– Yo lo haré. – dijo la vampira rubia perteneciente al clan Cullen, Rosalin Hale.
– Leeremos este capítulo y luego procederemos a almorzar. – dijo el director de la institución.
– Bien. – dijo la vampira – El tercer capítulo tiene como título: “Pelea con Lucius y el idiota”
– ¿Que le hiciste a mi hija, Malfoy? – preguntó Tom con el ceño fruncido a Lucius Malfoy.
– No le he hecho nada, señor. – respondió nervioso el rubio – Ni siquiera soy el Lucius de esa época.
Aparece el característico humo que muestra las imágenes, pero esta vez mostró un par de ojos azules brillando.
– Aquí dice que son los ojos de Cara cuando brillan. – dijo Rosalin.
– Lo son. – dijo Ron – Y hay veces que dan un poco de miedo. – dijo y le recorrió un escalofrió al recordar los ojos de su amiga cuando se enoja.
El ambiente en la casa de los Weasley era algo que me gustaba, no había que estar callado como con los Dursley, estaba lleno de sorpresas, y la mayoría del tiempo que estuve allí, me la pasé con los gemelos con sus experimentos o sino, con Ginny, molestándola con Harry.
Lo mejor de todo, era que se vía que nos apreciaban, incluso los señores Weasley sabían que yo no era hermana de Harry, me trataban bien, y era muy graciosos ver la emoción del señor Weasley cuando le hablábamos de aparatos muggles.
Un día mientras desayunábamos, llegaron las cartas de Hogwarts de todos, y como me imaginé los malditos libros del idiota rubio, estúpido.
– ¿Es que ya vas a empezar Hogwarts en este curso? – le preguntó Harry a Ginny.
Ella asintió con la cabeza y enrojeció hasta la punta de su cabello, y metió el codo en el plato de mantequilla, por suerte solo Harry y yo lo notamos, y en ese instante entró Percy ya vestido y con su insignia de prefecto.
– ¿Por qué Cara tiene que avergonzarme así? – pregunta una Ginny tan roja como un tomate.
– Buenos días a todos. – dijo con voz segura, pero luego vaciló – buenos dí-días Cara, hace un hermoso día.
Sí, eso es algo que ha pasado desde que llegué, mientras los gemelos solo me coquetean, Percy se pone nervioso cada vez que me ve y eso que ya tiene novia, y sobre eso, aposté con los gemelos a que ellos serían mis sirvientes si ganaba la apuesta, o si no, yo les financiaría sus experimentos (aunque de igual forma los voy a ayudar)
– Ahora que lo pienso bien, esa apuesta no vale, ya que ella lo sabía desde un principio. – dijo uno de los gemelos Weasley.
– Que astuta salió nuestra reina. – dijo el otro gemelo.
Se sentó sobre Errol y se levantó de inmediato, para que Ron tomara la carta que esta traía, la cual era la respuesta de Hermione.
Luego de leerla, todos fuimos a jugar Quidditch, los gemelos decían sobre las matriculas de Percy y se preguntaban sobre pagarían sus cosas.
Me acerqué discretamente a Ginny, la separé de allí y hablé con ella.
– Ginny, te daré algo, pero no puedes decir que fui yo ¿Está bien? – le pregunté.
– ¿Qué te dio? – le pregunta Ron a su hermana.
– Si te callaras para que siguieran leyendo, lo sabrías. – le responde Ginny.
– Sí, pero no me asustes así. – me dijo.
– Lo siento. – le dije y le entregué una bolsa con galeones de oro, y ella abrió los ojos – con esto alcanza para todos los lotes de libros, para tu túnica, tu varita y sobra. Por favor, acéptalo.
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Leyendo: La Heredera de Merlín.
Hayran KurguEra 1975 y apenas empezaba el quinto año de merodeadores.