Epílogo-❤️‍🔥

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Cuando te sientas imparable, ten cuidado con lo que deseas, porque te puede salir mucho mejor de lo que planeaste

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Cuando te sientas imparable, ten cuidado con lo que deseas, porque te puede salir mucho mejor de lo que planeaste.

Dos semanas más tarde.

Sus ojos no se abrieron más porque físicamente era imposible. Miraba la pantalla del ordenador anonadada. Se acercaba cada vez más a las letras conforme leía lo que había escrito.

—Te vas a quedar ciega si te acercas tanto a la pantalla.

Olivia giró la cabeza lo más rápido que pudo y miró al chico que tenía al lado. Todavía incrédula.

—Esto ha sido cosa tuya, ¿verdad?

Alister dejó que se le escapase una sonrisilla.

—¿A quién sino se le iba a ocurrir una idea tan buena?

—¿No es ninguna broma de mal gusto?

Él se hizo el ofendido.

—¿De verdad te crees que te gastaría una broma así?

No se aguantó más. Olivia se levantó de la silla y se tiró encima de Alister con la máxima felicidad posible recorriéndole el cuerpo.

—¡No me lo puedo creer! Dios mío, no sé cómo voy a agradecerte esto.

Alister alzó las cejas y las movió con rapidez.

—Sí que sabes cómo agradecérmelo.

—Eh, no. Eso sí que no lo voy a hacer.

—Vale, entonces si lo prefieres, puedo anularlo todo.

—¡No, no! —dijo Olivia, y corrió para ponerse delante del ordenador. Cogió un boli y apuntó a Alister  —. Esto ya es mío. Ni se te ocurra tocarlo.

Al cabo de los segundos los dos empezaron a reírse eufóricamente. La primera en parar fue Olivia, que se puso seria y cogió entre sus manos las de Alister. Le regaló una sonrisa.

—Estate atento porque no vas a escuchar esto en mucho, mucho tiempo: eres el mejor ángel de la guarda que puede existir. Y el mejor amigo —cogió aire —. Te quiero muchísimo.

A Alister le brillaban los ojos y casi se le escapan las lágrimas.

—¡Yo sí que te quiero! —dijo el ángel.

Cogió a Olivia del brazo y la abrazó con fuerza. Se separó al poco tiempo e hizo una mueca de fastidio. Olivia le miró con una ceja alzada. 

—Bueno, nuestro momento bonito se termina aquí. Viene tu madre.

Justo como había dicho, a los cinco segundos entró su madre, eufórica, con el móvil encendido en la mano.

—¡Mi niña! Acaba de llegarme el mensaje. Lo has leído ya, ¿verdad?

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