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A medida que el sol comenzaba a ocultarse, las tiendas, locales, restaurantes y demás empezaban a iluminar la ciudad con las luces artificiales

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A medida que el sol comenzaba a ocultarse, las tiendas, locales, restaurantes y demás empezaban a iluminar la ciudad con las luces artificiales. JungKook disminuía la velocidad hasta detenerse a fuera de un local con luces neón y vibras un poco de los años cincuenta.

— ¿Boliche? — TaeHyung lo miraba sorprendido.

El pelinegro apagaba el motor del coche.

— ¿No te gusta?

— En realidad, me encanta.

JungKook sentía que podía volver a respirar. — Excelente. Escogí esto porque creo que podremos divertirnos, comer, platicar...

El doncel asentía de acuerdo. — Suena bien, pero soy muy bueno, así qué no te enojes cuando pierdas— decía regalándole una sonrisa.

— Tienes mucha confianza, entonces mejor debes saber que también soy muy bueno — JungKook respondía sin poder borrar su sonrisa.

Era su sonrisa sincera, aquella donde sus dientes delanteros toman protagonismo.

Cuando entraban al boliche, las chicas de la recepción los recibían con toda la actitud que destellaba el lugar, les entregaban los zapatos y equipo necesarios para después ubicarlos en la mesa frente a su pista.

— ¿Quieres empezar? — el pelinegro preguntaba.

— Claro — TaeHyung respondía terminando de atar sus zapatos y dejaba su bolso en el sillón.

Usualmente ese tipo de cosas no lo ponen nervioso, pero esta vez no son sus hijos o sus amigos quienes lo observan atentamente. Además, hace un tiempo que no juega.

Aun así, el tiro había sido tan limpio que JungKook pasaba toda su atención de TaeHyung, hasta aquella bola que derribaba todos los pinos.

— Hiciste chuza — el menor soltaba verdaderamente asombrado.

El rubio se daba la vuelta para verlo a los ojos.

— Te dije que soy bueno — canturreaba con una suave risa.

Y vaya, que bonita risa.

— Bien — JungKook parpadeaba un par de veces y después se levantaba un poco para buscar a una mesera. La chica se acercaba rápidamente. — Voy a querer dos sodas y... — llevaba su vista hasta a TaeHyung.

— Y unas papas — el doncel se acercaba ahora con más confianza.

JungKook regresaba su mirada a la mesera.

— Y una orden de papas.

— ¿De qué tipo? — la chica cuestionaba.

— Una de cada tipo, por favor — respondía de inmediato.

La mesera apuntaba con rapidez y después se retiraba dejándolos nuevamente solos, porque si bien el lugar estaba casi a su máxima capacidad, había algo entre ellos que solo les permitía poner su atención en el otro.

Know You || KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora