Cuando tus pesadillas se hacen realidad, solo tienes dos opciones: cagarte de miedo o enfrentarte a ellas. Si eliges la segunda, tal vez tu pesadilla se convierta en el más bonito sueño.
Otra vez se había hecho la noche.
Otra vez, Olivia no podía dormir.
Otra vez, sus demonios interiores se habían apoderado de ella.
La noche anterior le dejó un poco de mal cuerpo y se le añadió a la cabeza otro maldito y estúpido pensamiento. Desde que la luna hizo acto de presencia en el cielo nocturno, no podía dejar de mirar de un lado a otro esperando que algo o alguien apareciese y le atacase, mas pensaba que era un sentimiento tonto. Era imposible que alguien se hubiese colado en su casa cuando la seguridad era el plato favorito de su familia. Así pues, aún sabiéndose segura, cogió un libro para distraer sus pensamientos y enzarzarse en alguna aventura nueva, dejando que sus ojos viajasen por aquellas letras que conseguían apaciguarla.
Estuvo un largo rato leyendo, totalmente ensimismada en la historia, pero los ahora feroces latidos de su corazón la obligaron a detener la lectura y llevarse la mano al pecho. Justo como hizo la noche anterior cuando sintió su mano liberada.
Estaba tumbada en la cama, con las suficientes mantas para estar a la temperatura perfecta y con un momento en la lectura más bien monótono. Motivos, por los que los rápidos latidos no tenían sentido. Llegó a pensar que se podría tratar de un infarto, pero era joven, tenía una salud bastante decente y tampoco tenía el pecho oprimido en esos instantes. Solo era un fuerte latir.
Se incorporó para dejar el libro en la mesilla de noche y se detuvo en la hora.
03:33.
Abrió los ojos todo lo que pudo. Algo estaba empezando a encajar en su cabeza, y no le estaba haciendo nada de gracia. No podía ser cierto eso. Eran historias de miedo. No eran reales.
—Es el sueño, Liv. Es solo el sueño. Te está pasando factura y estás comenzando a tener alucinaciones —se dijo a sí misma, masajeándose las sienes en un intento de tranquilizarse.
—Nop. Esto no es cosa del sueño. No me vengas con gilipolleces, princesita. Tú fuiste la que me metió en este lío, así que ahórrate el "no sé qué coño está pasando".
Olivia pestañeó varias veces en la penumbra de su habitación. Curiosamente, sus latidos se habían calmado tras escuchar esa gruesa y contundente voz, y no sentía miedo. No lo sintió cuando escuchó la voz, y no lo sintió cuando en frente de su cama apareció una figura masculina. Se quedó mirándole fijamente durante unos largos segundos, sin apartar la vista de sus orbes símiles a dos esmeraldas.
En otra situación en la que se encontrase
a un completo desconocido hablándole de cosas que no entendía en mitad de la madrugada, habría estado aterrada e intentado pensar en alguna forma de escapar, pero siendo ese chico el que estaba en frente suya, todo tipo de pensamientos se desvanecía. En su cabeza solo estaba la imagen de esa figura y de esos intensos ojos. No había nada más.Fue a decir algo, pero en ese momento entró la pequeña Amelia con un oso de peluche en brazos, suplicándole a su hermana mayor si podía dormir con ella, pues había tenido una horrible pesadilla con un monstruo. Uno con unos enormes ojos verdes.
Antes de responderle, volvió la vista al chico, pero él ya no estaba.
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(( ❤️🔥;; Cuidado con lo que deseas
Teen FictionSecretos. De aquellos que destrozan sueños. De aquellos que avivan el fuego. De aquellos que son un total peligro. De aquellos por amor. De aquellos que matan. Terrible desgracia si fueran descubiertos. No permitirás que eso ocurra, ¿verdad? So...