Capítulo 4

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No dormí en toda la noche pensando en lo que había pasado con Levi.

Me había mirado con tanta sinceridad que me sentía intimidada, no podía negar que el capitán Levi me parecía realmente atractivo, su forma de dirigirse a sus subordinados, y preocuparse por ellos, aunque nadie se dé cuenta, me tenía eclipsada. Quería saber qué había más allá de esa personalidad fuerte e impasible.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Petra llegó gritando de emoción.

—¿Porque tan emocionada? —le pregunté.

—¡Levi quiere verte! —chilló—. ¡Seguramente hablarán de lo que pasó anoche!

Y por un momento el alma se me cayó a los pies.

—O simplemente quiere hablar sobre mi reporte de la expedición —objeté—. ¿Qué te dijo exactamente?

Dile a Elizabeth que venga a mi oficina —imitó Petra.

—Eso no dice ni tu idea ni la mía —respondí.

—Será mejor que no lo hagas esperar —me dijo—. Hoy lo noté de un humor especialmente bueno.

¿Bueno?

Me encogí de hombros y salí directo a su oficina.

Toqué la puerta en cuanto llegué.

—Adelante.

Y entré a su oficina.

—¿Quería verme capitán? —pregunté.

Vi a Levi entrecerrar un poco los ojos.

—Levi —corregí—. ¿Querías verme? Si es por el reporte...

—¿Reporte? —preguntó extrañado—. No hay nada malo con tu reporte.

—¿Ah no? —cuestioné—. ¿Entonces porque...

—Te llamé porque quiero que vengas conmigo a recibir el informe del estado actual de la muralla Rose.

—Mi equipo de maniobras está en mantenimiento Levi —contesté.

—No lo necesitarás —se adelantó—. Estarás conmigo en todo momento, yo estoy obligado a usarlo en caso de un ataque, pero sólo iremos a recoger el informe.

—De acuerdo —accedí—. ¿A qué hora nos vamos?

—En este momento.

Y dicho eso salimos de su oficina a los establos.

—Iré por mi caballo —dije dándome la vuelta.

—Sólo usaremos el mío —me contradijo—. Es lo único que tengo que hacer en mi día libre, quiero terminarlo cuanto antes.

Hice una mueca.

—Está bien...

Levi me ayudó a subir a su caballo.

—No hagas movimientos extraños —me aconsejó—. Se tiene que acostumbrar primero a tu presencia.

Como si Levi no fuera suficiente, su caballo era igual de imponente.

Asentí y cuando el caballo respiró con normalidad, Levi se subió atrás de mí. Puso sus manos encima de las mías sosteniendo las riendas y comenzamos a cabalgar. Eran cálidas, y vi que estaban un poco maltratadas debido a los años que ya llevaba en la legión. Sonreí al imaginarme a Levi poniendo todo de cabeza cuando entró a la legión.

El día estaba nublado, por lo que supuse que llovería en un rato. Siempre había disfrutado la lluvia, cuando era pequeña, solía ver las gotas de lluvia arrastrarse por la ventana; y por un instante escuché la voz de mi madre.

Freedom | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora