La enmascarada se agachó esquivando el tajo al cuello y mandó una punzada a la rodilla. La mujer de ojos color rubí dio rápidos pasos laterales, evitando la puñalada de su enemiga, quien se levantó tomando la ofensiva. El estoque fue una lluvia de flechas al aire, pero el sable los repelió todos y cuando alguna punzada logró burlarlo, la evasión de la mujer de cabellos azules la mantuvo libre de más heridas. Después de una docena de estocadas, la de los cabellos color ceniza pasó a la defensa por un contraataque de su adversaria, quien la azotó con el sable convertido en ráfagas de cuchillos.
— ¿Qué está pasando? —pensó Hilda, rompiendo la ofensiva de la mujer de azul y blanco con el estoque, pasando al ataque nuevamente—. ¿Cómo demonios puede seguir combatiendo así? —La granizada de punzadas era repelida por el acero de Presea, quien también contaba con buena evasión y todo eso era visto detenidamente por la mujer de gris y negro, que sentía aprensión ante ciertas observaciones—. Sigue sangrando del hombro, también de las otras heridas, pero aun así no demuestra febrilidad alguna.
Un movimiento raudo del sable, provocó una herida cortante, desde la clavícula al hombro derecho: no fue un daño profundo por la evasión de la enmascarada, que pasó a la defensa.
—No se está sanando —Hilda encaraba con el acero y evasivas al aluvión de tajos y punzadas de la mujer cuyos ojos de rubí eran implacables—. Alteró su cuerpo como yo, eso es un hecho, aunque no sepa en qué consista esa alteración, es claro que no va a desfallecer con heridas contundentes en brazos, piernas u hombros, así que iré al torso.
Presea siguió al ataque, hasta que un revés del estoque apartó su sable y la forzó a evadir el siguiente movimiento, pasando a la defensa. Entras ambas las armas tintineaban, abajo las botas caminaban por los movimientos de combate. Atrás, los cabellos y las capas ondulaban. La luz de la jaula hacia fácil ver como la sangre, seca o aun fresca, manchaba los ropajes de ambas.
Hilda atinó una punzada en el abdomen, a nivel del ombligo.
—Sí. —pensó la enmascarada sacando la hoja del cuerpo del adversario, que impertérrito ante el daño, siguió al ataque.
La tenue ventaja que sintió la mujer de gris, no duró muchos segundos.
—No. —gruñó ante el sablazo que le abrió una herida de abdomen a la zona frontal de las costillas izquierdas.
Presea siguió al ataque y su adversaria aplicó defensa y evasión. En los ojos de rubí no había aprensión u miedo, lo mismo que en la cara bajo el sombrero, pero esas emociones estaban presentes bajo la máscara azabache.
—Cae. —declaró para sí misma Hilda, siguiendo en el combate ante una adversaria que no cumpliría ese dictamen.
Tras 5 choques de acero, en un movimiento simultáneo, estoque y sable volaron en punzada. El arma verde oscuro abrió una herida al costado de las costillas y el acero azul plateado causó daño cortante en el lateral del cuello.
Hilda resistió el dolor y la aprensión, siguiendo en la lucha ante Presea. No podía demostrar debilidad y eso es un error que estaba cometiendo en medio de la pelea, ya que gruñía a cada herida y estaba asesando, mientras que la mujer al frente mantenía una expresión de solemne severidad y una respiración controlada.
—Ahora. —avisó la enmascarada para sí misma, en medio de la defensa.
La patada impactó de costado, frenando la ofensiva y aplastando el brazo del sable contra el torso; justo en esos instantes, vertiginosa y certera, la del estoque bajó la pierna y ejecutó una punzada rápida. Los ojos de rubí notaron el cursó de esa hoja aguda y viendo que el sable no llegaría a tiempo, el brazo izquierdo sería el escudo, situándose frente al área de impacto.
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En las Garras de la Bruja
ActionCondenado a ser un asesino desde la primera década de edad, un hombre llamado Michael es un mortífero guerrero, quien despliega su espada y su capacidad de combate por obra del mejor postor. Este es el deber de todos los que forman parte de la orden...