Freedom | Levi Ackerman

Capítulo 13

** Levi **

Al parecer Elizabeth había estado entrenando sin parar los últimos 5 días, por todo el papeleo que tuve que hacer por las bajas del escuadrón no había tenido tiempo para estar con ella.

La cuatro ojos fue la que me informó de la situación, así que fui al área de entrenamiento, y la vi ahí, desplazándose a una velocidad impresionante a través de los señuelos de práctica.

A cada uno de ellos le cortó la nuca de esponja con elegancia y fineza, si no fuera porque cargaba con un profundo dolor me habría deleitado con ver sus habilidades.

Cuando aterrizó decidí que era el momento de hablar con ella.

—Lizzie —me aproximé.

—Levi —me dijo agotada—. Estoy entrenando, ¿te parece si hablamos cuando haya terminado?

Cuando la miré ya no estaba esa chispa que siempre tenía en su rostro, esa valentía y coraje se habían esfumado; sólo eran un alma sin rumbo. Estaba hecha un desastre, sus dos chongos estaban mal hechos, y sus ojeras comenzaban a aparecer.

—¿Hace cuánto que no duermes? —le pregunté.

—He estado entrenando —repitió.

—¿Llevas entrenando cinco días seguidos?

—Si seré capitana debo ser capaz de proteger a mis subordinados.

—Te estás exigiendo demasiado Lizzie.

—No es suficiente —espetó—. Pero sigo entrenando así que...

—Tienes que darte un baño —la interrumpí—. Y debes descansar.

—Tengo que entrenar.

—No vas a entrenar hasta que hayas descansado.

—No lo necesito así que ya me voy.

La vi dispuesta a disparar los ganchos del equipo, y cuando se dio cuenta que nada sucedió me miró con extrañeza.

Revisó las hebillas que sostenían el equipo y vio que estaban desabrochadas.

—¿Qué haces? —me preguntó irritada.

—Te estoy salvando.

—No necesito que me...

Me dolía verla así, sabía que no era de esas personas que flaqueaban cuando una dificultad aparecía, éramos iguales en ese aspecto, pero también sabía que ella tenía un corazón digno de ser protegido, no iba a dejar que esto la consumiera.

—Sé que no necesitas que te salven —la interrumpí—. Pero estás cansada.

—No lo estoy —me respondió mientras se ponía de nuevo el equipo de maniobras.

—No hablo de cansancio físico —expliqué—. Tu mente te está ganando.

—Te pido por favor que me dejes entrenar.

Estuvo intentando algunas veces abrochar las cintas de su equipo.

Oh, Elizabeth...

Detuve sus manos con firmeza, y la obligué a mirarme. No me había mantenido la mirada desde que comenzamos a hablar.

Pasé mi mano por su cabello revuelto, me miró desorientada.

—Te daré un baño.

(...)

Me di la vuelta para que Elizabeth pudiera sumergirse en la tina, no quería que se sintiera aún peor.

Soltó un gimoteo para avisarme que estaba lista.