"𝐄𝐋 𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎 𝐒𝐄 𝐀𝐂𝐄𝐑𝐂𝐀...𝐘 𝐓𝐎𝐃𝐎𝐒 𝐂𝐀𝐄𝐑Á𝐍 𝐀𝐍𝐓𝐄 𝐋𝐀 𝐌𝐀𝐉𝐄𝐒𝐓𝐔𝐎𝐒𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄 𝐒𝐔 𝐋𝐋𝐀𝐌𝐀"
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La Reina Astoria Baratheon, de la casa Baratheon y Lannister. Primera del nombre. Reina de los Ándal...
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UN CIERVO CAYÓ
(UN AÑO DESPUÉS)
"La fiebre a llegado a Kings Landing".
"El extraño ya viene"
Eso era lo que se decía en la ciudad. Westeros fue atacado por una extraña fiebre, la cuál mataba a cualquier persona que la tuviera. Lastimosamente los pequeños príncipes llevaban días sufriendo de aquello.
Cersei, llevaba todo este tiempo a su lado, no había dormido y a penas comía.
¿Cómo podría estar bien? Sus pequeños cervatillos estaban sufriendo. Ella había escuchado que los sirvientes hablaban sobre aquella maldita fiebre, la cuál causaba cientos de muertes.
Este último año ha sido de completa paz entre Robert y ella. La reina sabía que él no la amaba, sabía que su esposo amaba con locura a la fallecida norteña Stark, pero lo estaba intentando y ella, enserio sentía que lo amaba.
Para la rubia reina, sus hijos eran su adoración, sus pequeños bebes, al igual que para Robert.
Baelor, era la pequeña replica de su padre. Un hermoso niño muy fuerte y alto como su progenitor, con mucha energía y quería estar en todo momento con su madre.
Astoria, era una mezcla perfecta entre Lannister y Baratheon. Una preciosa y dulce pequeña, por el contrario de su hermano mayor, ella era mucho más pequeña y delicada, era tranquila y muy observadora, a diferencia de Baelor, la dulce princesa quería pasar todo el tiempo con su amado padre.
—Majestad, debería descansar y despedirse. Si le soy sincero, no creo que pasen de esta noche, y si es por la gracia de los siete, el único que sobrevivirá será el joven príncipe, la princesa está demasiado débil.
Cersei solo cerró los ojos y le suplico a todos los dioses que sean piadosos con sus pequeños ángeles.
—No pienso abandonar a mis hijos – se levanta y enfrenta al maestre – no pienso rendirme y ver cómo su alma se va de sus pequeños cuerpos – habla enojada – no me iré y punto.
El anciano asiente y se retira de la habitación.
La joven se sienta en la orilla de la cama y toma la mano de Astoria. La pequeña estaba tan fría y pálida, sin duda parecía que su alma ya no estaba. Los temblores que tenía, no eran normales, él como sudaba, aún estando tan fría, solo era signo de que estaba empeorando.
—Estarás bien, mi pequeña guerrera, tu y tu hermano estarán bien. Los amo tanto mis niños... no me dejen sola – solloza – Dioses, por favor no se los lleven, tengan piedad – su voz se quiebra y solo llora, pero se sobresalta cuando siente un brazo rodeándola.
—Estarán bien, son unos pequeños guerreros y aún tienen mucho por vivir. – le habla su esposo.
Robert estaba destrozado, pero no lo demostraba. Sus niños podrían morir, esos seres que lo eran todo para él. Toma la mano de Cersei y la besa.
