23.

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Listo, lo arruiné. Estropeé todo y ahora ella se mantiene tan lejos cómo puede de mí. Si nos encontramos en el pasillo, se da la vuelta para buscar otro camino y cuando no puede hacer eso, pasa cabizbaja por mi lado. En general, evita tener cualquier tipo de contacto conmigo. Se ve bastante afectada, apenas sonríe y siempre está sola en su hora libre.

Todo es mi culpa, pero no tengo el valor para pedirle que me perdone. Sé que no me rechazará en caso de hacerlo, pues con un corazón tan noble y genuino cómo el suyo dudo que tenga espacio para el rencor. Pero mi mayor temor es obtener su perdón y después cometer el mismo error, entonces creerá que sólo estoy jugando con ella.

No merece estar cerca de un cobarde cómo yo.

Lo peor es que su ausencia se vuelve cada vez más notoria, la echo tanto de menos. ¡Todo es tan complicado! Si tan sólo no me avergonzara de expresar mis verdaderos sentimientos, podría devolverle su sonrisa.

—Minho, ¿no quieres ir por unas bebidas? —la voz de Hwamin me devuelve los pies a la tierra.

—No, gracias. Tengo trabajo extra —le echo un vistazo al reloj en mi muñeca—. Deberías irte ya, tu turno terminó hace diez minutos.

—Pues si te vas a quedar por más tiempo, quiero ayudarte.

—Yo puedo hacerlo solo. De verdad deberías ir a casa antes de que oscurezca.

—Bueno... —sonríe escogiendo los hombros—... Me iré ya.

La última vez que le dije eso, creyó que lo hice porque siento un tipo de interés/preocupación hacia ella, pero en realidad sólo quería quedarme a solas. Ahora seguramente está pensando lo mismo.

Se despide de mí y por fin estoy solo.

Suelto un largo suspiro mientras me echo hacia atrás y cierro los ojos. Hoy no la vi en todo el día y entre menos la veo, más se cuela en mi mente, robándome toda la concentración. El peluche que me regaló lo tengo en una de mis estanterías y eso también revive los recuerdos junto a ella, especialmente los de ese día.

Froto mis ojos y sacudo la cabeza antes de volver a mi trabajo.

Pasan alrededor de dos horas y finalmente estoy libre, así que no espero más para salir del edificio. El cielo nocturno está repleto de estrellas, es una noche muy bonita como para estar encerrado. Lastimosamente, dejé de disfrutar las salidas desde que Minju partió.

Nunca caí en cuenta del ser tan detestable en el que me convertí hasta que esta otra chica apareció.

Ahora estoy en el sofá de mi casa, mirando al techo y con el mayor de mis gatos acostado en mi regazo mientras acaricio su pelaje. Ni siquiera me he molestado en comer porque desde hace días no tengo mucho apetito.

El sonido de una notificación me hace reaccionar y reviso el celular; es una llamada perdida... de ella. Lo extraño es que no duró ni tres segundos. ¿Me habrá llamado por accidente? Justo cuando pongo el celular a un lado, suena de nuevo y esta vez soy lo suficientemente rápido para contestar.

Que no se note la desesperación por oír su voz.

—¿Hola?

—¡Minho, qué alegría escucharte! ¿Vendrías a ayudarme? Intenté llamar a mis amigos, pero ninguno contesta.

Basta con oír esas palabras para saber que estuvo consumiendo alcohol, lo cuál es muy extraño porque a ella no le gusta.

—¿Estás bebiendo?

—... No.

—¿Entonces para qué necesitas ayuda?

—¿Ayuda? ¿Necesito ayuda? —musita para ella misma— ¡Ah, sí, ayúdame! Es que Yuno me quiere secuestrar.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora