99 - El regreso

982 87 19
                                    

Estábamos en la sala del consejo mientras todos seguíamos mirándola comer tranquilamente una bandeja de fruta cortada y beber de una copa de vino que habían traído por mi expresa petición.
Nos habíamos trasladado todos juntos a aquel lugar para tener algo más de privacidad y estar más cercanos y no estar cada uno en un extremo de aquel enorme salón. La guerra ya nos había distanciado suficiente en aquel último año, no necesitábamos acrecentarlo más nosotros mismos.

Mi padre Daemon la miraba comer como quien tiene delante suya a uno de los Siete. No lo podía culpar, seguramente yo me viera de idéntica manera.

Jace y Helaena nos explicaron que cuando fueron a apresar a Lord Borros, este apareció con nuestra hermana, pidiendo que le perdonásemos la vida a cambio de la vida de Baela. Y aunque Jace había dado su palabra de que así sería, eso me ponía en serios problemas a mí como reina. Por otro lado no podía culparlo; porque la condición era que si no cumplía su palabra, sus hombres que todavía le seguían siendo fieles y que estaban escondidos para no ser ejecutados, tenían orden expresa de matarla bajo cualquier circunstancia. Ya la habíamos perdido una vez... no podíamos hacerlo una segunda.

Quien no decía ni una sola palabra y también la miraba patidifuso era mi esposo Aemond. Sabía que antes de su accidente, habían acercado posturas y podía decirse que incluso se veían algo así como amigos; de hecho, pasaron muchísimas lunas hasta que Aemond volvió a ser el mismo tras pensar que no había podido salvarla. Pero algo me decía que me faltaba un trozo de aquella historia que él no me había contado.

- ¿Van a mirarme fijamente durante mucho tiempo más? Os aviso que no está siendo una situación cómoda - siseó apartando la bandeja y apoyándose despreocupada en su silla.

- Es que es...

- ¿Cómo es posible? - intervino Aemond - yo te vi caer. Yo te vi morir.

Mi hermana ladeó su sonrisa e incluso la mirada que le dedicó se sentía suave, demasiado íntima ...

- Y caí, querido primo - respondió - el agujero que tengo bajo mi hombro por la flecha que me atravesó me lo ha dejado como recordatorio de por vida. Caí al agua y pensé que me había muerto. Pasé días inconsciente hasta que abrí los ojos por primera vez, en una de las celdas de aquel castillo.

- Voy a despellejar a ese hijo de puta - Daemon dio un sonoro golpe en la mesa haciendo que Helaena diera un pequeño bote del susto y que Jace, al verlo, pusiera su brazo sobre los hombros de su mujer.

- Padre, le ha salvado la vida a Baela - me puse de pie y coloqué mi mano sobre el hombro de mi padre - es todo lo que importa. Está viva y está aquí.

Luke no pudo aguantar más las ganas y levantándose de un salto, fue hacia nuestra hermana para abrazarla. A su gesto se unió Jace e incluso yo misma. Todavía lo estábamos asimilando.

- Queda saber qué hacer con Borros - Aegon rompió el momento familiar con gesto culpable - siento ser yo quien saque el tema, pero algo tenemos que hacer al respecto.

- Tienes razón mi amor - fui hacia donde se encontraban ambos y colocándome de pie en medio de ellos, puse cada una de mis manos en sus hombros. No pasé para nada inadvertido que Baela recorriera con su mirada el camino de mi mano hasta el hombro de Aemond una y otra vez - no ajusticiarle puede dar lugar a que el pueblo no entienda las consecuencias de revelarse contra su reina.

- Pero di mi palabra, hermana. Y además, es la vida de Baela de la que hablamos.

- Jacaerys tiene razón.

Todos miramos a Aemond quien le acababa de dar la razón a mi hermano frente a todos, puede que por primera vez en su vida. Jace alzó su ceja incluso divertido ante aquella afirmación.

El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora