42.

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Han pasado días desde que leí las notas y todavía no he encontrado la manera de enfrentarlo, pero poco a poco he reducido las noches que me quedo con él y el tiempo que paso a su lado en la compañía.

Trato de ignorar el problema y seguir con nuestra relación, pero es algo sumamente difícil. Cada vez que estoy con él no puedo dejar de preguntarme si está pensando en Minju y eso me ha creado nuevas inseguridades. Cuando me acaricia, me besa o me dice cosas bonitas... ¿Lo hace mientras se la imagina a ella?

Las palabras no son suficientes para describir cuán vulnerable me siento. Finjo estar bien frente a él, pero me rompo en mil pedazos cuando estoy sola en mi habitación. Si esas pocas notas me destrozaron, no quiero imaginar cómo estaría si hubiese leído las otras páginas.

Solo les eché un vistazo, pero noté su nombre en la mayoría. Las palabras que más se repiten según lo que vi eran: «Minju», «tú» y «ella».

¿Quizás no me esforcé lo suficiente para impresionarlo? ¿Fracasé en ser yo misma? ¿Tal vez sigo sin ser lo suficientemente buena? Debe haber algo mal conmigo.

No lo culpo por esto, pues fui yo quién insistió cuando él trató de alejarme desde un principio.

Justamente estamos horneando pan de plátano y me estoy esforzando mucho para lucir feliz. Quiero decir, sí me siento contenta de compartir tiempo con Minho, pero ¿qué estará pensando él?

—Prueba la mezcla. —toma un poco con su dedo y me lo ofrece, yo lo lamo.

—Mhm... Yo digo que está perfecto a menos que quieras ponerle más azúcar.

—No, con el dulce de la banana es más que suficiente. Pásame el molde.

Traigo el molde para que él vierta la  mezcla y así ponerle trocitos de nueces encima y llevarla al horno. Después de asegurarlo, me doy la vuelta y Minho embarra un poco de la masa restante sobre mis labios.

—¡Oye!

—Cómelo.

—¡Ya lo probé!

—Okay, déjame te lo quito.

Sujeta mi cara y dirige sus labios a los míos.

No puedo evitar llenarme de ilusiones cada vez que me trata así. Incluso si intento ignorar las mariposas en mi estómago, los latidos de mi corazón no mienten. Él también se ve tan alegre, motivo por el que no me atrevo a decirle algo. ¿Debería seguir sin reclamarle? ¿Debería arriesgar mi felicidad por la suya?

—¿Ya? —musita, riendo bajo. Yo asiento con una sonrisa carente de emoción— ¿Qué hay con esa sonrisa tímida?

¿Tímida? Yo diría triste.

—Me enamoras. —me limito a responder con voz apagada.

—Qué tierna. ¿Te quedas conmigo hoy?

—Ahm...

—¿Tienes cosas que hacer otra vez?

Joder, me he quedado sin excusas.

—No, no, me quedaré.

—¡Qué bueno! Ya me hace falta dormir a tu lado.

Disminuye la distancia entre nosotros y retrocedo por instinto, provocándole una ligera confusión. La encimera obstruye mi vía de escape, entonces él me toma por la cintura para apegarme a su cuerpo y vuelve a besarme.

Rompo el beso más rápido de lo habitual.

—Iré a cambiarme.

Siento su mirada a mis espaldas pero sigo caminando hasta llegar a la habitación, donde dejo escapar un largo suspiro.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora