10 - Secretos revelados

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Habían pasado cinco años desde que vi por última vez a Aegon... y también cinco desde que Aemond me besó.

No había noche que no pensara en ambos hermanos, aunque tampoco nunca intenté ponerme en contacto con ellos al igual que ellos conmigo; supongo que nuestro orgullo estaba por encima de las ganas que tuviésemos de vernos.

Con el tiempo, acabé acostumbrándome a Rocadragón aunque no veía el momento de volver a Desembarco. Echaba de menos escaparme por palacio e ir a las calle concurridas del centro de la ciudad.

Quedaban seis meses para el 18 día del nombre de Aemond y francamente ya empezaba a ponerme nerviosa.

Iba camino a ver a madre cuando segundos antes de entrar a la sala donde se encontraban ella y Daemon, los escuché discutir.

- ¿Hasta cuando vas a seguir ocultándolo Rhae? Empiezo a estar cansado - decía él.

- Daemon, han pasado cinco años desde que vinimos y aunque Jace y Luke te adoran, ella no te soporta; ¿es que no lo ves? Vuestra relación es casi inexistente.

Hablaban de mí, obviamente.

- Quizás si lo supiera, cambiaría de opinión sobre mí; no sé por qué no me deja acercarme a ella.

¿Qué tenía que saber? ¿Acaso mi madre me ocultaba algo?

- Ella amaba a Leanor.... No sé cómo reaccionaría si supiese que no era su verdadero su padre.

Aquello me tomó por sorpresa. Siempre sospeché de la paternidad verdadera con respecto a mis hermanos Jace y Luke pero nunca de la mía propia.

Pero si mis rasgos eran Targaryen por los Siete, si no era Leanor, ¿quién?.

- Lo sé y no pretendo reemplazarlo - interrumpió el silencio y mis pensamientos - pero llevo demasiados años sin disfrutar de mi hija Rhaenyra; creo que también me lo merezco.

Aquella afirmación me tomó tan en frío que incluso caí de culo al suelo. Hice tanto ruido al caer que salieron a la puerta y me vieron, por supuesto, ridículamente en el suelo.

- ¡¿Danny que hacías escuchando detrás de la puerta !? - me dijo mi madre

- No ha sido intencionado madre - me ayudó a levantarme - aunque la que debería dar explicaciones aquí soy yo.

Ambos se miraron con gesto culpable mientras yo pasaba de largo entre ellos y entraba en la sala donde segundos antes estaban.

- ¿Me explican qué acabo de escuchar? Gracias - dije sentándome.

- Hija, Daemon es...

- Ni se te ocurra terminar la frase - dije.

- Eres mi hija, Daemyra - dijo entonces Daemon al cual miré muy seria - y me gustaría que tuviéramos una relación como tal.

- Mi padre está muerto - dije - y era Leanor Velaryon.

- Sólo quiero que me conozcas - se acercó a mí de nuevo.

- Ya te conozco; eres el marido de mi madre y gracias a ti estamos aquí y no en Desembarco.

- Danny por favor - intervino madre - ya te dije que no fue así.

- Quiero volver a Desembarco - dije cruzándome de brazos.

- Aún queda para el día del nombre de Aemond, Danny - dijo mi madre.

- Podemos ir ya; que tenga estos seis meses para relacionarse con ellos; hace 5 años que no los ve, cariño - intervino ahora Daemon - ademas Jace también sería conveniente que encontrase esposa, ¿dónde mejor que allí?

Vi a mi madre pensar su propuesta durante unos minutos.

- De acuerdo; partiremos a Desembarco - sonreí aunque mi madre pronto me puso un dedo acusador en el rostro - con una condición Daemyra. Harás por acercarte a Daemon.

Puse mis ojos en él que ahora sonreía triunfal. Oh por todos los demonios, había ganado y ahora no podía negarme.

- Trato hecho.

*

Aquella noche se reunieron como siempre para cenar toda la familia, si es que podían llamarse así. Mi padre el Rey ni siquiera nos trataba como hijos, cada día de nuestra vida se encargaba de demostrarnos que su única hija era Rhaenyra y no ninguno de nosotros.

- Viserys - mi madre le enseñó el último cuervo que había llegado aquella tarde - es de Rhaenyra. Vuelven mañana.

Aquello hizo saltar a mi corazón sin ni siquiera poder evitarlo. Aún faltaban seis meses para los 18 de mi hermano Aemond; ¿cómo que volvían?

- ¡Por los Siete que gran noticia! - celebró mi padre - ¿escucharon chicos? Daemyra vuelve.

- Hmm - dijo sin atisbo de emoción en la voz mi hermano.

- Interesante - intervine yo pareciendo aburrido cuando en realidad no aguantaba las ganas de volver a verla.

Habían pasado 5 largos años y ni un solo cuervo había enviado. Como si la tierra o el mar se la hubiese tragado. Después de aquella noche... simplemente desapareció.

Maldita sea, llevaba rememorando esa noche estos putos cinco años hasta el punto que a veces me pregunto si realmente ocurrió.

- Chicos por favor, comportarse como los hombres que hoy día sois con vuestra sobrina - nos pidió madre - si alguno de vosotros se casa con ella se convertirá algún día en rey consorte.

- Cuenta con ello madre - dijo Aemond - aunque de quien no lo tengo tan claro es de ti, hermano.

- Aemond, mientras me ignores, todo irá de maravilla - contesté mientras le daba un sorbo a mi copa.

- Sólo espero que los celos adolescentes que tenías se te pasaran - comentó antes de beber de la copa.

- Ya te dije una vez que no me interesaba en absoluto  - mentí descaradamente.

- ¡Aegon! - me recriminó mi madre.

- Aegon soy tuerto, no ciego - dijo con sorna - si me disculpáis me retiro.

- Yo también me retiro - lo seguí.

Fui tras él por el pasillo hasta que estuve lo suficientemente cerca para darle la vuelta.

- ¿Qué te perturba, hermano?

Aemond había cambiado tanto en los últimos años, que estaba seguro que Danny no sería capaz de reconocerlo. No sólo había crecido hasta convertirse incluso más alto que yo; su pelo ahora era largo hasta su espalda y totalmente liso, a diferencia del mío que era ondulado y me llegaba a poco más de mis mejillas.

- No me mientas, sé que te interesa nuestra sobrina - dije mirándolo.

- Nunca lo he ocultado.

- Pero tampoco lo has dicho.

- Siempre dijiste que no te interesaba, ¿tus intereses han cambiado? - levantó su ceja mientras sonreía.

No lo soportaba, siempre creyéndose tan superior a mí.

- No te interesa una mierda mis intereses - respondí.

- Hasta que al fin lo confirmas - se carcajeó - eso sólo lo hace más divertido, hermano.

- ¿A qué te refieres? - lo tomé por el cuello pegándolo a la pared.

- Que yo no pienso apartarme hermano y que me importa una mierda lo que sientas por ella - me empujó para tomar ahora él, el cuello de mi camisa y sujetarme contra la pared - pienso conseguir que se quede conmigo.

- Eso lo veremos - escupí cada palabra.

- Bueno, pues entonces hermano... que empiece el juego.

Me soltó mientras lo vi encaminarse a su habitación. Mañana llegaba Danny... y con ella desafío. Ni Aemond ni yo nos aparataríamos, así que sería ella quien tuviera que apartar a uno de nosotros.

Y yo pensaba hacer todo lo posible porque ese fuera Aemond.

El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora