CAPITULO 42. POV Familia O'Pherer . STUART. (tercera parte)

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Gabriel

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames? ¿Cómo te lo digo?. Estoy encerrada en mi casa, mi mamá vigila mi comida, mi papá me revisa el cuarto; hasta para ir al baño me siguen. Tengo que ir a un nutricionista y a un psicólogo y todo eso gracias a ti y tu estúpida boca. Tenías que decirle a mis papás, no podías quedarte callado, no podías escucharme y entenderme, tu solo-

—Solo llamo para saber si Amelia se encuentra contigo Marypaz—su reproche me dolía, su voz fría me destruía.

Sé que la llamo solo por la excusa de saber de Amelia, pero no he dejado de extrañarla, de quererla y a la parecer ella tampoco ha dejado de odiarme.

—¿Y por qué yo sabría dónde está?

—No fue hoy a clases y creo que su teléfono se dañó—mentí, no me correspondía a mi ponerla al día de todo lo ocurrido.

—No he sabido de ella desde aquel día. Debe odiarme—y por fin Marypaz usó conmigo otro tono que no era el frío y cargado de odio con el que siempre me hablaba—.

—No creo que te odie, quizás te está dando tú tiempo. Eres su mejor amiga

—Pero lo que dije fue muy bajo... ella no estaba enamorada de ti Gabriel, no sé por qué lo dije—sus palabras no me dolieron, estaba feliz de que pudiéramos tener una conversación sin insultos.

—Amelia te conoce, sabe muy bien que no eras tú esa noche. No te juzgará por lo que dijiste. Eso no trajo mayores problemas tampoco, así que tranquila.

—Está bien. Ehm... gracias. Bueno, tengo que irme, tengo cita con la nutricionista—ella se despidió y yo me entristecí.

—¿Me perdonarás algún día Pacita?

Estúpido. Estúpido. Estúpido. ¿Por qué no puedo quedarme callado la boca?

—Quizás podamos volver a ser amigos—dijo al cabo de un tenso momento de silencio y mi corazón latió con fuerza.

—Bien, puedo conformarme con eso—volví a mentir, yo la quería y la recuperaría; y en ese viaje sacaría a Amelia de mi corazón.

—Hablamos después Gabriel.

—Claro Pacita

—Estem... ¿sabes? Odio que me digan Pacita, solo se lo acepto a Mia.

—No lo sabía. Me gusta Pacita

Ella rió y casi que puedo verla sonrojarse. Mis indirectas nunca le pasaban desapercibidas y con su risa renovaba esperanzas con ella. Entre nosotros siempre existió una conexión indescriptible e innegable, la química que nos unía era algo que nunca experimenté antes. No dejaría que eso se fuese de mis manos sin luchar.

Finalmente nos despedimos y me quedé como idiota sonriendo hasta que salí de la habitación y me conseguí a Rámses... siendo Rámses.

—Está donde Germán—me avisó mientras tomaba las llaves de la camioneta y salía a buscar a Amelia.

—¿Y ya te hablas con Pacita entonces?—preguntó mi papá mientras cenábamos.

Amelia estaba en casa de Marypaz, y Rámses la esperaba para cenar con ella. Mi papá y yo estábamos hambrientos.

—Marypaz, odia que le digan Pacita—aclaré— y no diría que nos hablamos, pero por lo menos las últimas conversaciones no han terminado con ella recordándome cuanto me odia.

—Es un avance, tienes que darle tiempo—dijo mi hermano.

La puerta de la calle se abrió y Amelia anunció su llegada. Inmediatamente Rámses se paró a comenzar a calentar la cena para ambos.

No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora