CAPITULO 37. POV Familia O'Pherer. Daniel. (tercera Parte).

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Rámses se hizo el desentendido delante de papá y yo seguí también con su juego; sin embargo se reunió con Mike a solas y horas después salió libre sin ningún cargo. Hasta ese momento consumí drogas, porque las palabras que me dijo Rámses cuando salió, calaron profundo en mi: «Si sigues por ese camino, harás que me maten junto contigo», y yo definitivamente no quería ver a mi hermano ni muerto ni con su vida desgraciada porque yo quería ser un imbécil.

—Te ayudaré. No te preocupes—le respondí a mi papá—.

—Necesitamos hablar—dijo Rámses entrando en la cocina, su rostro estaba pálido y descompuesto, largas ojeras surcaban su cara—Amelia ya despertó.

Rámses se pasó la mano por su cara varias veces, luego por su cabello. Estaba nervioso y ansioso como nunca antes.

—Amelia se está dando una ducha y bajará a contarnos lo que ocurrió anoche.

—¿No te lo contó?—pregunté sorprendido

—No, quiere que primero los ponga al día de ciertas cosas que ella no quiere volver a repetir—dio un gran suspiro y prosiguió—. Amelia fue abusada por Daniel, su primer novio, lo conoció en línea y cuando se citaron para verse, resulta ser que no era Daniel, era un tipo que la terminó violando.

«Hijo de la grandísima puta», maldijo mi papá, rara vez lo escuchábamos diciendo esas cosas. Esta historia yo me la sabía, mi hermano me la contó, así que no estuve tan sorprendido como él.

—Amelia solo me dijo que lo que pasó anoche fue obra de Daniel.

Mi papá soltó un suspiro con cierto alivio, entendía muy bien el por qué, era mejor que fuese Daniel a que fuese Stuart por muchas razones. La primera era que Rámses no sabría donde localizar a Daniel para ir a matarlo, la segunda era que el principal peligro no se encontraba en la misma casa que Amelia.

Entonces el diplomático O'Pherer, actuando en nombre de Mike seguramente, inició un pequeño interrogatorio con todas las dudas que tenía y así me enteré de muchos detalles que hasta el momento no sabía. Fue bastante escabroso como ese tal Daniel engañó a Amelia, quien por lo que contó Rámses llegó a ser bastante cuidadosa al respecto. Era imposible que ella hubiese podido descubrir que no era la persona que decía, obviamente ese Daniel era un experto en la materia y de seguro estaba acostumbrado a mentir. Me dio repulsión de pensar de que Amelia no haya sido su única víctima y que peor, la lista de chicas siguiese aumentando.

¿Y qué pinta en todo esto Andy? No me quedaba claro, quizás él no estaba al tanto o quizás fue un cómplice, en cualquier caso, más le valía no volver a toparse con nosotros.

Entonces las preguntas se acabaron y nos sumimos en un silencio, donde cada quien trataba de poner orden al caos interno que estábamos experimentando. Vi a mi papá abrazar a Rámses con fuerza, mi hermano lloraba y no podía culparlo, yo mismo boté algunas lágrimas solo de pensar todo lo que Amelia tuvo que lidiar.

Entonces hice la pregunta que nadie había hecho hasta ese momento: ¿Y su mamá lo sabe? ¿Dónde estaba su mamá en todo eso?

Rámses no tenía nada seguro al respecto: —Quizás Amelia no le contó nada, ya su mamá estaba muy afectada por el engaño de su padrastro, como para darle más dolores de cabeza—pero ni el mismo se creía eso—.

Aunque era posible. Una violación era considerada aún un tabú, las personas que lo sufrían sentían vergüenza de hablar al respecto, como si fuese su culpa, creyendo que si no dicen nada podrán lidiar con la situación más fácilmente o peor, que podrán olvidarse de ella.

Nos quedamos una vez más en silencio hasta que Amelia llegó a la cocina. Estaba recién bañada, con su cabello húmedo y ropa de Rámses. Sus ojos estaban enrojecidos, su cara ligeramente hinchada, no hubiese podido fingir que estaba bien ni aunque lo intentase. En su piel se evidenciaban marcas violáceas que solo empeorarían con el pasar de los días. Desvié la mirada de ellas, no quería hacerla sentir incomoda, pero sobre todo porque quería mantenerme lo más cuerdo que pudiese.

Me acerqué hasta ella y la envolví en un abrazo sincero. No quería que estuviese triste, mucho menos que sufriese. Luego la saludó mi papá, quien se quedó parado al lado de ella. Me hizo una seña casi imperceptible para que me acercase a mi hermano y eso fue lo que hice.

—¿Ya Rámses les contó sobre...—su voz estaba rasposa, pero con mucha seguridad, eso me sorprendió. Ella era más fuerte de lo que se veía definitivamente.

—Prométeme, no, júrame que no me soltarás la mano—le dijo a Rámses y yo di un paso más cerca de él, nada de lo que Amelia dijese después de eso podía ser bueno—.

—Anoche, Daniel entró en mi habitación e intentó abusar de mi otra vez

—¿Cómo entró?—preguntó de inmediato mi papá, su voz también sonó distinta, como si no quedaran aire en sus pulmones.

Entonces a Amelia se le cristalizaron los ojos, y la entereza que demostró hasta este momento se quebró, clavó su visa en el piso y se sonrojó de verguenza.

—Daniel es Stuart, mi padrastro.

No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora