13 - Entre negros y verdes.

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Fui directa a su habitación dando un portazo cuando llegué a ella; por supuesto no tenía ni un sólo soldado en su puerta, porque el muy psicópata sabía que iría.

Cuando llegué, su chaqueta estaba tirada en la cama y él sentado al fuego de su chimenea de espaldas a la puerta.

- Si quisiera, podría cortarte ahora mismo el cuello y nadie podría hacer nada - dije quedándome a su espalda.

- Pero no lo harás.

Se levantó y me dejó ver que tan sólo iba con sus pantalones de cuero ajustados y una camisa blanca que ya estaba remangada por sus antebrazos, enseñando sus fuertes brazos y las venas que se marcaban en ellos.

- Eres un maldito imbécil, vuelves a decir algo así de mis hermanos y ...

- ¿Y qué? - me cortó - ¿me cortarás la lengua? Estoy deseando.

- Eres un jodido tarado - escupí cada palabra.

- Me han llamado cosas peores - me siseó en la cara - no tengo problema con eso.

Estaba tan pegado a mí, que su olor lo impregnaba todo. Su ojo, de un azul que impresionaba, me miraba mis labios como si fuesen un manjar, como si quisiera probarlos. Los Siete sabían que yo también ansiaba por probar los suyos pero antes me dejaría cortar cada mano a dejar que aquel sucio Hightower me tocase un sólo pelo de la cabeza.

- Cómo se te ocurre decir eso en la cena, eres un puto traidor.

- ¿Y dejar que el imbécil de tu hermano se riera de mí? - dio una sonora carcajada sarcástica - antes muerto.

- Nadie se había dado cuenta de eso - repliqué.

Y era la verdad, absolutamente nadie en la mesa fue consciente de que Luke se estaba conteniendo la risa al ver el cerdo delante de Aemond; al igual que nadie habría recordado la estúpida broma del cerdo con alas.

- Tú lo hiciste - se acercó más a mí, pegando casi su pecho al mío - ¿por qué debería de haber callado y haber permitido que se mofase de mí? Ya tuve suficiente de niño.

De pronto sentía que me faltaba el aire.

- Si quieres ser mi esposo algún día, tendrás que tolerar a mis hermanos.

- Yo no te obligo a tolerar a mi hermano si quisieras ser mi esposa algún día - volvió a discutir aunque esta vez si con tono jocoso.

Aunque aquella ocurrencia me hizo gracia internamente, no mostré ni un sólo signo de chiste en mi rostro.

- Después de lo de hoy, antes de ser tu esposa, te corto tu querido miembro tan querido - dije con una falsa sonrisa.

- Sé hacer muchas cosas para que termines gimiendo mi nombre Daemerys, pero si cortaras mi polla seguramente perdiésemos una parte bastante jugosa del juego - se atrevió a decirme y mis mejillas empezaron a sonrojarse sin parar.

Levanté mi mano para lanzarle una bofetada por aquellas palabras, pero interceptó mi mano al aire y pegó un tirón de ella, ahora si, pegando nuestro cuerpo tanto que podía sentir su latido y estaba segura de que él podía sentir el mío.

Su pecho se sentía caliente, en realidad, todo su cuerpo se sentía a miles de grados de temperatura. Ejercía presión en mi muñeca pero no dolía, sólo lo justo para no poder mover mi mano con libertad y poder acabar en su cara.

Volvía a mirar mis labios como quien ve la mejor fruta del mercado e incluso pasó su lengua por sus labios, dejándolos brillantes y apetecibles.

- Me he quedado con ganas de saber sobre cómo me arrancarías la lengua, sobrina - susurró a escasos centímetros de mi boca y por los siete que sentí que me mojaba de sólo imaginarlo.

- Estás enfermo - susurré mirando a sus labios para luego obligarme a mirarle a su ojo.

- Tampoco es la primera vez que me lo dicen.

- No te reconozco - susurré y fue una afirmación más para mí misma que para él.

- Esa era la idea - se acercaba tan lentamente que parecía un maldito puma llegando sigilosamente a su presa.

Entonces escuchamos como alguien abría la puerta mientras gritaba.

- ¡¡Aemond cómo cojones se te ocurre decir eso en la ce...!! - Aegon paró de chillar en cuanto nos vio y aunque quise zafarme del agarre de Aemond, este me lo impidió.

Seguíamos estando escandalosamente cerca.

- Corre no te lo pierdas hermano, nuestra sobrina estaba a punto de mostrarme cómo me arrancará la lengua por llamar bastardos a sus hermanos Strong.

Quise darle una patada en la entrepierna que esquivó y un puñetazo en el pecho que supo detener a tiempo con la otra mano.

Aegon se colocó tras de mí en silencio, ni siquiera supe cuándo llegó a mi altura, pero entonces tomó mi mandíbula con sus manos e hizo girar mi cara para que le viese la cara; estaba toda amoratada y su nariz se veía francamente mal.

- Pequeña pulgosa violenta - susurró en mi oído y pegó su pecho a mi espalda - mira como me has dejado la cara.

¿Qué cojones estaba pasando y por qué me estaba excitando tanto estar así?

- Suéltame Aemond y tú, Aegon, maldito borracho, quita tus sucias manos de mi cara.

- ¿No ibas a arrancarme la lengua, sobrina? - me recordó Aemond haciendo que dejase de mirar a Aegon para mirarle a él - adelante.

- Si piensas que voy a besarte, no puedes andar más equivocado - escupí cada palabra a milímetros de su cara; sin embargo la respuesta de él fue sonreír ladeado.

Aegon por otro lado, seguía pegado a mi espalda y sus manos ahora habían abandonado mi cara para centrarse en mis caderas. De pronto me giró al soltarme Aemond mi muñeca, y me puso frente a él dejando ahora en mi espalda al menor de los tres.

- Mira lo que me has hecho - me susurró mirándome muy serio y yo no podía dejar de mirar su pobre cara.

Le había hecho verdaderamente un destrozo pero bien merecido lo tenía.

- Nadie toca a mis hermanos sin vérselas conmigo - alcé mi mentón hacia el suyo en señal de que no pensaba acobardarme de él.

- ¿Has escuchado eso, hermano? - susurró el mayor mientras acercaba más mi pecho al suyo y sus manos se aferraban firmemente a mis caderas - tendremos que amaestrar a este dragón salvaje.

Aemond se pegó tanto a mi espalda, que de pronto pude sentir su erección tras de mí al igual que sentía la de Aegon en mi estómago. Por los siete no sabía qué estaba haciendo o qué planeaban hacer, pero lejos de darme miedo, aquello era más y más excitante y no podía dejar de pensar en cómo terminaría.

Aemond tomó entonces mis manos para ponerlas en mi espalda tomándome por sorpresa y Aegon a su vez, intercerptó uno de mis pechos con su mano, tomándolo por completo con su mano mientras estimulaba por encima del vestido el pezón.

Entonces escuchamos ruido por el pasillo, unos pasos frenéticos que se escuchaban en la lejanía pero que conforme llegaban a la puerta se hacían más latentes. Ambos hermanos me soltaron de inmediato y segundos más tardes una enfadadísima Alicent abrió las puertas de la habitación quedándose parada en cuanto nos vio.

- Pero.. ¿qué hacéis aquí los tres? - preguntó mirándonos.

- Me disculpaba, madre - fingió Aemond - mi actitud ha sido reprochable y totalmente fuera de lugar.

- Yo me disculpaba por haber pegado a su hermano Luke - continuó Aegon dejándome totalmente atónita y con la mandíbula por el suelo - me adelanté y me cegué por el enfado del momento.

Alicent no tenía ni una pizca de tonta y sabía que aquello era mentira... pero si decidió creer la palabra de sus hijos y sonreír feliz al pensar que ambos se habían disculpado conmigo.

- Me alegro hijos que hayáis recapacitado; mañana os disculparéis con Luke y Jace.

Sonreí al ver la cara de ambos y salí con Alicent dirección a mi habitación.

Aquello había sido lo más extraño y excitante que me había pasado en mi vida...y algo me decía que aquella no sería la última vez...

El poder del fuego |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora