40.

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—Te ves cansada. —Jisung entrecierra los ojos.

—Cómo cuando corres un maratón. —añade Hyunjin.

—¿Hiciste alguna actividad física ayer? —le sigue Changbin.

Los tres están sentados frente a mí y examinando cada fragmento de mi cara.

—¡Ay, ¿qué es esto?! ¿Una investigación policial?

¿De verdad me veo cansada? Bueno, ayer fue un poco...

—¡Estás roja! ¡¿Tienes fiebre?! —Jisung se mueve para estar a mi lado y coloca el dorso de su mano en mi frente— Qué extraño, no tienes temperatura.

—Estoy perfectamente bien —río nerviosa—. Ayer comí mucho y decidí correr unas cuantas millas.

¿Qué pasa con estos tres? ¿Ahora investigan cada uno de mis movimientos?

—Oh, bueno. Después de todo lo que ha pasado, nos preocupamos por ti. —dice un Changbin más calmado.

—Se los agradezco, pero estoy bien.

—Dinos cómo la pasaste ayer.

Ignoro las palabras de Hyunjin cuando toda mi atención se centra en cierta cabellera negra que sobresalta entre las personas. Ahí está el ladrón de mis suspiros: Lee Minho.

—Discúlpenme, debo irme. Le prometí a Minho que comeríamos juntos hoy porque ayer lo hice con ustedes.

—Sí, claro, ignórame —entona dramático mientras finge secar una lágrima—. Ya vi cómo son las cosas.

—Perdón, Hyune, después hablamos. Los veo al rato, chicos.

—Nos vemos.

—Sí, vete.

Hyunjin continúa con su teatro.

Me río mientras niego y agito mi mano en despedida antes de comenzar a alejarme.

—¿No creen que está caminando raro? ¿Se lastimó el tobillo corriendo?

¡Han Jisung! Hasta aquí se oye su cuchicheo. No es tan prudente cómo cree.

Decido ignorarlo y me encamino hacia Minho, que me dedica una sonrisa amplia al verme. Se ve tan apuesto; ese gesto ha hecho que mi corazón se salte un latido.

—Te estuve buscando por todos lados. 

—Sabes que siempre me puedes encontrar donde esos tres revoltosos estén.

—Sí, te vi con ellos, pero no quise interrumpir. Ya los he oído llamarme "posesivo" —rueda los ojos—. En fin, estaba hablando con mi mamá y te está invitando a su casa.

—¡¿Ah?!

¿Por qué me lanza esa noticia cómo un balde de agua fría?

—Qué te quiere conocer, boba.

—¡Ya lo sé! —exclamo, entrando en un pánico leve— Me gusta conocer gente, pero con tus papás ya es algo muy diferente. Supongo que sólo era cuestión de tiempo y no puedo rechazar su amable invitación. Dios, ¿qué debo hacer?

—Respira, bonita —ríe, tanteando mi cabeza—. No hay porqué asustarse, excepto cuando mamá comienza a hacer una gran cantidad de preguntas, ¡pero eso es lo de menos! Considerando que las dos hablan demasiado, se llevarán excelente.

—¿Eso qué significa? —lo miro ofendida.

—Qué nos vamos el sábado en la mañana.

Sin más, se da la vuelta y camina hacia la salida de la cafetería. Yo apresuro mis pasos detrás suyo.

Grietas del Corazón ; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora