Amor en el mapa #1

53. Principito

⚠️ Advertencias ⚠️

Violencia verbal, física y manipulación

Mansión Parkinson

Julio 29, 1973

Nunca había sido común que las familias mágicas pasaran mucho tiempo juntas entre sí, a menos de que hubiera un compromiso entre dos miembros lo que le pasaba a la familia Black con los Parkinson.

Walburga Black estaba intentando que alguna de las hijas mayores de los Parkinson se uniera en compromiso con Sirius, eran mayores que él por varios años pero ambas familias sabían que era excelente que el heredero de una familia como los Black se casara con una mujer que no tendría un futuro prometedor como el de un hombre.

Ese día Regulus había tenido que acompañar a su familia a la mansión de los Parkinson, como siempre no había dicho nada aunque no quería ir. Sus padres estaban en el salón de la mansión con los señores Parkinson, llevaban hablando con ellos durante un buen rato.

Regulus estaba sentado en el jardín, completamente solo, su hermano estaba con Lauren, la hija mayor de los Parkinson y Will, el menor de los hermanos estaba en su dormitorio así que él estaba solo para su buena suerte.

Se levantó de su lugar y comenzó a caminar por el jardín, estaba tan concentrado en mirar el suelo que no se dio cuenta de que Will estaba parado cerca de la puerta que daba a la casa.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Will mirándolo.

Era un chico demasiado alto, ya estaba cerca del 1.85 y tenía unos ojos muy bonitos. Siempre había pensado que era muy lindo, amable y tan atractivo aunque claramente jamás se lo diría a la cara o lo vería raro.

—Si, solo estoy aburrido.

—Sé que tocas el piano, si te parece podrías mostrarme y así veo como tocas además se te quita lo aburrido.

Regulus asintió varias veces.

—Estaría bien.

—Vamos —dijo con una sonrisa amable.

Juntos fueron hacia la sala de música, estaba en el lado de la casa contrario a donde estaban los adultos. Era un lugar inmenso donde había varios instrumentos, entre ellos un piano negro que se veía antiguo.

Regulus se acercó al piano y se sentó, Will se acomodo a su lado listo para observar lo que él hiciera. Un poco intimidado y nervioso por tener al mayor a su lado, comenzó a tocar despacio tratando de concentrarse.

La canción comenzó a fluir sola mientras sus dedos se movían a través de las teclas, era algo que le sucedía a menudo. Su mente conocía el piano como su propio ser, estaba listo para tocar casi en cualquier momento del día.

La música llenaba la sala y hacía sentir una calidez inmensa a Regulus, el único momento de su vida donde era libre y donde nadie podía decirle quién era. Cuando era un chico normal, todo tranquilo y sereno.

Cuando terminó de tocar su mirada fue hacia Will que lo observaba con una mirada de admiración, una que solo había visto en su hermano cuando había tocado el piano por primera vez para él, era una mirada que le gustaba y no había visto muchas veces en su corta vida.

—Eres muy bueno tocando principito.

—¿Principito? —Regulus se sonrojo por el apodo.

—Así es, eres todo un principito con ese cabello bonito y tu cuerpo delicado.

—Qué bonito apodo Will.

—Lo sé, tan bonito como tú.

Regulus sonrió emocionado ante sus palabras.