Cuando tengas dudas, princesita, recuerda que estaré siempre para cuidarte, porque ante todo, eres mía.
—¿Por qué me late así el corazón? —preguntó en cuanto notó que el susodicho comenzaba a acelerarse.
No miraba a ningún punto en concreto, pero sabía que él estaba allí. Lo notaba.
El chico acabó saliendo de entre las sombras, con una perlada y brillante sonrisa sarcástica en los labios.
—Hola a ti también —le contestó.
Olivia le miró fijamente a los ojos, y a él se le borró la sonrisa de golpe. Esa mirada..., estaba completamente vacía, y asustaba incluso más que algunos de los demonios que había visto en el Infierno.
Era tan triste que unos ojos tan bellos estuviesen tan muertos.
—El que late no es tu corazón —finalmente respondió, dejando a la castaña totalmente confundida.
—¿Y si no es mi corazón, qué se supone que es? —preguntó con obviedad. Desde que le escuchó, su corazón había vuelto a su ritmo normal, pero recordaba perfectamente cómo estaba latiendo hace unos segundos y cómo latió las otras noches.
—El mío. —Fue su única respuesta, apartando su mirada hacia la ventana.
La castaña examinó su rostro, arrugando la nariz, sin terminar de entender qué demonios —y nunca mejor dicho — estaba ocurriendo.
El silencio reinó durante unos segundos. Él miraba a la luna, brillante e imponente, y ella lo miraba a él, oscuro y bello. Pero él volvió la vista y sus ojos conectaron. Todo desapareció. Solo estaban sus hermosas facciones y el sonido de un suave latir.
Se acercó a ella, sentándose a su lado en la cama, y colocó su mano en su pecho, donde se escuchaban las pulsaciones.
—Eso que sientes, no son tus sentimientos. No es lo que yo provoco en ti, sino lo que tú provocas en mí, princesita.
De repente, sintió una pequeña presión en su pecho, y acto seguido, en la mano del chico, apareció un diamante con forma de corazón de color rojo sangre. Los ojos de la castaña se abrieron de par en par. ¿De verdad había salido eso de su interior?
No dijo nada. En su lugar, con su mano, comenzó a acariciar las yemas de los dedos de él, trazando pequeños caminos sin llegar a tocar el diamante. Finalmente, cuando ya no le quedaba más superficie sin tocar, cogió con cuidado entre dos de sus dedos el diamante, deteniéndose a observarlo bien.
—No lo entiendo muy bien —confesó la castaña sin apartar la vista del diamante —. ¿Qué se supone que va a pasar ahora que está hecho el pacto? ¿Cuáles son las consecuencias?
—Bueno —mostrando desinterés, se tumbó en la cama, con los brazos detrás de la cabeza —. Por mi parte, siempre que aprietes el diamante y pienses en mí, apareceré a tu lado. Aunque de todas formas, siempre estaré aquí en las noches, contigo. Puedes pedir lo que sea, haré lo posible por conseguirlo para ti.
Sin duda, era raro. Tenía al chico más guapo que había visto en su vida tumbado en su cama y diciendo que siempre estaría para ella. Era muy difícil de asimilar, y le costaría demasiado acostumbrarse a su presencia. Por ya no hablar, de que le había besado, y maldita sea, le encantó esa sensación de sus cuerpos en contacto y sus labios moviéndose al compás.
—¿Y qué es lo que tengo que hacer yo?
El chico sonrió y apoyó sus codos en la cama, para poder mirar a Olivia a los ojos.
—No tienes que hacer nada. Simplemente, eres mía.
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(( ❤️🔥;; Cuidado con lo que deseas
Teen FictionSecretos. De aquellos que destrozan sueños. De aquellos que avivan el fuego. De aquellos que son un total peligro. De aquellos por amor. De aquellos que matan. Terrible desgracia si fueran descubiertos. No permitirás que eso ocurra, ¿verdad? So...