CAPITULO 11. POV Rámses. PERO ESTO APENAS COMIENZA (segunda parte)

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Esta chica acabará conmigo

Subi a la habitación y ella estaba en el baño, asi que me senté en el escritorio esperando a que saliera.

—Buenos días Bombón—la saludé, dejándola paralizada en el sitio.

—Ehm... buenos días, estaba buscando mi ropa para cambiarme...

—Está lavándose—quise sonar despreocupado, sobre todo para no seguir pensando lo que me continuaba atormentando la polla—, incluyendo tu ropa interior.

No quise verla, porque temí que fuese peor, pero ante su repentino mutismo tuve que girarme. Se veía tan adorable recién levantada como aquella vez que me recibió en su casa cuando la tomamos por sorpresa.

—Fue muy inteligente de tu parte no decirme que estabas durmiendo sin ropa interior—ladee mi sonrisa, porque sabía lo que pasaría a continuación— creo que allí hubiese sido más hormonas que cansancio.

Su boca se abrió de sorpresa y soltó una risa nerviosa que me contagió pero mi mirada estaba clavada en ella, deseaba besarla con tanta intensidad que me resultaba doloroso y no digo en mi entrepierna, sino en mi corazón.

—Ehm... y... ¿a qué hora te despertaste?— intentó cambiar el tema, pero no se libraría tan facil

—Hace un par de horas

—¿Y eso?

—Después de que descansé, era solo hormonas y tú estabas a mi lado, en mis pijamas y sin ropa interior.—no le mentiría, ni hoy ni nunca.

—¿Puedes dejar de decir eso?—y solo pude reirme con fuerza cuando sus mejillas se pusieron rojas intensas.

—Está bien, pero no dejaré de pensarlo...

Ella rodó los ojos y se dispuso a revisar su teléfono.

Pero el día no podía ser eterno, y en algun momento ella debería volver a su casa, aunque le sugerí que no lo hiciera. Busqué algo de comida y terminamos almorzando en el cuarto, pero llegada la hora de tener que irnos, Gabriel estaba instalado cómodamente en la sala, sin intenciones de moverse. Asi que le di la opción de esperar a que se fuese o de salir y que la descubriera. Yo no quería que la descubriera, no quería que él supiese que ella estaba conmigo, porque la quería solo para mí. Pero ella escogió salir y no me quedó de otra, asi que rodando los ojos abrí la puerta y salimos.

Gabriel estaba solo en boxers en la sala, y en cuandto la vio se levantó sorprendido, ahora sabía quien era "solo". Le lancé una camiseta para que se tapase, pero el mal creo que ya estaba hecho, ella tenía su imagen semi desnuda en su cabeza y ahora me tocaba a mi borrársela.

Gabriel no me podía creer que era Amelia la que hubiese pasado la noche conmigo, hasta preguntó si ella siempre había estado aquí, quizas creyó que "solo" se había ido y luego llegó Amelia. Pero fue cuando él quiso tocar su rostro, cuando me apresuré a evitarlo. Ella es mi límite, y se lo dejaría bien claro. Amelia es mía.

Je dis que nous allons parler quand je reviendrai. C'est suffisant Gabriel. Je ne vais pas vous dire encore une fois – Te dije que hablaremos cuando vuelva. Es suficiente Gabriel. Ni siquiera voy a decirlo una vez más .

Gabriel curvó sus labios en una pequeña sonrisa y supe que solo empeoré las cosas.

Dirigí a Amelia por la cintura hasta la camioneta, sin dejar de creer que llevarla a su casa era un error monumental. Le repetí varias veces que me llamase si quería salir pero lucía perdida a medida que nos acercábamos a su casa.

—Gracias por todo—se despidió de mí antes de bajar

—Cualquier cosa me vuelves a llamar. Por favor, no hagas que tenga que volver a rastrear la llamada—y lo haría en serio—, si quieres podríamos vernos en el semáforo de la esquina si no quieres que te vean con un chico. Tardaría solo diez minutos en llegar.

La vi bajarse del auto y arranqué solo para darle la vuelta a la manzana. No debí dejarla ir, no debí traerla, debí dejarla en la casa. Golpeé varias veces el volante frustrado, debatiéndome ente la posibilidad de acercarme hasta su casa e invitarla a salir, como si nunca hubiésemos pasado el día y la noche juntos, solo para sentir que estaba segura, porque no creía que existiese otro lugar donde pudiera estar segura que no fuese conmigo.

Pero cuando estuve a punto de conducir hasta su casa, la vi salir, encendí el auto y no pudiendo hacer una vuelta en U a plena luz del día, me tocó dar una vuelta a la calle entera solo para llegar hasta ella, y hubiese dado todas las vueltas que hubiesen sido necesarias hasta alcanzarla.

Entonces una llamada entrante me hizo sonreír, me estaba llamando, tomándome la palabra, dejándome que la ayudase.

—Hola, bueno...—titubeó—. Entonces... el semáforo que dijiste...

—Amelia, deja de caminar un momento

Frené el auto justo a su lado y le abrí la puerta para que se subiese, de donde nunca debió bajarse.

—Pensé que te quedaba a diez minutos de tu casa

—Nunca me fui. Te vi salir pero tuve que tomar la otra calle para poder llegar a ti.

—Lamento ponerte en esta situación. Yo pensé que podría soportar estar en la casa, pero sin mi mamá allí. No puedo...

—Este bien. Igual yo no quería traerte en un principio—había sido un error que no pretendía volver a cometer—, y por alguna razón cuando entraste a tu casa, quise sacarte de allí cuanto antes.

—La próxima vez, hazlo.—y era todo lo que necesitaba, la proxima vez lo haría

—Grabaré este momento, no quiero que después me acuses de secuestro.

Su teléfono comenzó a sonar y supe que era su padrastro en cuanto comenzó a hablar, pero me sorprendí cuando le dijo que su advertencia de que ese "hombre", es decir yo, no la tocase, llegaba muy tarde; y luego le colgó el teléfono en un ataque rebelde que me pareció muy atractivo viniendo de ella.

El camino fue en silencio, pero la noté llorando mientras miraba por la ventana, creo que de frustración, pero funcionó para algo, porque cuando llegamos a la casa y volvimos a sorprender a Gabriel, él no hizo ni una sola pregunta al respecto. Volvimos a subir a mi habitación, ella parecía un poco zombie, como si estuviese cansada, pero de tanto pensar.

La ayudé con el bolso que tuvo la precaución de traer y comencé a sacar las cosas de él. Estaba su uniforme para el instituto, sus libros, el cargador de su celular y su pijama, pero nada de ropa interior.

Mordí mi labio porque una ola de calor recorrió mi cuerpo sabiendo que volvería a dormir a mi lado sin ropa interior pero sobre todo porque esta vez ella escogió no traerla, que es lo mismo que no ponérsela. Sea lo que sea que estaba haciendo con ella estaba funcionando, solo debía seguir atormentándola un poco más.

Reprimí una sonrisa cuando mis planes morbosamente macabros se materializaron en mi cabeza

—¿Qué?—me preguntó

—Pijama, uniforme, libros, cuadernos, cargador del celular...—enumeré todo lo que había traído consigo—pero nada de ropa interior.

Ella se sonrojo a niveles que no creí posible, pero esto apenas comienza...

No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora