Capítulo 28.-El verdadero amor.-

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Narrador omnisciente.

Alicent caminaba junto a sir Criston, intentando ser discreta, el pueblo estaba algo aborotado.

-¿Segura que quiere volver a hacer esto, Mi reina?-

-Claro, sir.-

Alicent entra a la cueva de la bruja, Alys, quien le sonríe al verla.

-Mi reina.-La saluda.

-Lady Alys.-La saluda Alicent y se sienta donde la bruja le ofrece.-Quiero pedirle algo.-

-¿Otro hechizo de amor?-se burla.-¿El príncipe que tanto deseaba no ha caído?-

-Vengo a pedirte que rompas el hechizo sobre Aelor. Estaba mal cuando lo pedí hace años pero hasta ahora me doy cuenta.-Comenta.-Aelor merece ser feliz con su esposa si es que pueden aún.-

-No puedo romperlo, mi reina. Sólo se romperá con el beso del verdadero amor.-Le informa la bruja.

-No lo amo.-Le afirma Alicent.-¿Cómo podré romperlo?-

-Usted no. El verdadero amor del príncipe podrá. Con un beso, en el momento exacto, ella debe sentir el amor que le tiene.-

-¿No puedes solo romperlo?-Inquiere Alicent fastidiada.-¿Tampoco puedes retirar el hechizo que no le permite tener hijos?-

-Ese hechizo fue exitoso. ¿No era lo que quería?-

-Antes sí. Pero temo que ahora me angustia verlo siendo tan infeliz, él fue bueno conmigo.-

-El hechizo de infertilidad no puede romperse, pero el amarre que le hice al príncipe sí puede, la princesa sangrienta debe besarlo, sintiendo el amor que le tiene. ¿Quiere que le lea la fortuna, mi reina?-

-Hazlo.-Contesta, dandole la mano.-¿Conquistaremos el reino?-

-No.-Responde Alys leyendo su mano.-La princesa evitará cada avance que tengan. Ella está un paso delante siempre. ¿No es así?-Alicent Asiente.

-¿Mis hijos estarán bien? ¿Alyrya los lastimará?-

-Veo que esa no era la idea principal. Ella quería...-Lee atenta.-Salvarlos. Pero lo que el rey le hizo a su hija, culminó esa idea. Pero veo que la princesa Alyrya morirá por uno de sus hijos. Alguien que ve con un solo ojo.-

-¿Aemond?-Pregunta Alicent sorprendida.-No. Debe ser un error, él la ama.-

-Usted pasará por muchas perdidas, morirá encerrada en una torre alta. Sola.-Termina de leer y le permite volver a tener su mano.-Podría cambiar. Hay millones de destinos posibles, mi reina.

-Mi reina. ¿Todo en orden?-

-Te he visto.-Señala Alys a Criston.-En mis sueños. Morirás a manos de tu propia sangre.-se burla.-Morirás gritando por misericordia. No debiste cortar su garganta hace tantos años, eso solo estimuló el odio de tu hermano por ti.-

-No creo en las brujas, mi lady. Sin ofenderla.-

-No es ofensa. Pero toma mi consejo, Criston Cole. Cuídate de tu hermano. Él en verdad está furioso contigo por lo de su amada.-

Criston asiente sin creerle una palabra.

-Pero te ama. ¿Sabes?-Algo se remueve en Criston.-Pero la ama más a ella.

-Gracias por tu servicio, Alys.-Alicent le entrega una bolsa con monedas.

-Nos vemos pronto, mi reina.-Le sonríe antes de que se fuese.-Suegrita.-Sonríe con sorna.

Alicent siente culpa. La culpa crece en su pecho. Quería liberar a Aelor, se dio cuenta de lo mal que estaba cuando volvió de perseguir a Alyrya, lloró durante horas, no por la mitad de su rostro quemado, le dolía no entender porque Quería matar a Alyrya si la amaba. Eso sembró la culpa en el corazón de la reina. Se arrepentía profundamente por haber ido con Alys. Por haberle pedido ese hechizo. Por haberle dado las hierbas en el té a Aelor, con la excusa de querer arreglar su pasado. No importa cuando lo intentó, Aelor nunca pudo separarse por completo de Alyrya.

-¿Le cree a la bruja?-Inquiere Criston.

-Cada palabra.-Afirma ella.

Vuelven al castillo, intentando pasar desapercibidos. Aelor la ve entrar, al verla con la capucha la esperanza de que sea Alyrya crece, pero no lo era. Desde la ventana de su habitación, solo puede sentirse miserable. ¿Por qué se sentía así? No entendía sus sentimientos. amaba y odiaba a Alyrya.
Pero el no entendía que el odio hacia la mujer no le pertenecia. Eran las hierbas intencionadas que tomó durante años en té, sin saberlo. Sólo quería acabar con su sufrimiento. Suplica a los siete por claridad mental.

Alyrya vuelve del pueblo con la mirada perdida. Creía tener a Aemond en sus manos, pero no era así. El sentimiento por saber como se encontraba Aelor crecía conforme llegaba al castillo, luego de dejar al caballo, ese sentimiento no se fue. Lo amó durante veinte años, no podía dejar de hacerlo de un día al otro. Pensaba en como el amor la cegaba, ¿Cómo nunca notó que era un traidor? Le fue infiel con Alicent durante años, amenazó a Viserya cuando hace tantos años prometió cuidarla como a su propia hija. No lo comprende.

Después de unos minutos mirando el techo de su habitación decide que no dirá nada sobre los términos de Aemond. Peleará con él si es necesario, aunque su bebé se quede sin padre. Ella le dio una opción y él no la aceptó. No entregará el ojo del niño, Rhaenyra tampoco lo aceptaría. No tendría una discusión sobre eso. Aemond era un caprichoso. Quería un ojo y ella se lo había ofrecido. ¿Qué más quería? Mientras se acaricia la panza vuelve a pesar en Aelor. Nunca pudo tener a sus bebés y eso la hacia sentir triste, espera que este bebé pueda nacer aunque no sea de él. Aunque por un lado se siente feliz de que Aelor no haya sembrado bien su semilla. ¿Qué podría hacer él con sus bebés si los tuviera? No dudó en amenazar de muerte a Viserya. ¿Qué cambiaría con sus propios hijos?

-Te sigo amando.-Murmura dejando caer una lágrima que se había acumulado.-Dioses, les pido claridad. Matenlo, por favor. No podré hacerlo por mi misma.-Susurra al cielo, suplicando.

Aelor y Alyrya se extrañaban sin duda, pero también, nunca volverían a estar juntos sin duda. Ambos se lastimaron, uno por protegerse y otro por un hechizo. Pero eso no borraba el amor en ellos. El destino podría cambiar, como dijo Alys. Pero estaban sin tiempo y Alyrya debía actuar para proteger a su familia de la amenaza y Aelor ahora lo era.

La bastarda roja ||Versión Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora