivió en Inglaterra con su toda su familia. Fue a Hogwarts y llegó a cuarto año como cualquier niña normal, teniendo un notable desempeño en uno que otro ramo, especialmente en el de Estudios Muggle. Aunque nunca llamaba demasiado la atención, solía ser regularmente inteligente y soñadora; si quería destacar, lo lograba, pero también conseguía pasar desapercibida si lo deseaba. Sin embargo, durante las vacaciones de ese año, en 1986, un evento cambió su vida por completo, volteándola de pies a cabeza: sus padres y hermano mayor murieron en un accidente de incendio en su casa de madera, en el campo, viéndose incapaces de apagarlo porque eran muggles: ella era la única bruja, pero todo había sucedido muy rápido como para hacer algo. Por esa razón, a sus quince años, fue trasladada donde su otra familia que vivía en Estados Unidos, quienes la intentaron criar como a una hija más. La intentaron ayudar durante un año con terapias muggles para que se recuperara de la impresión y para que le perdiera el miedo al fuego, pero ella se negó rotundamente al implicar ser un dineral para sus tíos. La recuperación emocional no fue difícil —precisamente porque su mente se había encargado de bloquear todo—, pero nunca pudo superar la nueva fobia. A la simple mención de "fuego" o "incendio" quedaba completamente paralizada, aunque nada comparado con las arañas, pero eso era otra historia. Luego fue inscrita en el Instituto de las Brujas de Salem, donde tuvo que rehacer sus estudios. Repitió dos veces quinto año, sexto lo hizo dos veces también, y séptimo lo pasó a duras penas. Terminó saliendo a los diecinueve años del Instituto, pronto de cumplir los veinte, siendo la más humillada de sus compañeros, ya que era la única que se había quedado pegada tanto tiempo. Ni si quiera se molestó en ir a su graduación, para ahorrarse la vergüenza.

En pie de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora