Ya para ese punto del año, era claro que el verano estaba en pleno apogeo y no tanto por el calor, sino por el verde forrando las colinas y las praderas; presente también en los árboles. Allí en las cercanías a la cima de esa colina, Lydia no se enfocaba mucho en la naturaleza, sino que estaba centrada en la criatura distante, a varios km, pero visible gracias a la Magia que fortalece su vista.
El Fénix yacía posado en la copa de un pino carrasco que coronaba la colina lejana, una bengala roja en la punta verde de la formación geográfica. La criatura del porte de un hombre y con la apariencia de ave cazadora, destilaba nobleza flamante por los colores de los plumajes, que representaban un fuego brillante. El ser era amarillo, naranja y rojo, todo con las tonalidades de las flamas y el sol mismo; su pico era dorado, los ojos dos brazas de fuego y tan solo la piel de sus patas discrepaba, siendo de un color blanco, ya que también sus garras tenían el color del sol.
El ave de tinte flamante estaba allí, en aparente descanso, oteando los alrededores y a juzgar por sus movimientos de cabeza, era muy probable que hubiese visto a Lydia, pero no había hecho nada al respecto. La criatura, pese a no ser beligerante, contaba con un poder mágico que la hacía un ente peligroso, de convertirlo en un adversario, algo que la Bruja de cabellos azules bajo el sombrero sabía perfectamente.
—Me vendrían muy bien obtener más plumas de Fénix —Volvía a pensar la dama de ojos rojos, ante lo que observaba—. Es poderoso, está en la zona límite del feudo de sir Roran, así que de luchar, muchos atestiguarían el combate, también veo que es joven, sería una batalla con una dificultad entre moderada y alta, pero... —Los dedos acariciaron el prendedor de su capa, una gema roja con forma de estrella de 5 puntas: el objeto que podría salvarle la vida en determinadas situaciones—. Otra de estas gemas sería un buen artefacto, tanto para mí, como para Michael.
Los ojos rojos siguieron observando al ave de colores flamantes, mientras la mente rumiaba en cómo sería el inicio, desarrollo y el final de un posible combate. Ella cavilaba sobre las capacidades de la criatura, junto con las suyas propias y el punto de la indecisión no era ganar, estaba segura de que lograría vencerlo, sería una batalla difícil, pero al final obtendría la victoria, tal vez con una o varias heridas. El meollo del asunto es que el Fénix no caería sin pelear y ella también tendría que demostrar un considerable poderío.
El área de combate era esa pradera extensa donde se encontraba, salpicada más de árboles silvestres, que de colinas. Las hierbas y vegetación estaban muy verdes por la estación del año. Arriba, el sol era libre de abrazar a todos con luz y calor, debido a las nubes que caminaban lejos de su rostro dorado.
—Hay altas posibilidades de que cientos vean la batalla, pero de verdad me gustaría tener más plumas de Fénix.
Los ojos conformaron varias expresiones en el semblante de musa, que a ratos se mostró perplejo, luego decidido, luego afirmativo, negativo y disgustado, todo a medida que meditaba en si confrontar o no a la criatura de colores flamígeros, que seguía allá en la lejanía, aparentemente descansando u pensando cosas desconocidas por la Bruja, que cesó la cavilación al advertir de golpe que alguien se le acercó sin que lo percatara.
Colmillo oscuro se irguió, cesando su desplazamiento sigiloso y haciendo un gesto de saludo simple con la mano, puesto que notó la sorpresa en la dama de azul y rojo, quien relajó la cara luego del respingó de sorpresa en los parpados.
—Al verlo llegar así me hizo recordar a Bárbara —pensó Lydia, ante un inesperado recuerdo casual—. Ella también fue una Mensajera de la Parca, pero ahora, de seguir con vida, sigue siendo la Sirvienta de esa loca desquiciada de Breindan que de estar a mi lado ahora, estaría musitando las mil y un cosas que podría hacer con las partes de un Fénix.
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En las Garras de la Bruja
AcciónCondenado a ser un asesino desde la primera década de edad, un hombre llamado Michael es un mortífero guerrero, quien despliega su espada y su capacidad de combate por obra del mejor postor. Este es el deber de todos los que forman parte de la orden...