Capítulo 40.-Reina por conquista.-

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Narrador omnisciente.

Los años habían pasado, una guerra interminable, hambruna, heridos y demasiadas perdidas. Alyrya había envejecido, pero no había perdido su espíritu vengador, rozaba casi los sesenta años, pero aún era una guerrera. Su cuerpo era el mismo, sus músculos aún mas anchos que antes. Luego de la muerte de Jacaerys, algo que golpeó duramente a Rhaenyra, habían tomado la capital, Joffrey, Viserys y Aegon permanecían en Dragonstone junto a Aerys y Leenay, Alyrya no confiaba en tener a los niños en la fortaleza, Tyland Lannister estaba siendo torturado constantemente para saber la ubicación del dinero real. Los verdes habían saqueado la bobeda antes de la toma de la capital. Alicent permanecía en la torre de Maegor junto a los nietos que quedaban, Aegon herido por Rhaenys que luego murió, estaba prófugo junto a Aemond, en alguna ciudad libre que lo considere rey, a pesar de que la gente decía que el trono rechazaba a Rhaenyra, Alyrya sabía que no era cierto. Sí, el trono la lastimaba pero era porque ella se aferraba de una forma sobrehumana. Había perdido a muchos hijos como para dejarse sacar tal fácil.

-¿Acepta su Traición, Lord Borros Baratheon?-Inquiere Rhaenyra en el trono.

Su rostro demostraba cuanto lo detestaba.

-Aegon es el verdadero rey. El rey Aegon segundo es el heredero, maldita tirana.-Contesta Borros, su rostro estaba desfigurado por las incesantes golpizas.

-Mano Alyrya, Asesinelo.-Ordena la reina con un gruñido.

Alyrya con una sonrisa se acerca y desenfundando su espada le corta la cabeza.
El temperamento de Alyrya era peor que hace catorce años, ahora era una persona cruel, que no le interesaba qué hizo esa persona. Sólo quería matar. Quería sangre, proteger lo suyo y el dominio sobre lo que ella consideraba que le pertenecía.

-¿Comemos, sobrina?-Pregunta con una sonrisa mientras limpia el filo de su espada con el vestido borravino.

-Ve tú.-Le sonríe Rhaenyra.

Hace años sentía celos de ella y Daemon, ahora comprende que nunca podría competir con su tía y que era mucho mejor seguir amandola y teniéndola de su lado que desterrandola.

-Permiso, mi reina. ¡Atentos, soldados!-Grita antes de caminar hacia la puerta, los capa dorada se ponen firmes y hacen un saludo militar hacia Alyrya hasta que ella se va.

Las tantas pérdidas que han sufrido en estos años terminaron definitivamente con la dulzura de la princesa, quien antes era amorosa y atenta ahora sólo pensaba en derramar sangre. La tía que todos los Targaryen sobrinos conocieron, se había ido. La muerte de Jacaerysy, de su prima, Rhaenys, habían terminado de sepultar a la Alyrya del pueblo. Si bien había erradicado las peleas de niños en los burdeles, liberado esclavos y ayudando al pueblo, los aldeanos sabían que era cuestión de tiempo para que terminara de perder la razón. Sabían que Alyrya lo haría al ver a sus seres amados morir.

-Buen día, Lyna.-La saluda.-Carne, por favor.

-Enseguida, princesa Alyrya.

Extrañaba que las personas la llamaran princesa, amaba cuando su hermano, Viserys, la llamaba princesa o hermana querida. Todo en ella murió con su hermano y su hija. Todo amor y compasión desapareció cuando Viserys murió era noche helada. Solo. Tal y como Viserya lo había hecho. Todos en un sentido, en esta guerra, están rotos. Pero Alyrya estaba desanimada además. No poder ver a sus hijos la mataba en vida, si es que le quedaba algún sentimiento.

-Bastardita.-La voz de Daemon la saca de su depresión mental.-¿Qué haces comiendo sola?-

Si bien Daemon tenía cinco años más que ella, ahora se veía más joven y atractivo que antes.

La bastarda roja ||Versión Black.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora