Estima, Deseo y algo más

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En esa parte de Bosque Ovalo, Michael estaba listo para ponerse a prueba. No iba a luchar contra nadie, de echo estaba solo en esa zona del encinar y sus ojos castaños observaban al conjunto de árboles que estaban al frente.

—A las 3. —se notificó a sí mismo.

Algún pájaro graznó por las cercanías, pero eso no lo distraería. Él estaba por poner a prueba, no sus capacidades de combate, sino el nuevo nivel de destreza física que poseía gracias a ser un Sirviente de Bruja. En la mente realizó el conteo y una vez alcanzado el número de partida, rompió a correr.

La capa y la bufanda se alzaron ante la carrera veloz de Colmillo oscuro, quien fue un relámpago negro por 5 metros hasta dar un salto adelante, raudo, ágil y certero.

En el aire se hizo bola, dio un giro y plantó los pies en el centro del tronco de un árbol; a 3 metros el suelo, agachado con las plantas en el tronco del encino, antes de que la gravedad lo alcanzara, él dio otro salto y salió volando cual flecha liberada de un arco rumbo a otro árbol. Repitiendo la destreza ágil, Michael aterrizó en el centro de ese encino y saltó rumbo a otro. En 5 ocasiones saltó, aterrizó y volvió a saltar, siendo un rayo azabache que se desplazaba entre los árboles, hasta que cambió el accionar.

—Arriba. —señaló para sus adentros, en medio de la rauda velocidad de sus ágiles movimientos.

Al caer en ese árbol, saltó hacia otro, cayó en la zona alta del tronco de este y con un segundo movimiento se lanzó al dosel arbóreo del bosque, donde se convirtió en un rayo negro volando entre las ramas de los árboles.

Colmillo oscuro siguió así por una decena de metros y luego salió disparado al suelo, donde cayó rodando el primer metro para levantarse, correr rápido cual felino y saltar como liebre, volviéndose a asemejar a un borrón negro que se desplazaba de árbol en árbol.

El guerrero repitió las acciones veloces entre los troncos de los encinos, entre las ramas y en el suelo hasta que aumentó la velocidad, fue un cometa oscuro por una decena de metros, volando entre el verde y castaño del bosque hasta que cometió un error.

—Mierda —gruñó al sentir como su pie no aterrizó bien en esa rama, deslizándose la suela del calzando antes de poder dar el salto, de modo que siguió de largó, veloz y certero dada la rauda velocidad que había tomado, así que atajó con la diestra una rama— Ay, esto va a doler —masculló primero al escuchar un chasquido de madera rota y luego al ver medio metro de rama en la mano.

Ya no había manera de reparar la aparatosa caída, así que soltó la rama, se hizo bola, pero cayó de lado, rodó así, chocó con la base de un árbol, gruñó estirándose y dando más vueltas y revolcones por eternos 3 metros hasta que se detuvo boca arriba, de brazos extendidos y piernas separadas, como quien quiere hacer un ángel de nieve en invierno: lleno estaba de hojas caídas y tierra, de la cabeza a los pies.

—Au —masculló Colmillo oscuro, sintiéndose un tanto aturdido y comenzando a percibir el dolor en ciertas partes del cuerpo, así que agachó la vista para revisarse.

Las piernas estaban bien, movió los pies, los alzó y flexionó las rodillas. Los brazos igual, cosa constatada tras mover los dedos, cerrar y abrir los puños y flexionar los codos.

—Para la velocidad, me esperaba más dolor u alguna dislocación —observó para sus adentros, percibiendo que el dolor de los golpes no presagiaba algún hueso roto u tan siquiera alguna herida que fuese considerable— La Magia que me fortalece, también me ha dado más resistencia: aunque sería bueno saber cuánta, veo difícil estimar los golpes que puedo soportar antes de romperme un hueso u cuanta presión puedo ejercer en mis articulaciones hasta que se disloquen.

En las Garras de la BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora