16 - El Torneo (II)

3.8K 382 34
                                    

- Aegon... ¿qué vamos a hacer? - pregunté realmente aterrorizada. 

Aún había luz ahí abajo pero era cuestión de horas de que aquello se sumiese en oscuridad. De sólo pensarlo me eché a temblar y Aegon me levantó tomándome de las manos.

- Tranquila, antes o después alguien vendrá a por nosotros - me dijo intentando tranquilizarme pero aquello no me dejaba mucho mejor.

- ¿Acaso alguien sabe que estamos aquí? - intentaba no chillar pero cada vez me era más difícil.

- Estás histérica Daemyra, ¡cálmate! - entrelazó sus dedos con los míos y tiró de mí hasta llevarme a la cueva donde nos habíamos encontrado y casi le clavo la daga. 

Había una pequeña brecha en una de las paredes por lo que algo más de luz se filtraba y no estaba tan oscura como los pasillos. Que pésima idea había sido ir allí, maldita sea. 

- Aquí entra más luz, ¿te sientes mejor? - colocó sus manos en mi rostro acunándolo e hizo que lo mirase a los ojos.

Aquello se sentía tan íntimo que al principio me sentía algo incómoda pero luego me perdí en su mirada y en sus labios cuando irremediablemente no dejaba de mirarlos y de morirme de ganas por volver a probarlos. ¿Habría besado a muchas mujeres después de mí? ¿Se habría enamorado en este tiempo? ¿Habría pensando en la noche que tuvimos tanto como ella lo había hecho?

Asentí con la cabeza para que supiera que me había relajado y nos sentamos en el suelo. Él tenía apoyada la espalda en la pared y yo estaba frente a él, con mis piernas cruzadas debajo de la falda del vestido. Él no dejaba de mirarme, era consciente de ello; debía de saberse ya de memoria la forma del vestido de gasa rojo que llevaba, que mi escote era en V y pronunciado, o la forma de la falda que caía libremente por mis caderas. 

De vez en cuando lo pillaba mirando de reojo a mis labios e incluso una de las veces vi como tras mirarlos se remojaba los suyos con su lengua, como si casi pudiera saborearlos con solo mirarlos. 

- Cuéntame que has estado haciendo en Rocadragón todo este tiempo - me pidió.

Y yo intentaba concentrarme en contarle todo lo que había avanzado con las clases de valyrio, las escapadas con Jace para buscar huevos de dragón, las fiestas y mi aprendizaje en la lucha con Daemon... pero no podía dejar de embobarme en su sonrisa cuando le iba contando mis anécdotas, o me perdía en su mirada cuando no aguantaba mirarme a los ojos y lo hacía a los labios. Mientras le iba contando, él comenzó a jugar con mis dedos entrelazándolos con los suyos y por los Siete... cómo concentrarme si sólo podía pensar en el fuego que su tacto me provocaba. 

Cómo podía siquiera decir dos palabras con sentido mientras mi cuerpo se iba encendiendo como una llamarada de fuego valyrio. 

- ¿Y tú qué has hecho este tiempo? - le pregunté cuando acabé con mi monólogo.

- Echarte de menos - respondió.

Todo mi cuerpo se derritió por completo ante su afirmación. 

Joder, yo si que lo había echado de menos, pero no era capaz de decirlo en voz alta. ¿Por qué tenía que ser tan orgullosa? ¿Por qué no podía simplemente aceptar que... maldita sea que Aegon me gustaba? 

Y me gustaba muchísimo.

- No seas mentiroso... - dije algo avergonzada por la claridad y simpleza de sus palabras - seguro que lo habéis pasado en grande por aquí. Desembarco es mucho más divertido.

- Y no lo niego - sonreía de nuevo y yo sentía que me perdía - pero eso no excluye que no haya dejado de pensar en ti. ¿Podemos hablar ya de que has estado estas semanas evitándome? 

El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora