Cuando una puerta se cierra, se abre una ventana.
Un calor cálido envolvió a Olivia. Giró levemente la cabeza y vio a Alister con sus brazos alrededor de ella, pero no hizo demasiado caso. Solo tomó importancia a la presión que sentía en el pecho a la vez que su garganta se desgarraba en cada sollozo. Alister colocó su cabeza en su hombro y le hizo pequeñas caricias en el pelo.
—Shh. Ya está, pequeña. Estoy aquí —dijo con el tono de voz más suave que pudo. Intentaba tranquilizarla.
Pasaron los minutos y Olivia consiguió volver en sí. Moqueaba un poco y tenía los ojos escocidos de tanto llorar. Se pasó el dorso de la mano por sus mejillas mojadas y secó como pudo las lágrimas. Aunque no servía de nada: seguía lloviendo.
—¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? —preguntó ella con un hilo de voz. Estaba tan acongojada en ese momento.
—Primero vamos a ir a un sitio seguro. Necesitas cambiarte de ropa para no pescar un resfriado.
Olivia asintió débilmente. Por su lado, Alister le agarró la mano, y para cuando quiso darse cuenta, el cielo nublado y lluvioso, se cambió por un tejado azul cielo con maravillosas pinturas de ángeles.
Una iglesia.
—Espera aquí un momento. Voy a traerte algo de ropa.
—¿No me puedes hacer tú un vestido como el Hada Madrina a Cenicienta? —bromeó.
Alister alzó una ceja y se rio.
—Solo si quieres quedar horrorosa.
Los dos sonrieron. Querían hacer la situación más amena.
El ángel se marchó y ella se sentó en una de las tantas banquetas. Suspiró. ¿Había hecho bien? No estaba para nada segura. «Es lo mejor para él». Se tenía que repetir una y otra vez en el intento de sentirse mejor consigo misma.
Entre desagradables pensamientos, como si le hubiesen contado el mejor chiste, comenzó a reírse como una loca. Esa noche había rechazado una propuesta de matrimonio; Había corrido sofocada y orgullosa del mundo que tanto detestaba; Había visto a Lucas mirarla con amor; Había dicho todo lo que sentía y por ende, había discutido con un maldito demonio. Y ahora, estaba sentada en una iglesia, toda mojada, a la espera de su ángel de la guarda. La situación no tenía desperdicio.
Ese pequeño momento le hizo darse cuenta de lo que había cambiado su vida desde que una noche, aburrida, invocó a un demonio. Y lo peor de todo, o lo mejor, era que no quería cambiar eso. No quería cambiar la felicidad que sentía en esa locura. La firmeza de sus ojos. O el bienestar de su cuerpo.
No podía volver a los días encerrada en su cuarto y sumisa de su madre. Y sabía que si no tenía una red en la que caer, no sería capaz de contradecir a su familia.
Alister volvió con las manos hasta arriba de cosas.
—He supuesto que querrías ir cómoda, así que he rebuscado en tu armario y esto es lo que he encontrado. También te he traído una toalla y el secador para el pelo.
Olivia se levantó y abrazó a Alister. Se le cayeron las cosas de las manos. Pero dio igual, aunque no entendió el motivo del abrazo, protegió a Olivia en sus brazos.
—Muchas gracias por todo, Alister. Aunque algunas veces me burle de ti, eres el mejor ángel de la guarda del mundo —se separó un poco de él y le sonrió —. Nunca he sido de tener muchas amistades, y tú has sido lo más parecido que he tenido a un amigo. Así que gracias. Gracias por ser mi amigo.
—Ay, que me vas a emocionar y todo. —Hizo el amago de secarse unas lagrimillas.
Volvió a abrazarle durante unos segundos largos.
—Anda, ve a cambiarte antes de que me hagas llorar y ahora hablamos, que estás empapada.
Olivia asintió y se fue a rebuscar algún baño perdido por la iglesia. Dio con él y se secó y cambió de ropa. Miró el secador. Que Alister lo trajese le había hecho estúpidamente feliz, porque significaba que se había preocupado por ella, por el mero hecho de que se secase el pelo para que no se constipara.
Al cabo de diez minutos volvió, ya seca y con ropa nueva y mucho más cómoda. Alister estaba sentado donde ella antes. Se sentó a su lado.
—Bueno, creo que es el momento de que hablemos.
Ella asintió con movimientos muy lentos. No sabía por dónde empezar. No tenía ni idea de lo que quería.
—Si rompo el pacto, ¿realmente estoy haciendo lo mejor para él?
—Su vida será más sencilla. Eso desde luego. —Estuvo en silencio durante unos segundos —. Hay un rumor sobre la Casa Real del Infierno.
Olivia alzó una ceja. En espera a que siguiese.
—¿Segura que quieres saberlo?
—Sí.
—Supongo que sabrás que Kamor es el heredero del Infierno. Es decir, en el momento que Samael quiera dejar el puesto, Kamor entra.
—Espera, espera. ¿Samael? ¿Su padre no era Lucifer?
Alister rio.
—Ay, pequeña...No te queda ni nada por aprender de este mundo.
No se molestó por lo que le dijo como las primeras veces que le hizo preguntas tontas a Lucas. Ya se había dado cuenta que había demasiadas cosas que desconocía y que le serían imposibles incluso de imaginar.
—Somos inmortales, y créeme, una eternidad en un trono con tanto poder, es muy asfixiante. Por eso, bajo el nombre de Dios y Lucifer, el trono se va sucediendo cada muchos años. Samael es uno de los muchísimos hijos de Lucifer, y el siguiente en la lista, y con diferencia el favorito de su padre, es Kamor.
—O sea, el concepto que nosotros tenemos por Dios y Lucifer, no es el mismo que tenéis vosotros.
—Exacto. Se podría decir, que es como un título. Como en la Antigua Roma lo era "César".
Volvió a asentir.
—Bueno, ahora cuéntame el rumor.
—Los altos cargos se están planteando si Kamor debería ser el siguiente en gobernar. Creen que no está lo suficiente capacitado, si un pacto ha sido capaz de cegarlo tanto y hacer que pierda el culo por una humana.
A Olivia casi se le salen los ojos de su sitio. Eso sí que era contradictorio. Literalmente, Lucas aceptó su pacto para poder acceder al trono, y ahora, justo por ese motivo, se lo querían quitar.
—¿Él quiere ser el heredero?
—Sino no hubiese aceptado tu pacto, Olivia.
Cierto.
Al final, sí que había complicado la vida a Lucas. Él se la facilitaba, y ella se la destrozaba.
—Si rompo el pacto, ¿tú te irás?
Alister negó con la cabeza.
—Aunque es cierto que me has conocido por Kamor, soy tu ángel de la guarda. Yo no me voy a ir por más cansada que estés de mí.
Entonces la respuesta era clara. Porque si realmente amas, vas a hacer lo mejor para esa persona. Y Olivia estaba perdidamente enamorada de Lucas. No se perdonaría jamás que por su culpa le arrebaten lo que quiere, sobre todo cuando, por el pacto, a él no se le ha dado la opción de elegir.
—Lo haré. Romperé el pacto.
N/A
PERDONADME MIS AMORES. Sé que llevaba mucho sin publicar, pero bueno, aquí os tengo estos dos capítulos y mañana os subiré el capítulo final y el epílogo. Disfrutadlos mucho. ♥️
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(( ❤️🔥;; Cuidado con lo que deseas
Teen FictionSecretos. De aquellos que destrozan sueños. De aquellos que avivan el fuego. De aquellos que son un total peligro. De aquellos por amor. De aquellos que matan. Terrible desgracia si fueran descubiertos. No permitirás que eso ocurra, ¿verdad? So...