La costurera

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- Aunque mi corazón dejara de latir, yo te seguía amando_

Narrador omnisciente

Kerck y Tn saludaron algo avergonzados, sin embargo, la señora sonrió de forma dulce y llamó a sus asistentes. Una pareja de gemelas que sorprendió a Kerck.

Ellas rápidamente comenzaron a mirarlo y emocionadas lo envolvieron entre cintas de medir y telas extrañas. Kerck intentó decir algo, pero Tn parecía estar tan sorprendida como él y solo le sonrió cuando fue llevado de golpe detrás de una cortina para hacerle medidas.

Kerck: ¡Tn! -(Dijo casi en suplica)-

Tn: Tranquilo, jajaja solo te tomaran medidas -(Le respondió de forma burlona y miró a la señora)- ¿Me puede ayudar, Sra.Estela?

Estela: Pues claro, mi niña -(Dijo sonriendo y con un asento ruso marcado en su voz)-

Estela era extranjera, había llegado muchos años atrás para una sesión de fotos, y le había gustado tanto el sitio que terminó viviendo ahí. Se casó con el señor Estaban y tuvieron un par de gemelas, Luz y Alma.

Las jóvenes habían heredado los ojos azules de su madre, la piel blanca y la figura de la que la señora en su juventud gozó. De su padre, se notaban las pecas que adoraban su blanca piel y el cabello de un marrón claro tirando a oro. Eran hermosas.

Su madre, también guardaba esa belleza en su mirada y la juventud en ella nunca se había ido. Claro, no se veía igual. Era más mucho más pequeña que en las fotos colgando de las paredes.

Y aunque ahora se veía más como una señora adorable con unas mejillas rojizas, el cabello blanco y unas gafas, el estilo no lo había perdido. La ropa extravagante que usaba, solo mostraba más sus curvas.

Unas enormes caderas que parecían empujar todo a su paso y un busto igual de pronunciado que se contoneaba por todo el sitio mientras miraba las telas que la chica había traído. Todo eso solo era remarcado aún más por el vestido rojo encendido que se pegaba al cuerpo, no de forma vulgar, sino con una elegancia envidiable.

Unas medias negras, unos zapatos de tacon bajo del mismo color, una faja negra que intentaba regresarle la cintura de avispa de la cual gozó en su juventud y como cereza del pastel, detalles en dorado como collares, pendientes y pulseras.

Sin hablar del notable anillo de oro en su mano, mostrando con orgullo sus 40 años de matrimonio con el señor Esteban. Sí, esa era la costurera de aquel pequeño pueblo, una mujer que parecía desprender elegancia y orgullo por donde pasará.

Todos ahí la conocían y admiraban, aunque...Tenía un pequeño defecto.

Le gustaban los chismes.

Tn: Jeje...¿Y bien?

Estela: Mmmm...-(Miró con atención las telas y luego negó)- Niña, tendría que hacer milagros con estas telas para que tu...Tu...¿Amigo? -(Sonrió con malicia y la vio re reojo)- Se vea bien...

Tn: ¡! -(Notó la indirecta y sus mejillas se volvieron rojas)-

Estela: Oh...¿Debería suponer qué es algo más que un amigo? -(Sonrió de forma acusadora y se cruzó de brazos)- Ya era hora, devochka...

Tn: ...N-no es lo que parece, apenas nos estamos conociendo ...

Estela: mmm...¿En serio? -(Sonrió con aún más malicia)- Entonces debo suponer que eres un tanto torpe, ninguna mujer con sentido común gastaría tanto en un "apenas nos estamos conociendo" -(Señaló las bolsas con pantalones y calcetines)-

La Deuda de un Predador  (Depredador x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora