Segunda temporada||Capítulo 2.-Quédate conmigo.-

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Narrador omnisciente.

Cuando los niños se durmieron en la cama de la princesa, Helaena y Alyrya pudieron hablar.

-¿Cómo estás?-Helaena consulta tomando su mano.-No te sientes bien aquí.

-Tengo sentimientos encontrados.-Alyrya se sincera.-Amo a Rhaenyra también.

-¿Más que a nosotros?

-No. Todos son mis niños. Extraño a Viserya.

-Yo también. Ella era buena conmigo y entendía lo que decía. Es igual que tú. Tengo miedo, tía.-Toma sus manos.

-No debes temer. No dejaré que nada les pase. De todos modos, tienen a Vhagar.

-No temo a los dragones. A las ratas.-Alyrya meditó lo que ella decía.

-¿Ratas?-Helaena no respondió.

Alyrya acaricia sus hombros.

-Yo voy a cuidarte. A ti y a tus bebés.

Si Alyrya pudiera, escondería a Helaena en el bosque, donde pudiese estar con los insectos que tanto le gustaban. Ella y sus bebés.

Helaena le sonrió.

-Rojo y dorado.-Murmuró y la miró.-Rojo y Dorado. Rojo y dorado.

-¿Tú y yo?-Alyrya preguntó.

-Muerte. Rojo y dorado. Rojo y dorado. Rojo y dorado.

-¿Te parece si llevamos a los niños a tus aposentos?-Le sonríe.

Helaena sonríe.

Alyrya levanta al niño y lo admira. Tal vez así habría sido alguno de los bebés varones que perdió, Helaena notó que ella acurrucaba al bebé con sumo ciudado y delicadeza. Los varones eran el punto débil de Alyrya, ya tenía una niña. Deseaba al varón.

Luego de despedirse de Helaena decidió que iba a volver a sus aposentos, pasó por los de Alicent, viendo que sir Criston no estaba en la puerta. 《Qué raro.》pensó.
Siguió camino, perdiendo la cabeza entre las paredes. En la puerta de sus aposentos vio a Aelor, paró de caminar, sintiendo calor en el pecho, dolor. Caminó con velocidad hacia él, Aelor pensó que lo abrazaría y que todo volvería a ser como antes, oh, que gran equivocación.
con fuerza y decisión Alyrya le dio un golpe en la nariz, haciéndolo estrellar contra la pared, no porque ella fuese más fuerte, sino, por la sorpresa.

-¡Hijo de puta!-Gritó enfurecida mientras él estaba sentado en el suelo, sosteniendo su nariz.-¡¿Qué quieres?! ¡¿volver a apuñalarme?!-Bramó pateandole el pie.

Aelor no contestó.

Alyrya sintió cierta pena, pero no bajó la furia que sentía.

-Veinte años, hijo de puta. Veinte años en los que tendría que haberte matado a golpes. Veinte años en los que me viste la cara de idiota. ¡¡No me toques!!-Gritó enardecida cuando Aelor trato de tocar su pierna.-Así en el suelo como estás, es donde perteneces. Gusano arrastrado. Traidor. ¡Quítate!-Gritó nuevamente pateandolo para entrar a sus aposentos.

Cuando la bastarda cerró la puerta con fuerza, se derrumbó. Un llanto incontrolable. Un dolor en el pecho le enunciaba un ataque de pánico.

-¡Ahora no! ¡Por favor!-Suplicó sosteniéndose el pecho.

Sentía que se moría. La habitación se le achicaba, dejándola en el medio. Volvían los recuerdos de cuando era sirvienta y Otto Hightower la encerraba en una pequeña habitación para castigarla.

Antes, Daemon la calmaba, luego, Aelor. Ahora, estaba sola. Debía luchar contra eso sola. 《Un recuerdo no va a hacerme esto.》se dijo y se obligó a respirar.

La bastarda roja ||Versión Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora