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El fin de semana transcurría tan lento como triste

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El fin de semana transcurría tan lento como triste.

Esa noche, después de que JungKook cerrara la puerta detrás suyo, TaeHyung no pudo evitar observar por el cristal continuo a esta, como él dóberman era casi arrastrado al coche. Decir que el corazón se le rompió era poco, sumando el hecho de su propia tristeza y la confusión de YeonTan, quien se rehusó a subir por si solo a la recámara, el rubio viéndose en la necesidad de cargarlo el mismo hasta su cama. Pero lo cierto es que el pomerania pasó la noche dormido frente a la puerta de la recámara, esperando por el regreso de esos dos integrantes de su familia.

Mientras tanto, TaeHyung pasaba la mayoría de la noche en vela, sin ser capaz de conciliar el sueño, pues por su mente solo pasaban cientos de interrogantes, y es que estaba realmente confundido con el giro que había dado ese día. Sabía que algo extraño sucedía con su novio... pero nunca le pasó por la cabeza que tuviera que ver con la relación y vida de pareja que estaban llevando esos últimos meses. De pronto estaba solo, sin sus hijos, sin JungKook, sin Bam... solo Tannie y él. Está de mas decir que las lágrimas y sollozos se adueñaron del protagonismo esa noche.

Por la mañana, el doncel despertaba con los ojos tan hinchados como rojos, con las pequeñas garras de YeonTan rascando la puerta; se había levantado de un brinco y bajado las escaleras de la misma forma solo para abrir la puerta trasera al can y que pudiera hacer sus necesidades, se sentía culpable al ver el reloj en la cocina marcando el medio día. Cuando se dividieron las tareas restantes a las que la señora Mun les ayudaba, JungKook resultó el responsable del desayuno de los cachorros, pero esa mañana no estaba, ni estaría la siguiente, ni quien sabe cuantas más.

Con el ánimo por los suelos, TaeHyung se movía lo más rápido que podía para servir el desayuno tardío de su mascota. Su propio estómago también sonaba, así que solo optaba por servirse un tazón de cereal, algo liviano para romper con el ayuno, pero aunque su estómago en un principio estaba muy necesitado de alimento, lo cierto es que no pudo terminar más de la mitad del tazón. Las hojuelas azucaradas no le sabían a nada, quizás se debía a que había comenzado a llorar y su boca a salivar demasiado a causa de ello. Trataba de calmarse, sus dedos apartando suavemente las lágrimas de sus ojos antes de que lograran deslizarse por sus mejillas. Todo estaría bien, JungKook había dejado en claro que eso no era una ruptura, solo necesitaba tiempo.

Entonces YeonTan se aparecía por la puerta de la cocina, la misma que daba al patio trasero, el pequeño entraba a tropezones mientras arrastraba una pesada mordedera por la parte de la cuerda; TaeHyung solo se daba cuenta de su presencia cuando la mordedera de Bam era dejada al frente suyo y el pomerania labraba hacia él.

El corazón se le estrujaba un poco más.

— Mi chiquito... — susurraba con la voz apretada y se inclinaba hasta tomar al perro en sus brazos. — Bam no puede venir ahora — susurraba acariciando su pelaje. — Pero él volverá... — prometía aún sabiendo que el can no le entendería, pues era el mismo quien necesitaba escuchar esas palabras.

Know You || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora