Así que dejé que mi mente vagara libremente por todas sus curvas, esas que tenía grabadas en mi retina, recordando y viviendo cada momento que hemos compartido, todas las veces que nuestras manos se encontraron, su baile y saltos en el concierto de Cólton, su cuerpo al lado del mío mientras veíamos el amanecer en la playa. Sus piernas desnudas y su ropa interior en la mañana de hoy, pero sobre todo, en su silueta cuando se desnudó delante de mí
Y fue con esos recuerdos que llevé mi mano sobre mi erección y con movimientos rápidos y acompasados, que llegué a un clímax profundo que me brindó cierto alivio e irónicamente cordura.
Un deje de decepción se abrió paso en mi porque no fue su mano la que me hizo gruñir, pero bien que lo había imaginado.
Salí del baño y encontré a Gabriel echado en mi cama. Había instalado la consola de vídeos y esperaba que me uniese a la partida que estaba jugando. Me vestí y tomé el control que me ofrecía. Cada cierto tiempo revisaba el teléfono, comprobando que tenía batería, que su señal era estable, que funcionaba correctamente.
—Llámala y acaba con esto—me sugirió Gabriel sin despegar la vista del juego—. Nos han matado varias veces por tu culpa. ¡Cuidado!—gritó alertándome sobre una nueva horda enemiga que venía hasta nuestra posición.
Los nuevos soldados enemigos eran inclementes y lograron distraerme por un pequeño momento. Cuando disparé al último enemigo mi teléfono sonó y solté el control para tomarlo.
—¿Es ella? Olvídalo, claro que es ella, solo pones esa cara cuando hablas con Amelia.
—¿Qué cara?—le pregunté a mi hermano—. Mierda, no me distraigas, acabo de confesar que la rastreé.
Gabriel se rió: —Idiota y esa es la misma cara que pones con ella.
—Deja de rastrear mi teléfono Rámses, es demasiado acosador >:( —me reprendió Amelia por mensaje
—No pongo cara de idiota—me defendí, aunque reí con su último mensaje haciendo que Gabriel me señalase con una sonrisa de suficiencia.
—Si tú me hubieses escrito como dijiste que harías no hubiese tenido que hacerlo ;) . ¿Ya estás en tu casa?—tecleé
—¿Por qué no rastreas mi teléfono y lo averiguas?
Me gusta cuando esa boquita se pone contestona y rebelde. Mmm lo que me gustaría hacer con esa boquita
—Tienes otra vez esa cara—dijo Gabriel reanudando la partida. Alcé mi cara y me miré en el espejo del closet, estaba sonriendo como un idio-
—Bien, ya entendí—le dije a mi hermano.
Seguí escribiéndome con Amelia y me sentí lo suficientemente valiente para preguntarle una de las tantas cosas que ella me dejaba en intriga. «¿Para qué era el candado que compraste el viernes?»
Ella tardó en responder y dudé que lo fuese a hacer. Le había contado a Gabriel lo de su extraña compra aquella noche así que pude comentarle también lo que estaba tardándose en responder a mi pregunta. Cuando su respuesta llegó Gabriel pausó el juego queriendo saber sus razones quizás tanto como yo.
—Para mi cuarto. No quiero que Stuart entre cuando yo esté aquí.
Miré a mi hermano y era el reflejo de mi misma preocupación. Muchas razones pasaban por mi cabeza, desde que su padrastro urgaba sus cosas y ella solo quería privacidad hasta unas mas oscuras que me negué a creer. Tecleé la primera respuesta que se me ocurrió, en realidad quería hacerle varias preguntas, pero estaba seguro que me evitaría responder.
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No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 1
Novela JuvenilRámses y Gabriel O'Pherer llegan a una nueva ciudad a cursar el ultimo año del instituto. Para nivelarlo en sus estudios le asignan a dos tutoras: Amelia y Marypaz. Rámses es un francés petulante, está molesto con la vida por quitarle a su mamá, tie...