54 - La reunión

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Todos nosotros nos encontrábamos en la sala del consejo presidida por la reina (aún se me hacía extraño pensar en mi madre así) y Daemon, el rey consorte. Alicent, seguía en con mi abuelo en su habitación; no se despegaba ni un sólo momento de él. 

El motivo de la reunión era sencillo: debido a que Aegon había dejado plantada a su prometida, días después Lord Borros Baratheon había mandado un cuervo siendo muy explícito, u otro miembro de la familia se casaba con su hija en señal de respeto o la corona perdería el apoyo de una de las casas más importantes y antiguas de los Siete Reinos. Y eso era algo que mi madre no podía permitirse ya que, aunque había sido coronada, los espías que trabajaban para la corona señalaban que había quien todavía no reconocía a Rhaenyra como la reina por el simple hecho de ser mujer.

- Veo injusto que mi matrimonio con Helaena se vea cancelado por los errores y pecados de mi tío Aegon - Jace estaba totalmente fuera de sí.

- Jacaerys, eres el mayor de los hijos de la reina - indicó Daemon - contigo estableceríamos los cimientos con los Baratheon para perpetuar el derecho de nacimiento de tu madre. 

- Hay muchos más Targaryen en esta sala que pueden comprometerse y que también cumplirían ese deber. Daeron, por ejemplo - señaló. 

- ¿Qué? - mi tío parecía estar ajeno a la discusión hasta que se escuchó su nombre - ¿Yo? Ni hablar.

- ¿Qué tiene de loco que te comprometas? - replicó Jacaerys - Estás en edad de casarte, ni siquiera sé por qué no te han comprometido ya.

- Porque soy el último en la sucesión de un trono que me importa una soberana mierda - Daeron respondió con una sonrisa ladeada mientras se acomodaba en su silla - con lo cual, una alianza por mi parte, no es necesario. 

- ¿Y Luke? - Jace quería encontrar un sustituto a su boda con la hija del Baratheon a toda costa.

Y entonces Daeron, dio un fuerte golpe en la mesa. 

- ¿Puedes dejar de buscar un objetivo a quien escupir con tus mierdas, Jacaerys? - se incorporó en su asiento con una postura bastante agresivo - cumple con lo que se te ordena.

Ambos se miraban como si estuviesen apunto de desenfundar sus espadas y comenzar una guerra allí mismo.

- ¿Podemos calmarnos todos? - mi madre se puso de pie haciendo que todos nos sentásemos en respuesta - Esto no es un asunto de discusión, por mucho que lo intentes hijo mío.

- ¿Y si mi hermana no quedara en cinta? - y entonces llegamos al punto que justo estaba evitando pensar todo este tiempo.

- No vayas por ahí, si quieres que tu cabeza siga unida al resto de tu cuerpo - contestó Aemond amenazante mientras sostenía la empuñadura de su espada.

Yo miraba con ojos suplicantes a Aemond y Aegon pues lo último que quería era una nueva disputa con mi hermano pero en el fondo de todo esto, y por mucho que me doliese, Jace tenía razón en el razonamiento que había dejado en el aire de aquella sala. Si yo no quedaba en cinta, mi matrimonio se disolvería. 

Y si eso pasaba, tanto Aegon como Aemond estaban libres de poder casarse. 

Y Aegon podría cumplir su compromiso fallido. 

Mi mirada era nerviosa y bailaba desde mis esposos hasta mi madre. El silencio que se creó era tal que me pitaban los oídos. ¿Acaso sería capaz mi madre de consentir aquello, aun sabiendo que mi felicidad dependía de ella? 

- Madre... - susurré.

- Dejadme a solas con Daemyra - ordenó.


El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora