Espada y dos astas

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Con un pequeño pero raudo proyectil de luz mágica, mismo Hechizo que había empleado para dar muerte a Sara, Lydia dio fin al felino humanoide de garras superiores e inferiores con escamas acorazadas hasta la rodilla y el codo.

La criatura cayó adelante, con múltiples heridas en el cuerpo: la mortal era un orificio de entrada en la frente, por donde la sangre y otros fluidos dentro del cráneo, caminaban afuera, alcanzando el suelo.

Ilesa, bajando la zurda ejecutora del ataque y sacudiendo de un tajo el bracamarte en la diestra, Lydia hizo la siguiente observación para sí misma.

Graso error, emplear la Magia para la batalla, en vez de usar sus garras y cola —Moviendo los ojos rojo fuego, vio ciertas salpicaduras de sangre ácida en los suelos y las paredes, tanto cerca como lejos—. Con eso, más las salpicaduras de sangre que arrojaba después de que le hice daño, me hubiese alcanzado.

Lydia estaba ilesa, más allá de los daños en la ropa, tras el enfrentamiento contra la Bestia tricéfala, ella no tenía herida alguna, luego de vencer al reciente adversario. Dándose vuelta, encaró la sección de pared separando en dos el pasillo y caminó hacia allí, empleando la zurda para quitarse el collar, convirtiéndose éste en su báculo; una vez ante el muro, hizo aparecer un círculo de Magia blanca frente a la gema del artefacto en la izquierda, acercándolo a la pared con el siguiente pensamiento.

Comencemos: Michael debe estar luchando contra otras bestias del Amo de éste lugar. —Con una interjección, dejó de aplicar la Magia en el muro y se dio media vuelta.

La criatura llamaba la atención por ese gran ojo, del tamaño de un toroso humano, conformando su anatomía, que causaba terror. Era un gran ojo malévolo, pese a la pupila y al aro azul del iris, entre humano y monstruoso. 9 tentáculos conformaban las extremidades de ese orbe siniestro, todos de colores azabaches, jades y purpuras, en un patrón de bandera rayada.

Cada extremidad duplicaba en grosor la talla de un brazo humano y finalizaban en distintas bestialidades. Unas en garras de depredador, otras en púas de escorpión, otras en espolones afilados. 3 de los tentáculos mantenían a metro y medio del suelo a la criatura del gran ojo cuyas 6 extremidades restantes, estaban dispuestas arriba y a los costados, como serpientes listas para lanzar la mordedura.

La presencia de esa bestia, no amilanó la severidad de hierro en el semblante de Lydia, siempre tranquila y con fuego en los ojos, tuvo el siguiente pensamiento.

El Brujo debe estar bien surtido en ingredientes, si manda a otro de sus esbirros a perecer —El báculo destelló, regresando a la forma de collar, que fue puesto nuevamente en el cuello, al cabo que la dama de cabellos azules y ropas oscuras, caminaba hacia el nuevo enemigo—. Terminemos con esto rápido.




Michael estaba en posición de combate, mientras el nuevo adversario lo observaba, amenazante, y en medio de su bestial apariencia, analizándolo, lo que le permitió darle un buen vistazo.

El ser era un cuadrúpedo gris verdoso, todo forrado en escamas resistentes; a pesar de dicho factor predominando desde la cola a la cabeza, la anatomía bajo esa armadura natural, no era la de un reptil. El torso fuerte tenía la contextura de un humano. Las patas, ágiles y a la vez fornidas, tenían articulaciones de felino, aunque las garras se apreciaban como cuchillos desplegados. La cabeza, propia de un can, mostraba los labios alzados, cual perro rabioso enseñando los dientes, las fauces bestiales tenían las características de dicho animal y arriba, los ojos también presentaban una tipología similar.

El punto más llamativo de la criatura eran los dos cuernos largos y amenazantes: uno en la frente del cráneo y el otro en la punta de la cola. El de la cabeza tenía el largo y la apariencia de un estoque, con punta aguda. El de la cola por su parte, tenía la longitud, ancho y largo propio de un bracamarte, con ambos filos cortantes y una hoja curvada igual de letal.

En las Garras de la BrujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora