Capítulo 35

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—¡Lizzie!

—¡Capitán Elizbateh!

—¡Señorita Elizabeth!

Cuanto ruido...

—¿Porque... gritan tanto...?

Me llevé una mano a la cabeza y ahogué un pequeño grito.

—¡Oh capitán! —chilló Claire—. ¡Qué bueno que está bien!

—¿Y Hange? —pregunté—. ¿Dónde está Moblit?

—Estamos aquí Lizzie —dijo la sargento—. Estamos aquí gracias a ustedes dos.

Sonreí aliviada.

—Hiciste un gran trabajo Claire —le dije.

—¿Tú cómo te sientes?

Gemí de dolor.

—He estado mejor —respondí—. Pero aún me puedo mover... así que vamos con el escuadrón...

Me tomó un minuto poder ponerme de pie, la explosión no me había dado directamente pero el impacto al salvar a Hange fue más brusco de lo que esperaba.

—Hange... tu ojo...

—Será una maravillosa historia que contarle a la pequeña Sarah —dijo feliz—. No la podría contar si no me hubieras salvado así que no te lamentes.

Tomé con firmeza la mano de mi recluta y me incorporé por completo.

—Muy bien... ahora sí estoy enojada —declaré—. No me agrada que me lancen por los aires.

—El seguramente se enojará será Levi cuando se entere de que casi mueres —bromeó la sargento—. Me hubiera matado.

Me reí un poco.

—Sargento —intervino Moblit—. Me temo que no sabemos el paradero del resto del escuadrón.

—Tendremos que esperar a ver a Eren —deduje—. De momento quiero asegurarme de que todos estamos bien... y revisar nuestro equipo de maniobras, no podemos usar mucho gas...

—Sin mencionar qué debemos hacer algo con ese idiota —dijo Claire—. Está incendiando todo el distrito.

—A este paso nos quemará con algún edifico —secundó Hange—. Y quien sabe que estará pasando del otro lado...

—Levi está ahí —dije un poco preocupada—. Con ese maldito mono.

—Por favor capitán —me pidió mi recluta—. No se esfuerce demasiado, está herida.

La cabeza no paraba de darme vueltas, y no podíamos permitirnos estar quietos más tiempo, Armin y los demás no contaban con la experiencia necesaria para liderarse entre sí. Y de este lado teníamos al titán acorazado y el titán colosal, nuestras dos mayores amenazas debían ser destruidas lo más pronto posible.

Para nuestra buena suerte, si es que eso existía, el grito de Eren nos dio la señal para reunirnos con los que quedaban luego de la explosión.

—Claire, ve a ver la ubicación de Eren —ordené.

La chica asintió y se fue volando.

—Ya dime como te sientes en realidad —me dijo Hange—. Te ves terrible.

—Estaré bien —respondí—. No hay tiempo para analizar mis heridas, debemos...

Un sonoro estruendo interrumpió la conversación.

—¿Qué mierda fue eso?

Los tres usamos el equipo de maniobras y logramos ver al titán de Eren estrellado en la muralla María.

Freedom | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora