En este medio una sola persona es quien tiene tanto la droga como la cerveza, tener a dos personas en dos puntos distintos con dos mercancías distintas y valiosas, solo complicaba la situación. Eso también lo aprendí de la peor forma, cuando hicieron una redada sorpresa. Por suerte corrí hacía el sujeto que llevaba las cervezas, era mejor que me detuviesen por alcohol, que por drogas y lo confirmó Mike cuando me sermoneó por teléfono después de que mi papá me fuese a buscar a la comisaria.
—Seis cervezas. Cerradas—le pedí extendiendo un billete de 50, estaba más que seguro que eso cubría el precio y el pase. En estas reuniones aunque no te lo decían, debías pagar entrada.
—En sitios como este, jamás aceptes bebidas ya abiertas—era algo tonto para decirle, porque ni de coña permitiría que ella regresara a un sitio así sin mí, pero también serviría para darle un poco más de susto.
Conduje hasta el acantilado, pudimos caminar, pero no quería estacionar la camioneta tan lejos de nosotros. La tome de la mano con la excusa de ayudarla a bajar por la pequeña colina. Busqué las rocas donde solía a sentarme, a lamentarme constantemente por la pérdida de mi mamá, viendo el ir y venir del mar, esperando que esa serenidad que yo conseguía, pudiera ser también de Amelia.
La vi cerrar los ojos y aspirar el olor marino, relajando sus músculos, esos que mantenía en tensión desde que la vi y seguramente desde antes de eso. Destapé las cervezas y le ofrecí una creyendo que la rechazaría.
Incluso en las cosas más pequeñas, Amelia no dejaba de sorprenderme.
Cuando la noté más calmada me aventuré a retomar el tema de su mamá y su padrastro. Necesitaba saber por qué eran tan espantoso que su mamá lo hubiese perdonado, pero sobre todo quería conocer el por qué Amelia no podía hacerlo.
—No estoy lista para hablar de eso—zanjó el tema y tratando de cambiarlo agregó:—. Este lugar es hermoso, ¿Cómo diste con él? Pensé que tenían poco tiempo en el país.
—Siempre tenemos poco tiempo en los países en los que estamos. Nuestro papá es diplomático, así que hemos vivido en varios países, en distintas oportunidades. En este estuvimos hace tres años, y fue cuando di con este lugar. Cuando llegamos lo primero que hice fue regresar aquí y me encontré con que no era el único en frecuentarlo.
—¿Tu mamá también es diplomática?—preguntó
—Tienes muchas preguntas, pero no respondes las mías—se me hacía fácil comunicarme con ella, pero de verdad necesitaba obtener respuestas, mi cabeza comenzaba a hacerse algunas ideas bastantes escalofriantes alrededor de su mamá y su padrastro.
—Gracias por traerme aquí—susurró, y creí que esquivaría mi pregunta—. No preguntes como lo sé, pero mi padrastro aún va detrás de la mujer con la que engañó a mi mamá
—¿Y ella lo sabe?
—Si. Se lo he dicho y mostrado pero es como si ella prefiriese no escucharme, como siempre. Tu turno de responder—pidió—.
Era una respuesta sensata, entendía que quisiera proteger a su mamá incluso del dolor al que ella misma estaba exponiéndose al volver con un hombre, que continuaba engañándola con la misma mujer. Para mí no era un tabú hablar de mi mamá, solo era doloroso y en la medida de lo posible lo evitaba
—Mi mamá no era diplomática, y la palabra clave aquí es "era". Ella falleció hace poco más de tres años.
—Lo lamento—apretó mi brazo en el mismo gesto que todo el mundo hacía cuando lo contaba, aunque en el caso de ella, realmente sentí el alivio de sus palabras—, de haberlo sabido no te hubiese insistido en la pregunta.
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No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 1
Teen FictionRámses y Gabriel O'Pherer llegan a una nueva ciudad a cursar el ultimo año del instituto. Para nivelarlo en sus estudios le asignan a dos tutoras: Amelia y Marypaz. Rámses es un francés petulante, está molesto con la vida por quitarle a su mamá, tie...