Me encanta como besa.
Sus labios son suaves pero el beso es intenso.
Es como si quisiera comerme vivo o mejor, dejar que me la coma toda. Lo primero que me gustó de ella fue su sonrisa tímida y sincera, pero lo que realmente me encantó fue su alter ego. Me gusta bromear con ella sobre eso porque le avergüenza y cuando se sonroja es cuando más me provoca besarla. Ella era tímida, tranquila y reservada en el Instituto, pero cuando estábamos a solas, es una persona distinta.
Me gusta porque es exclusivamente conmigo con quien se comporta así, dice que yo la desinhibo, que la descontrolo y eso me pone duro de inmediato.
—Mi casa estará sola por un rato—me susurró Pacita mientras caminábamos hacia la camioneta. Las clases terminaron y nos disponíamos a cumplir el resto de nuestra rutina: llevar a nuestras novias a sus casas.
Siempre me quedaba con Pacita un rato y nos besábamos un poco antes de que entrase a su casa y fuese absorbida por los dos revoltosos niños que eran sus hermanos menores. Me recordaban muchísimo a Rámses y a mí, por eso me encantaban. Pero hoy, creo que las cosas serán distintas, así que cuando no estaba prestando atención revisé si tenía un condón en la cartera, para mi alivio lo tenía, no quería tener que pasar por una farmacia antes.
Ya conocía a la Marypaz tímida, a la hija perfecta, la amiga ideal y la excelente estudiante. Pero cuando estuvimos juntos por primera vez conocí a una nueva faceta que me excitaba en dos segundos, la cachonda. Era salvaje, curiosa, dispuesta a todo y lo mejor, se dejaba llevar.
El recuerdo de nuestra primera noche aun trastorna a mi pene y no importa cuántas veces me toque evocándola, sigue excitándome.
—Haré lo que tú me pidas—susurró contra mis labios, mientras apretada mi erección en su mano.
Lamí sus labios, esos que tanto me habían gustado desde que los vi y ella entendió, me encantaba que pudiese prácticamente leer mi mente. Sonrió con picardía y sin un atisbo de timidez se rodó por mi cuerpo donde estuvo sentada a horcajadas hasta que tuvo mi erección frente a sus ojos.
Me besó por encima del bóxer, lo único que quedaba cubriéndome y lo mordió con delicadeza antes de quitármelo; cuando liberó mi erección fue su turno de lamerse los labios.
—Tendrás que enseñarme
Su aliento tibio me rozó y sin esperar que le respondiese lo metió en su boca. ¡Todo!. La vista era fenomenal, en especial cuando me regresó la mirada, con mi miembro aún atrapado entre sus labios. Buscó a tientas mis manos y las llevó hasta su cabeza, haciendo que enredara mis dedos en su cabello y la guiara, incitándome a envestirla con fuerza.
Dudé seriamente que no lo hubiese hecho antes, porque realmente era el mejor sexo oral que me habían hecho hasta el momento, pero si no la frenaba, acabaría en su boca y estaba tan agotado, después de pasar toda la noche despierto, que dudaba que después de acabar pudiera hacer algo más. Y estoy bastante seguro de que Pacita se decepcionaría muchísimo.
No la dejaría con ganas.
Levanté su cabeza para que cesara el contacto y la tendí en la cama. Estaba más que claro lo que ella quería, sin embargo tenía que preguntarle, después de todo, era virgen y quería que estuviese segura de lo que pasaría a continuación.
Esperé que su dolor inicial remitiese, besando su cuello para mantener su excitación. Solo cuando me confirmó que podía seguir, lo hice.
Comencé con movimientos suaves, pero ella no me ayudaba, me empezó a pedir entre gemidos que fuese más rápido, que le diera más fuerte. Y yo la obedecí, porque después de todo era como a mí me gustaba, me estuve conteniendo por ella, pero ¿Quién era yo para negarle algo cuando me lo rogaba de esa manera tan sensual?
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No Juzgues La Portada. Ahora contada por ellos 1
Teen FictionRámses y Gabriel O'Pherer llegan a una nueva ciudad a cursar el ultimo año del instituto. Para nivelarlo en sus estudios le asignan a dos tutoras: Amelia y Marypaz. Rámses es un francés petulante, está molesto con la vida por quitarle a su mamá, tie...