103 - EPILOGO

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15 años más tarde...

- Feliz día del nombre, mi pequeña.

Aegon le acercó el regalo a Nyra seguido de Aemond quien le besó en la frente con cariño dejando también su regalo. Mi esposo Aegon le había regalado un vestido precioso para que luciera en su fiesta, que sería en Rocadragón por petición de ella misma, y mi esposo Aemond un collar con un pequeño zafiro azul, del mismo color que el que él portaba debajo de su parche e idéntico al que me regaló cuando me cortejó siendo unos críos.

La vida había seguido su curso en estos quince años.

Aeron era un joven muy apuesto, además de envidiado por muchos. Era alto, fuerte, atractivo y con el sentido del humor de su padre Aegon y el carisma y aire enigmático de su padre Aemond. Se le conocía como "el príncipe encantador", por la cantidad de damas que llegaban a él pidiendo un poco de su atención y que él con gusto regalaba, pareciéndose cada vez más a su abuelo Daemon en ese sentido.

Por otro lado, mi hija Rhaenyra, o Nyra como todo el mundo la conocía, era una princesa bellísima y que no necesitó mucho tiempo para ser conocida como la "nueva delicia del reino" como un día fuera llamada su abuela; ella también enamoraba a su paso a más de un caballero que ya nos había pedido su mano en matrimonio y que por supuesto, mis esposos se habían encargado de despachar.

- Gracias, padres - dijo ilusionada - me encantan. Pero...

- ¿Hay algo que no te agrade, mi niña? - A veces Aemond no entendía que Nyra ya era casi una mujer de dieciséis días del nombre recién cumplidos.

Daemon entró hasta el salón donde estábamos compartiendo los regalos dándole un gran abrazo a mi hija y un beso a mí. Si alguien consentía a Nyra, ese era su abuelo.

- Quisiera pediros pasar el verano en Rocadragón, con mis tíos y mis primos.

Llevaba prácticamente un año intentándolo pero sus padres siempre se negaban, básicamente, porque decían que Erys, el hijo de mi hermano y mi tía Helaena, estaba tras ella.
Y de ser cierto no podía ser más inconveniente de serlo.

Porque tras la guerra, y en compensación por su ayuda, firmamos con Cregan Stark el pacto de que si este engendraba varón en el futuro, estaría comprometido con nuestra hija. Y así fue cuando un par de años más tarde, Cregan se casaba con Cat de la casa Arryn, dando esta a luz a un bebé regordete y varón.

Por supuesto que Nyra no sabía de aquello, pero hoy en su fiesta lo sabría.

- Ya te dijimos la vez pasada que no - Aegon intentaba no sonar demasiado duro.

- Pero es que no lo entiendo. Estaré con mi prima Aemerys y estudiaré muchísimo, ¡lo juro!

- Nyra, no insistas - le pedí.

- ¡No es justo! Aeron puede ir al Norte con el hijo de Cregan o a Marcaderiva con nuestra prima Laena, y yo no puedo.

- Es mejor así, créenos - intervino Aemond.

Nyra se dio media vuelta enfadada seguida de su hermano mientras Daemon nos miraba elevando su ceja, como siempre, con esa cara de saberlo todo e ir un paso más adelante que nosotros.
Con él, el dicho de que más sabe el diablo por viejo que por diablo, tomaba todo el sentido del mundo.

El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora