46.

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Un vuelo de más de diez horas es extenuante, mi cuerpo entero está tenso. Aparte de eso, lloré en más de una ocasión y tenía que hacerme la tonta, fingiendo que dormía para que la azafata no me viera, de lo contrario habría pasado alta vergüenza.

Mi corazón está agonizando.

Me sujeté a la posibilidad de que Minho llegaría a buscarme y como soy una estúpida capaz de tirar todo por la borda solo por él, estaba dispuesta a regresar corriendo a sus brazos porque estoy cansada de huir de un lugar a otro.

Lastimosamente no pasó y tuve que enfrentar el desafío más grande: subir al avión sin tener idea de cuando volveré a verlo u oír su voz.

Es deprimente, pero la buena noticia es que por fin estoy con mi hermano.

—¡Hermanita!

Miro alrededor con desespero en busca de él y lo diviso a los lejos, una enorme sonrisa se plasma en mi boca.

—¡Hermanote!

Ambos ampliamos los brazos y corremos a envolvernos en un abrazo apretado. Oh, cuánto lo extrañé.

—Qué bueno verte, te eché muchísimo de menos.

—Y yo a ti, Dodo.

Me quedo aferrada a él por un largo rato porque de verdad necesito un abrazo. Supongo que él sabe cómo me siento, ya que no cuestiona nada y se dispone a darme consuelo con palmaditas en la cabeza.

—No te preocupes, aquí estarás bien —musita—. Y bien, ¿qué se siente viajar en primera clase?

—Bien —hago un esfuerzo para que mi voz no flaquee—, me gustó la privacidad.

—Sé que no te sientes bien y por eso no quería que nadie molestara a mi hermanita.

—¿Viste? Te dije que llegaríamos justo a tiempo.

Una voz a mis espalda me hace romper el abrazo y me doy la vuelta para saber de quién se trata.

—Oh... Johnny —lo recorro de pies a cabeza. Oh, Dios, casi me rompo el cuello—. ¿Tú nunca dejas de crecer?

—No, tú te volviste más enana.

Johnny es un amigo de la infancia de Doyoung y fue mi primer crush (estoy tratando de no vomitar en mi boca mientras digo esto). Nunca se lo dije, pero Doyoung siempre hacía todo lo posible por dejarme en vergüenza frente a él. Por supuesto que mis sentimientos cambiaron con el tiempo y ahora lo veo como otro hermano... uno muy fastidioso.

—Bueno, deberíamos irnos ya. ¿Quieres comer algo?

—No, la verdad estoy muy cansada y solo quiero dormir.

—De acuerdo —asiente comprensivo—. Por cierto, este individuo llegó hace dos días y se quedará por un mes en mi casa, así que tendrás que aguantarlo.

—No hay problema.

—Y tú —Doyoung señala a Johnny—, cuidadito con estar insinuándote a mi hermana.

Johnny frunce los labios y me mira de pies a cabeza—. No te preocupes, mis gustos son buenos.

Nunca cambia, sigue siendo igual de bromista y molesto.

—¡Johnny Seo! —doy un manotazo en su espalda.

—Ay, Dios mío, no me hagan pasar vergüenza en pleno aeropuerto.

Doyoung suspira y comienza a alejarse de nosotros, que aún seguimos discutiendo.

—Al menos no vengo cargando un peluche cómo si tuviera cinco años.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora