14 - Batalla perdida.

4.4K 467 29
                                    

- ¿Me puedes explicar que acaba de pasar? - pregunté a Aemond el cual estaba tan excitado como yo, era evidente.

- No lo sé; por mucho que lo estés pensando, no había planeado nada de esto - se remangó la camisa aún más y se tocaba nervioso el parche mientras yo me quitaba la chaqueta.

Los grados de la temperatura de mi cuerpo habían subido considerablemente después de tener a Danny entre nosotros. Mi cuerpo había recordado perfectamente como era el toque de su piel con la mía, lo había recordado hasta hacerlo doloroso.

- Ha parecido que...

- Sé lo que ha parecido; no es la primera vez que compartimos una mujer, Aegon - dijo como si no le importase que casi nos hubiésemos follado a nuestra sobrina allí mismo.

Pero bajo su manto de frialdad sabía que aquello le había afectado tanto o más que a mí.

- ¿Acaso ahora así es como vas a cortejarla? - le pregunté levantando una ceja - ¿llamando a sus hermanos bastardos?

- Tú le has estrellado la cara a Luke contra la mesa, no creo que vayas mejor que yo en esto. Además, sólo quería que no fueses la opción fácil porque te la follaras con 15 años - dijo como si nada pero en su mirada pude leer que estaba...celoso.

Nunca había visto a Aemond celoso.

- ¿Cómo sabes...?

¿Cómo diablos se había enterado de eso? ¿Y si alguien más lo sabía? Maldita sea si esto llegase a oídos del rey sería un problema pero si además llegase a oídos de Daemon, era un suicidio.

- Hay que tener ojos en todas partes, hermano - dijo leyendo mi mente.

Salí de aquella habitación; había sido todo demasiado intenso y no sabía bien todavía cómo sentirme.

Tenía demasiados sentimientos que gestionar; por un lado estaba ansioso por tenerla de nuevo allí, ella movía mi maldita estabilidad emocional y mi rutina. Por otro lado, la guerra con mi hermano había comenzado; él iba a luchar por ella costase lo que costase, conocía a Aemond y no tenía ningún límite, para él todo era válido.

Maldita sea y luego estaba ella; ella y sus ojos que me dejaban atontado, ella y su sonrisa, ella y su boca que llevaba deseando probarla desde que bajó del jodido carruaje, ella ella ella...

¿Qué cojones me estaba pasando?

*

Evité descaradamente y sin ningún tipo de contemplación a mis tíos los siguientes días. Todo había sido demasiado extraño, y lo peor es que desde que ocurrió no dejaba de soñar en cómo hacíamos los 3 infinidad de posturas y cómo hacían para conseguir que gimiese sus nombres.

Definitivamente me estaba volviendo loca.

Daemon se había ofrecido a entrenarme; después de todo mi padre Leanor siempre lo hizo; mientras que Jace y Luke lo harían con Aemond y Aegon con la esperanza de que eso los unieran y acercasen posturas.

Sería más fácil que Daemon vistiera de verde a que aquello pasara, pero de ilusiones se vive.

- Vamos, barbilla arriba - me indicaba mi... Daemon.

Aún no era capaz de llamarlo padre aunque internamente lo intentaba para ir acostumbrándome a eso. Por lo que le había escuchado hablar, era cuestión de tiempo que Daemon me reconociera como hija y mi primer apellido oficialmente pasara a ser Targaryen.

- Las piernas, las tienes muy juntas - me corregía una y otra vez y empezaba a notar entumecido de dolor todo mi cuerpo - ¿tienes la daga que te he regalado?

Daemon últimamente no dejaba de hacerme regalos; primero fueron los vestidos y hace unos días una daga hecha de acero valyrio, el mismo acero que el de Hermana Oscura, su espada.

Le señalé la pierna donde tenía la daga; aunque entrenaba por razones obvias con pantalones - algo ajustados para mi gusto - y camisa, la idea de la daga era llevarla en el muslo bajo el vestido; de esa manera estaría oculta y siempre protegida.

- Bien, quiero que me ataques por sorpresa - dijo.

- Si se lo dices, deja de ser sorpresa - intervino Aegon que de pronto estaba tras nosotros, apoyado en la valla del campo de entrenamiento y maldita sea... endemoniadamente sexy con su camisa abierta hasta su medio pecho, las mangas remangadas hasta más alto de los antebrazos y unos pantalones muy muy ajustados.

Volví mi vista a Daemon, necesitaba estar concentrada.

- Bien, pues házselo a tu tío - dijo de pronto incitando a Aegon a que entrase en el campo cercado - ven Aegon. 

- Será un placer colaborar - decía ensanchando su sonrisa mientras me miraba.

Su nariz ya sólo estaba un poco hinchada y amoratada; aún así estaba años luz de como amaneció el día después a la dichosa cena.

- No pienso atacar a Aegon - me defendí.

Lo último que necesitaba era pegarme a él, a su pecho, tocar sus brazos....

Di media vuelta con intención de salir pero alguien me paró el paso al tomarme del brazo.

- ¿Tienes miedo? - me sonreía con autosuficiente y yo quería volver a partirle la cara - No pasa nada si tienes miedo, suele ocurrirme a menudo.

- ¿Miedo de ti? Tendría miedo de ti en una apuesta por saber quién bebe más - dije provocando una sonora carcajada a Daemon - pero en esto lo que me provocas es risa.

- Pues demuéstralo - me incitó poniendo sus manos en señal de que me acercara y una cara de "voy a comerte".

- Vamos Danny - me dijo Daemon - que no se lo espere.

Me puse en posición con mi espada y él al igual con la suya. Intentaba no mirarle a la cara porque sabía que si lo hacía acabaría desconcentrada mirándole los ojos o perdiéndome en su sonrisa. Maldita sea su cercanía y su olor me lo estaban poniendo realmente difícil.

Comenzamos a golpear las espadas, Aegon era fuerte y ágil y no me lo estaba poniendo fácil aunque tampoco lo quería. Dábamos vueltas como si estuviésemos bailando en medio de un gran salón cuando en uno de los movimientos se adelantó demasiado rápido hacia mí y me dobló el brazo del mismo golpe que le dio a la espada; ni siquiera me dio tiempo a recomponerme cuando retorció sin dolor mi otro brazo y giraba bruscamente mientras colocaba mi espalda pegada a su pecho y su boca a mi oído.

Respiraba entrecortadamente, claramente sofocado por el ejercicio y sentía su pecho vibrar en mi espalda con cada una de sus inhalaciones.

- ¿Cuándo podremos vernos a solas? - me susurró en el oído para que Daemon no lo escuchara.

- ¿Quién te ha dicho que yo quiera verte a solas? - le di un golpe en las costillas que lo hizo recular y toser debido al golpe.

Entonces saqué mi daga y se la coloqué velozmente en el gaznate, haciendo que soltase su arma y colocase sus manos en alto en señal de rendición.

- Fenomenal Danny - me felicitó Daemon - por un momento pensé que Aegon ganaría.

- Ha estado a punto, si - dije sonriendo y recogiendo las armas del suelo.

Aegon recogió la suya y la colocó en la mesa con el resto de armas, pero antes de irse dijo sonriendo algo que me tuvo toda la tarde pensando.

- No habías empezado y ya sabía que había perdido contra ti. Hace tiempo que ya me he dado por perdido.

El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora