—Limpio tu cuarto por una semana si te tomas el café de hoy—ofreció mi hermano desde la puerta. Iba con una escoba en sus manos y un trapo con olor a desinfectante sobre el hombro.
—No te dejaré limpiar el cuarto, solo quieres hurgar en la ropa de Amelia.
—No mentiré que será una ganancia adicional, pero es que el café de ayer estaba realmente espantoso.
—Te lo tomas y punto. Se machito.
—No me he quejado por la limpieza, tampoco cuando pasa revisando por si quedó polvo como una maniática... pero el café... ¡Dios!
—Lo sé, es realmente malo, pero compraré hoy un café instantáneo, no es igual al de granos, pero podrá quedarle mejor—me reí cuando giró los ojos con dramatismo, así era Gabriel siempre.
—¿Estás consciente de que ella sabe que su café es horrible y aún así nos los hace tomar? es una mente maquiavélica.
Me reí con fuerza: —La intención es lo que cuenta.
—No si su intención es matarnos.
—¡Cenicientos, ya llegué!.—mi papá subió trotando las escaleras después de saludar a Amelia. Gabriel rodó los ojos cuando escuchó el sobrenombre.
Entró al cuarto y cerró la puerta detrás de él, sacó de una bolsa lo que parecía ser su contrabando mejor guardado y me reí cuando vi una lata de café nescafé instantáneo.
—Esto se termina aquí y hoy. Tú—señaló a Gabriel—, te encargarás desde mañana del desayuno, eres el mejor madrugador, y tú te encargarás de explicarle las complicadas técnicas para hacer esto. Me estoy ahorrando una barbaridad en limpieza desde que hizo de ustedes unos hombres productivos, pero lo estoy gastando en Starbucks.
—¡Gabriel! No has terminado con la sala—Amelia entró en la habitación y nos miró confundida. Escondí la lata detrás de mi espalda.
—Ya voy Beleza, ¿sabías que la esclavitud ya fue abolida?.
—Y me alegro que sea así, pero si dejarás un bizcocho derretirse en el piso y que sea el criadero nuevo de varias especies de hormigas e insectos, tú serás el único responsable de limpiarlo o de domesticarlos.
Gabriel salió de mi habitación con Amelia detrás de él, quien fue a asegurarse de que limpiara correctamente su desastre.
—Francamente, esa chica ha logrado lo que yo nunca pude: que limpiaran. ¿Me pregunto qué otras cosas puede hacer?.
—Sabe hacer muchas otras y las que no...
—Demasiada información... demasiada. Hay cosas que no quiero imaginar y que es mejor mantenerme ignorante. Te quería preguntar... ¿sigue esperando cuando terminan las clases?.
—Si, aunque creo que comienza a esperar menos. Nos hemos hecho los tontos y no le hemos preguntado nada como dijiste, pero odio verla entristecerse todas las putas tardes por esa tipa.
—Lo sé. Hoy logré hablar con ella—mi papá se sentó en la cama mientras soltaba el nudo de su corbata y algunos botones de su saco, chaleco y camisa—. No me preguntó por ella ni una sola vez, hablamos quince minutos y ni siquiera dijo su nombre...
—No me extraña nada de esa tipa... ¿Y qué te dijo?—terminé de quitar el polvo de las mesas de noche y me senté a su lado— ¿La dejará quedarse con nosotros?.
—No pienso permitir que ella regrese con Rosalía, Rámses, sobre mi cadáver Amelia irá con esa escoria, pero si... la dejará quedarse con nosotros, de hecho sus palabras exactas fueron "que se quede donde quiera". También le adelanté la posibilidad de firmar algunos documentos para poder encargarme de las cosas de Amelia y solo supo responder "si, ajá".
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No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 1
Teen FictionRámses y Gabriel O'Pherer llegan a una nueva ciudad a cursar el ultimo año del instituto. Para nivelarlo en sus estudios le asignan a dos tutoras: Amelia y Marypaz. Rámses es un francés petulante, está molesto con la vida por quitarle a su mamá, tie...