Cuando quieras preguntar algo, primero párate a pensar si realmente quieres saberlo.
Lucas frunció el ceño notablemente. Apenas se le veía el rostro entre la baraja que se colocó casi en los ojos y su mano que oscilaba para coger una de las tantas cartas.
Al final, con un suspiro, dejó las cartas en la cama.
—¿Cómo se te ocurre enseñarme un juego tan difícil?
Hasta ese momento, Olivia había permanecido seria, también con las cartas en la mano, inspeccionando todos los movimientos del demonio, pero ante el comentario, la risa se apoderó de ella y acabó, de estar sentada y toda señorial, a acabar tumbada en la cama con la mano en la que tenía las cartas, tapándole la boca para que su risa no acrecentase y los pillasen in fraganti.
Él simplemente disfrutó de cómo se veía tumbada, riéndose. Feliz por un instante.
—No es difícil —se excusó Olivia en cuanto fue capaz de recuperar la compostura y volver a quedar sentada. Enfrente de Lucas. Mirándose a los ojos —. Lo único que está claro que se te dio toda la belleza del mundo, pero se te privó de inteligencia.
Lucas alzó una ceja, en modo de indignación, aún cuando sabía que la joven estaba bromeando sobre el tema.
—Oh, su majestad, siento mucho que en el Infierno no juguemos a juegos tan vanagloriosos como las cartas.
Su sonrisa ladina hizo fruncir el ceño de Olivia, y a punto estuvo de tirarle las cartas que tenía en la mano, a la cara, pero le dio pereza pensar que después tendría que recogerlas, por lo que descartó esa opción.
—¿Y a qué jugáis en el Infierno?
—A las cartas te aseguro que no.
A Olivia se le escapó una risilla.
—Repito mi pregunta: ¿A qué jugáis en el Infierno?
—Igual que yo no entiendo las cartas, tú no entenderías nuestros juegos, princesita.
—¿Pero a qué jugáis? —volvió a repetir. Ya se había obstinado con el tema, y hasta que no recibiese su respuesta, no pararía.
Lucas rodó los ojos, dejando que el fantasma de una sonrisa cubriese sus labios. Esos que tantas veces ella había besado.
—Somos inmortales. Y demonios. Nuestros juegos son los que vosotros denominaríais "peligrosos".
—O sea, para vosotros, ¿el equivalente de jugar a las cartas sería tirarse por un puente y ver quién se estampa primero?
Lo dijo de broma. De verdad que lo dijo de manera burlesca, pero la cara de Lucas dejaba poco para reírse.
—Lucas, no me fastidies que de verdad hacéis eso.
—Bueno, no es exactamente así.
Olivia suspiró. Sabía que sería algo diferente a lo que hacía ella, pero eso era...
—Lo que hacemos es peor.
Vale.
Ya está.
Oficialmente, Olivia retiró todo pensamiento inocente de su cabeza. No sabía qué juegos podrían ser, pero tenía claro que no quería saberlo. Y por las largas que le estaba dando Lucas, suponía que él tampoco quería que lo supiese.
El problema era, que ella no era tonta. Para nada. Y en ocasiones como aquella, cada vez más preguntas se amontonaban en su cabeza. Sabía de sobra que sus mundos no tenían nada que ver. Todo era diferente. Y su único referente del Infierno y los demonios, era el que tenía de las películas y libros. Y todos estaban equivocados.
No iba a preguntar nada. Lucas era bastante cortante con el tema de su mundo, y no quería gastar en vano el tiempo que pasaba con él. Pero su cabeza era una maldita metomentodo que no sabía estarse quieta, y así, al final acabó haciendo otra pregunta:
—¿Cómo es vuestra apariencia?
—¿Qué? —Lucas rio.
—Las películas os ponen o como monstruos muy terroríficos, o como humanos con alas negras y cuernos. Y sin embargo, tú eres un chico normal, uno muy guapo, pero normal. No pareces...un demonio.
Tras su explicación, Lucas se quedó pensativo. Estaba claro que no sabía qué responderle exactamente, y Olivia llegó a pensar que se había metido en terreno peligroso y que no iba a tener respuesta. Pero cuando dio todo por perdido, el demonio habló:
—Lucifer, antes de convertirse en el rey del Infierno, era el ángel más cercano a Dios. Su belleza era inigualable, y cuando fue desterrado y convertido en ángel caído, en lugar de aminorar, su belleza se hizo más fuerte. Porque lo oscuro siempre es más atractivo —Lucas se calló un instante, dándole tiempo a la joven para asimilar la información —. Para que lo veas más claro, las sirenas seducen a los marineros con su voz para después llevárselos al fondo del mar. Los demonios, hipnotizan con su belleza.
—Vaya. —Olivia no supo articular nada más. Siempre se había imaginado a monstruos feos que se la comerían, pero ahora resultaba que un demonio se parecía mucho más al típico al chico malo del que todas se enamoraban: un cabrón por el que se te caían las bragas y que al final solo te hacía daño.
Vaya, era la descripción de Alexandre. Tal vez fuese un demonio. No se extrañaría. Era el mayor cabronazo.
Entonces, Lucas dio un suspiro. Quitó las cartas del medio y se acercó más a Olivia. Colocó su mano alrededor de la mejilla de la joven y la acarició con el dedo pulgar.
—Los demonios tenemos dos nombres: el del Infierno y el del mundo humano. Lucas es mi nombre del mundo humano, y me lo pusieron porque significaba lo mismo que el de mi padre. Pero a mí todos me conocen por mi nombre del Infierno.
No sabía por qué, pero sentía que lo que iba a decir no le iba a gustar absolutamente nada.
—Me llaman Kamor.
Mierda.
Mierda, mierda, mierda, y más mierda.
No podía ser verdad.
Por supuesto que sabía quién era Kamor.
Su nombre significaba, literalmente, belleza malvada.
Era el hijo más temido de Lucifer. El heredero del Infierno.
Y estaba ahí, con ella. Acariciándole el rostro con el más suave tacto y la sonrisa más bella.
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(( ❤️🔥;; Cuidado con lo que deseas
Ficção AdolescenteSecretos. De aquellos que destrozan sueños. De aquellos que avivan el fuego. De aquellos que son un total peligro. De aquellos por amor. De aquellos que matan. Terrible desgracia si fueran descubiertos. No permitirás que eso ocurra, ¿verdad? So...