101 - Una nueva era (II)

1.1K 110 29
                                    

- ¿Papá?

El pequeño Aeron entró en el despacho haciendo ruido con sus pequeños pasos hasta llegar a mi lado. La vida en la Fortaleza estaba retomando su normalidad tras la guerra, nosotros mismos lo estábamos intentando, pero haciendo honor a la verdad, no era una tarea nada fácil.

- Dime, mi dragón.

Lo subí a mis rodillas esperando a que me contara lo que sea que le perturbara y por lo que había venido a buscarme, ya que la última vez que lo había visto, estaba jugando con su primo Erys en el jardín.
Tras el final de la guerra, todos nos habíamos quedado en la Fortaleza y aunque éramos demasiado orgullosos como para admitirnos en voz alta que lo hacíamos por el simple hecho de habernos extrañado demasiado, la excusa oficial era la inminente boda de mi hermano Daeron con Lucerys.

- ¿Cuándo podré reclamar un dragón, así cómo lo hizo papi Aemond?

Vale, para aquella pregunta no tenía respuesta alguna.

- Pues... cuando seas un poco más mayor, Aeron. Tu padre lo hizo con bastante más edad que tú.

- Todos tenéis. Incluso el huevo de Nyra eclosionó. O el de Aemerys - se cruzó de brazos en su pecho - no es justo.

- A veces ocurre, mi dragón.

- Si, pero me ha ocurrido a mí y no es para nada divertido.

Dioses, era una maldita calca a mi querido hermano. Este era alguno de los contras de compartir esposa, sin duda.

Me encontraba en un maldito callejón sin salida cuando vi pasar por el pasillo a Daemon en dirección a uno de los salones. Si alguien podía tener respuestas para todo, ese era él. Y sino tenía, al menos era poseedor de mucho más ingenio para inventar una sobre la marcha.

- Mira el abuelo, seguro que él nos puede ayudar.

En cuanto Daemon escuchó la palabra "maldita", se paró en seco y dio algunos pasos hacia atrás deshaciendo su caminata y parándose en el marco de la puerta, quedando frente a nosotros.

- ¿Cuántas veces tengo que repetirte que me digas tío? - me encantaba molestarlo a decir verdad. Era bastante divertido ver lo mucho que le molestaba el sentirse mayor - me haces sentirme viejo llamándome abuelo.

- Es que es lo que eres - entorné una sonrisa.

Puso sus ojos en blanco y entró en la estancia sonriendo a mi hijo y haciendo que este bajase de mi regazo para ir directo a él. Todo lo cariñoso que Daemon nunca fue con sus propios hijos, ahora lo era con sus nietos. Ver para creer.

- ¿Qué te ocurre mi dragonzuelo? - revolvió el pelo platinado de mi pequeño.

- Quiero un dragón, tío abuelo Daemon.

El niño se había levantado con esa cantinela y no había manera de hacerle cambiar de opinión.
Daemon me miró serio, sabiendo de inmediato por qué había recurrido a él y seguro que odiándome por ello.

- ¿Acaso has visto a uno de cerca? - quiso infundarle miedo - son terroríficos y es posible que les guste comer niños de tu edad.

Aeron que de tonto no tenía ni un sólo pelo rubio de su cabecita, puso sus ojos en blanco. Mi querido suegro me miraba queriendo matarme, no tenía dudas de aquello, y yo me limité a elevar mis hombros sin saber muy bien qué más hacer sin que esta situación no derivase en una llantina de Aeron.

Y yo no soportaba verlo llorar, era demasiado blando.

- O puedes montarte en el de Erys, seguro que está dispuesto a hacerlo - quiso negociar nuevamente Daemon.

El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora