3 - Una boda Valyria

7.3K 576 55
                                    

Habían pasado seis meses desde que la cuenta atrás de mi vida había llegado, y apenas tres desde que nuestro padre Laenor había muerto en una batalla, aunque nunca encontraron sus restos.

Habíamos viajado a Rocadragón por un motivo que jamás imaginamos que llegaría a pasar; nuestra madre y Daemon se casarían por el rito Valyrio, así que allí estábamos todos, presenciando la ceremonia.

Además, justo hoy era la celebración del día del nombre de Aemond el cuál cumplía 14 años. En estos meses, el joven había sido obstinado en hacer de aquella debilidad una fortaleza, y se había literalmente matado a entrenar para ser el mejor con la espada. Y lo estaba consiguiendo.

El entrenamiento iba dando sus frutos; su cuerpo iba estilizándose aunque también se agrió su humor - más si cabe - pues desde que ocurrió todo, se había vuelto más frío y distante, siendo a veces sarcástico e incluso hiriente con sus comentarios.

A parte de aquello, habían pasado 6 meses desde que Aegon y yo nos habíamos acercado... para nunca más volver a pasar. Cada día me confirmaba más que aquello no fue más que fruto del vino y las hormonas; definitivamente detestaba a Aegon en todas y cada una de sus vertientes.

Mucho más si cabe desde que la relación con Jace y Luke se daba prácticamente por nula con mis tíos.

No sólo habían crecido ellos en estos meses, Jace y Luke también entrenaban sin descanso e incluso habían empezado a crecer dejando atrás poco a poco su porte aniñado.

Nos habían colocado de manera que yo había quedado en Aemond y Aegon; algo bastante incómodo a decir verdad.

Ninguno de ellos me dirigía la palabra ni yo a ellos, pero si que los veía alguna que otra vez mirándome de soslayo.

- No entiendo ni una palabra - me susurró Aegon al oído haciendo que la piel de mi cuello se estremeciera.

- Deberías darle más fuerte a las clases de valyrio - le susurré yo en respuesta.

- Yo le doy fuerte a otras cosas, sobrina - me miró y me dedicó una sonrisa ladeada provocando que pusiera en blanco mis ojos.

- ¿Y tú eres la opción a rey consorte? - respondió irónico Aemond - no me hagas reír.

- Cierto, un tuerto es mucha mejor opción - dijo ahora Aegon asomándose por encima de mi cuerpo para encarar a Aemond.

- Este tuerto puede partirte la cara y ni siquiera verías por dónde te ha llegado la hostia - respondió el otro.

- Os recuerdo que para ser consortes primero tengo que elegir a uno - dije poniendo mis manos en los pechos de ambos para separar y pude apreciar lo duros que estaban - y si seguimos así, antes me fugo a las ciudades libres y no me volvéis a ver el pelo.

Seguimos en silencio con la ceremonia pues ahora se disponían a la unión de cuerpo y alma haciendo que ambos se hicieran un leve corte en los labios y luego en las manos, para luego beberse la sangre el uno del otro, para luego sellar su amor con un beso que...bueno lejos estaba de ser un beso casto.

- Como que se tenían ganas, ¿no? - me preguntó el mayor de mis tíos de nuevo cerca de mi oído al ver el beso de mi madre y mi tío.

- Y a mí que me cuentas... - pero vaya...que si que se las tenían.

- A ver si esto va a venir de familia...sobrina - pasó levemente por un segundo su nariz por el lóbulo de oreja accionando mi cuerpo en un estímulo nuevo en mí.

- ¿¡Qué haces?! - dije en susurros provocando que Aemond nos mirase ahora - no te acerques tanto.

- ¿Cómo se supone que te vas a decidir por uno de nosotros si no nos acercamos? - buena pregunta.

El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora