5 REUNIÓN (I)

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En el reino Bestia, Nozël estaba de rodeado de gente, tanto en su castillo como en su reino. La gente pasaba, eran distinta forma y clase, el 90% de su población eran hombres bestia, su mano derecha era un chico cuya fisonomía era de un toro, era parecido a un sátiro, pero más como un toro.
Del bosque, salió una esfera de luz pequeña que brillaba con algo de intensidad, Nozël la miró algo intrigado y la esfera de luz explotó como si fueran fuegos artificiales. Sentado en su trono, se levantó.

—¿Mi señor, vas a algún lugar?

—Si, quiero confirmar algo. —le respondió Nozël.

Después de responder, Nozël salió de su castillo dirigiéndose a la taberna en donde estaba el barman, un hombre lobo.

—Rey Nozël, ¿otra vez de regreso? —preguntó el lobo.

—Cierra la taberna, quiero que me acompañes al bosque. —le respondió Nozël.

—¿Qué hay del toro?

—Necesito que se quede, es en quien más confío y creo que lo que vamos a buscar me hará salir del reino durante un tiempo.

—Entiendo. —decía el lobo mientras limpiaba la barra con un trapo verde.

Al salir y cerrar la taberna, vieron pasar a una mujer gato y su hijo de siete años, les saludó, y ellos devolvieron el saludo.

—Según me has dicho, hablas como si vinieras de otro mundo, pero parece que llevas aquí toda la vida, mira, todos te conocen. —le decía el lobo.

—Que haya recurrido a ti no significa que puedas tener esos aires conmigo lobito. —le respondió Nozël.

Se fueron al bosque, Nozël y el hombre lobo, mientras caminaban le preguntó...

—¿Qué hemos venido a buscar normalmente?

—Hemos venido a buscar a alguien, tenemos que ir a otro reino.—le dijo Nozël.

—¿Pero estas seguro? No quiero morir, tengo cervezas que repartir, mujeres a las que emborrachar y violar.

Nozël se detuvo de repente y le agarró la cola al lobo.

—Espera, ¿qué, que tu qué?

—Lo siento señor, estaba bromeando, era para liberar esa tensión de miedo que tenemos.

—El miedo lo tendrás tú, cállate y avanza.

Siguieron avanzando hasta un lugar con mucha vegetación por el suelo, parecían hierbas malas, nada de flores ni árboles, solo prado, pero con hierbas poco graciosas.

—Al fin llegas, rey Nozël. —dijo el sujeto al que iban a buscar.

—Hola, rey Ashnard, mucho tiempo.—respondió Nozël.

—Hoy es el día, creo que deberíamos ir de inmediato.

—Bueno, yo creí que íbamos a tomarnos unos jugos en mi reino, pero vale, vamos de inmediato.

—Sígueme, he traído dos grifos, así podremos ir más rápido.

Nozël giró y miro al lobo.

—Gracias por acompañarme, deberías volver, tienes cervezas que vender. —dijo mientras se reía.

—Esto no es justo. —respondió el lobo con desgana.

Ashnard y Nozël andaron unos metros más hasta llegar a los árboles y encontraron a dos grifos atados a un árbol.

—¿De dónde los has sacado? —preguntó Nozël.

—Pasé mucho tiempo buscando maneras de sobrevivir, y me encontré con uno, y si hay uno, hay dos. —con algo de presunción, respondió Ashnard.

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