Capítulo 31.-Momento de debilidad.-

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Narrador omnisciente.

La voz de que la guerra había iniciado se corrió por las casas nobles en el momento en que Alyrya Targaryen incendió el pueblo. La gente corría desesperada tratando de huir del fuego salvaje de la princesa que parecía no cansarse. Gente carbonizada, casas hechas pedazos, venidas a nada. Alicent observaba por la ventana como el reino era incinerado.

-¿Estás contento?-Inquiere Viendo a su padre.

-Siendo sincero no crei que llegaría tan rápido.-admite.

-Atticus es el más veloz.-le recuerda.

Alyrya Gritaba con furia, gritaba sin cesar esperando que quemando a todos, su dolor desapareciera. En ese momento otro dragón aparece en su campo de visión, la sobrevuela y se posa a su lado.

-¡Alyrya!-Grita su jinete.-Para con esto. No puedes hacer esto.-Pide Daemon.

-¡Mataron a nuestra hija! Deben pagar.-Contesta volviendo a ordenarle a Atticus que siguiera camino.

-Dracarys. -Grita incendiando a los guardias del castillo.

-Siguela.-Ordena Daemon a Caraxes.-No es el momento, Alyrya.-Murmura para sí mismo.

Alyrya cambia de dirección, hacia la plaza, al momento en que Atticus aterriza, los aldeanos la miran, con terror.

-¡Alejense de mi hija!-Ordena viendo a algunos ebrios manoseado el cadáver.-No tienen derecho a profanar su cuerpo.-Habla sacando su espada, dispuesta a matarlos.

Daemon la observa desde la lejanía, preguntandose si debería meterse.

-¿Qué nos harás, perra?-Ante eso, Alyrya clava con fuerza la espada en su garganta.

Los demás que acompañaban a profanar el cuerpo, se acercan dispuestos a matarla, pero tienen el mismo destino, uno queda en pie, observa a la princesa Sangrienta, llena de sangre. Por todo su cuerpo. Simplemente huye, dejando a Alyrya sola. La noche cayó mientras ella masacraba el pueblo, suspira al ver a su niña con el rostro hinchado, se notaba que la habían golpeado mucho, el hueso de su cuello sobresalia de su lugar, soltando un sollozo, sube a la horca para bajarla y ponerla en el suelo, tapando su desnudez con el abrigo de Stark.

-Ay, Vis.-La angustia sube por su garganta.-Debí ser yo.-Solloza acariciandole las mejillas.-Mi niña. No puede ser.-Solloza.

Los presentes que no habían tocado a la princesa permanecían quietos, sintiendo pena por Alyrya. La misma estaba vulnerable llorando sobre el cadáver de su hija.

Alyrya no podía calmar su llanto repentino, la ira se había ido. Solo quedaba la pena, la tristeza. Pero el deseo de venganza persistía en su sangre, al ver nuevamente el rostro desfigurado de su hija. Viendo con atención cada golpe en su angelical rostro. Escucha unos pasos, gira la cabeza con odio a quien la haya interrumpido, pero al ver quien es su odio crece aún más. Aemond. Observaba a Viserya y luego a Alyrya con una mirada de desdén.

-Atticus, llévate el cuerpo a Dragonstone.-Ordena, el mismo mueve con el hocico el cuerpo de la niña que conoció desde su nacimiento y bufa al sentir que no se mueve, la toma entre sus garras y emprende vuelo tal y como Alyrya le Ordenó.

Daemon observa como se acerca, con la mirada endemoniada, temiendo que lo matara.

-Lamento lo de Vis.-

-¿Lo haces?-Inquiere.-¿Igual que con Luke?-El ojo de Aemond expresa culpa.

-Fue un accidente.-Se excusa con dolor.-Solo quería asustarlos.-

-Todo tiene sus consecuencias. Entregarán el trono al amanecer o no habrá trono que entregar. ¿Estoy siendo clara? Serán castigados por esto igual que quienes los apoyan. Quemaré vivos a cada mezcla Targaryen-Hightower. Hoy es un aviso. Mañana será un hecho, Aemond.

La bastarda roja ||Versión Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora