E X T R A 3: Así se siente la felicidad absoluta

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ALENA

Londres, septiembre 2025

Una mujer tiene sus necesidades.

Y más si está embarazada de casi cinco meses.

Ahora que estoy trabajando en la editorial todo lo que puedo — porque estando embarazada no he querido competir —, aprovecho para tener mis escapadas con Evan en algún punto del día cuando noto que necesito sus manos sobre mí.

Lo mejor de todo es que nunca se queja porque él también lo desea.

Hemos tenido mucho sexo en su despacho, pero nunca cuando hemos tenido que trabajar juntos. Si trabajamos juntos nos concentramos en lo nuestro para terminar lo más rápido posible y así poder salir antes e irnos a casa.

En este preciso instante en el que estoy yendo hacia su despacho tendría que ser para el trabajo que nos ha encargado mi madre, sin embargo, primero tengo que acabar con mi calentura. Como sea, lo necesito para concentrarme en mi trabajo.

En cuanto veo a Heira — ahora ella también tiene despacho propio y trabaja directamente para mi madre y no para Evan —, junto a la impresora, la saludo con energía para caminar con rapidez hacia el despacho de mi prometido.

— ¡Ve con cuidado y cuida de mi sobrino o sobrina! — me dice cuando prácticamente corro por el pasillo. Le hago un gesto con la mano por entender su preocupación y sigo mi camino ralentizando mis pasos cuando llego frente a la puerta de Evan.

Sin siquiera llamar, entro al despacho para ver a Evan trabajando en su ordenador. En cuanto me ve, sonríe levantándose de su silla para venir a saludarme con un beso, pero corro hasta posicionarme detrás del escritorio frente a él.

— Te estaba esperando para empezar el nuevo trabajo, pero no me esperaba algo así — dice cuando empujo su hombro para volver a sentarlo en la silla.

Sin decir nada, me siento sobre su regazo para besarlo con todas las fuerzas posibles. Él al principio no se lo espera, pero termina devolviéndome el beso con la misma energía que la mía.

— ¿Estás en ese momento del día? — su voz sale ronca cuando me separo de él para quitarle la chaqueta de traje que lleva puesta.

— Sí — no hace falta que diga mucho más, porque sabe de esto. Por lo que me sube el vestido hasta las caderas para poder apartar mis bragas a un lado. Sus dedos en seguida cogen el ritmo que tanto me gusta, mientras yo le desabrocho el cinturón.

Se eleva lo suficiente para que deslice sus pantalones por sus piernas y liberar la feroz erección que ha crecido por mi presencia. Me agarra de la cintura para posicionarme sobre su eje y adentrarse en mi interior con una lentitud tortuosa.

Sus manos sujetan mi culo para ayudarme a subir y bajar sobre él, sus labios besan mi cuello y mis brazos se enroscan alrededor de su cuello para estabilizarme.

Cuando mis labios no están sellados por los de Evan, mi labio inferior sufre por mi mordida. No quiero que nadie piense en lo que estamos haciendo si escuchan gemidos provenientes del despacho.

Al estar tan caliente no tardo mucho en tener mi orgasmo, sin embargo, el destino no quiere que Evan tenga el suyo porque alguien decide que es el mejor momento para llamar a la puerta.

Evan aparta su boca de mi cuello para dar una respuesta.

— ¡Un momento! — suelta un gruñido de fastidio hacia la puerta mientras me levanta con cuidado —. Actúa como si no estuviéramos follando hace apenas unos segundos — me dice mientras coloca con delicadeza mi ropa —. Tienes las mejillas rojas — sonríe de forma burlona y luego besa una de ellas.

Heaven - Sophie Peterson (EN ESPAÑOL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora