Capítulo 18.

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Lorena

Abro los ojos lentamente, encontrándome sola en la gran cama de hotel en la que he dormido con Dani. Le busco con la mirada, hasta que le veo sentado en una silla en el balcón tocando la guitarra. Dedico ponerme una camiseta suya y salgo a buscarle con una sonrisa.

-Buenos días -susurro abrazándole desde atrás y dándole un beso en la mejilla.

-Buenos días -sonríe dejando la guitarra encima de la mesa y agarrándome del brazo para sentarme sobre él-. ¿Cómo has dormido?

-Fatal, das muchísimo calor -río antes de robarle un beso cortito-. Anoche estuviste bien.

-¿Solo bien? -ríe con diversión.

-Estuviste muy bien -admito tocándole la nuca-. Confieso que esperaba que mi primera vez fuese un desastre, pero... superaste todas las expectativas.

Vuelve a sonreír y me besa con delicadeza, hasta que me separo de él rápidamente y alza las cejas interrogante.

-¿Qué estabas cantando?

-Me he despertado con algo en la cabeza -suspira escondiendo la cabeza en mi pecho.

-¿Me lo enseñas? -pido como una niña pequeña.

-Solo tengo un estribillo -sonríe me levanto de sus piernas y coge la guitarra-. Si es tu primera vez, te besaré lento, para que recuerdes que yo fui el primero. Si es tu primera vez, y tiemblan tus manos, procuraré darte calor, que sientas lo mismo que yo ooh -canta sin dejar de mirarme.

Cuando se calla, me acerco a besar sus labios lentamente, rodeándole el cuello con los brazos y jugando con el remolino de pelo que siempre se le forma en la nuca.

-¿Entonces estás bien? -se preocupa cogiéndome la mano con cariño.

-Mejor que bien -río dándole un pico-. Aunque tengo un poco de hambre.

-Vamos a desayunar -sentencia de buen humor.

En menos de diez minutos, nos vestimos y nos preparamos para bajar al comedor del hotel, donde nos esperan Lucas y Jesús. Mi madre y Juan Carlos tenían cosas que hacer antes de ir a las entrevistas de los chicos, así que se han ido hace una hora.

Cuando salimos de la habitación y entramos en el ascensor, Dani me pega contra el espejo y me besa con una necesidad impropia en él. Al llegar a la planta baja, nos separamos y me sonríe antes de hacerme un guiño y caminar junto a mí hacia el comedor.

-Buenos días -sonríe Lucas cuando me siento a su lado-. ¿Qué tal anoche? ¿Algo que contar?

-Aquí no -río de buen humor-. ¿Cómo te has enterado? Ni siquiera se lo he dicho a las chicas.

-Cariño, dormimos en la habitación de al lado, ¿te acuerdas? -suspira Jesús, que está sentado frente a Lucas-. Además, el indiscreto de mi hermano vino a pedirnos un condón.

-¿Que hizo qué? -me ofendo mirando a Dani.

-Oye, mira -habla frente a mí-. No tenía ninguno, y la seguridad es lo primero. ¿Qué más da? Se iban a enterar igual. Ahora desayuna.

-Pero bueno, contadnos. ¿Mereció la pena? -se interesa Jesús con diversión.

-Jesús -le amenaza Dani-. Vamos, desayuna -ordena poniéndome una tostada en el plato.

-Ay, Daniel, que no soy un bebé -me quejo al ver su actitud-. No necesito que me pongas la comida.

-Si no lo hago no comes -dice serio-. Y lo sabes perfectamente.

Sin decir nada y bajo la divertida mirada de los tres chicos que me acompañan, bufo y  comienzo a desayunar en silencio, ignorando al instante la conversación que inician acerca de la última moda en zapatillas deportivas.

-Ya está, no quiero más.

-Pero si solo te has comido una tostada -se extraña Lucas mirando mi plato-. ¿Cómo aguantas toda la mañana con solo una tostada?

-Lorena, que tienes que comer más. Tienes que recuperar todo lo que perdiste anoche -ríe Dani, ganándose una mala mirada-. Venga, bébete el zumo aunque sea.

-Chicos -nos llama mi madre entrando en el comedor-. Tenéis media hora para terminar de desayunar, asearos y poneros guapos. Empieza el día de prensa, fotos y conciertos.

Siempre Tú [RESUBIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora