Los ojos de fulgor verde, como brazas de jade, observaban la anomalía en el escenario de forma analítica. Estaba en un claro del encinar con hondonadas desnivelando la tierra donde se alzaban los árboles y entre cuyas ramas se distinguían ciertas montañas a lejana distancia. No escrutaba los elementos distantes, sino los cercanos en medio de ese espacio sin árboles.
Los matorrales y la vegetación en medio del claro se hallaban claramente aplastados, con hojas machacadas por manos gigantescas. Esa sección de la naturaleza en medio del espacio en los encinos, formaba un garabateado ovalo aplastado y en dicha circunferencia, había dos hundimientos pronunciados en la vegetación y la tierra.
El Brujo se acercó allí, con la capa negra con capucha tremolando ligeramente en su andar. Todo en él era amenazante y a la vez silencioso, pese a los decoros de su vestir. La capa oscura tenía figuras rúnicas blancas en la zona de la espalda. El patrón de esos decoros simulaba los huesos de la espina dorsal; naciendo de la unión con la capucha y terminando en el borde bajo y central de la capa e inclusive las runas blancas formaban una hilera de líneas a los costados de la columna, como el conjunto de costillas conectadas a dicha parte del cuerpo.
Un elemento muy similar se evidenciaba en el báculo del Brujo, una vara de madera blanca, tallada con la forma de una columna vertebral, mostrado cada uno de los relieves de los huesos que la conforman. Arriba había una gema verde flamante, sostenida por 5 piezas que conformaban la cúspide del báculo y que a su vez tenían forma de falange de dedos. Abajo, la punta del báculo era afilada, cual colmillo agudo y punzante de alguna clase de monstruo.
El resto de la indumentaria emanaba el mismo aire formidable y no solo por el color azabache. En la túnica y la calza también tenía decoros alusivos al hueso, pero estos no eran runas, sino incrustaciones de alabastro pulidos de tal manera que eran tan blanco como los huesos. En los hombros, las piedras blancas parecían forman la figura de un cráneo de lobo. A los costados de brazos y piernas, esos diamantes asemejaban una hilera de espinas dorsales. En las rodillas los alabastros formaban dos cabezas de cuervos. En el pecho, un cráneo era el único semblante visible, ya que el rostro del Brujo era un pozo negro, con apenas dos puntos verdes como ojos.
—Estuvo aquí. —pensó el ser de azabache y alabastro en la ropa.
Era un hombre alto, así que pudo ver claramente la dimensión del hundimiento ovalado en el claro. Eran unos 7 metros de ancho, con 5 de largo. Los 2 hundimientos pronunciados en ese gran ovalo de hierbas aplastadas, tenían la forma de una zarpa con 5 dedos: garras de casi 2 metros en su sección más larga.
El Brujo no se dejó impresionar, era un hombre con mucho control desde hace tiempo, así que centró la vista no solo en el hundimiento de las hierbas, sino también en otros elementos del claro, así que pudo ver más anomalías.
El tronco de varios encinos rasgado por gigantescos golpes de un objeto afilado. Varias ramas con el grosor de un brazo, rotas por fuerza de empuje y entre dos árboles a un costado del claro, los restos de un antílope, más concretamente, el cráneo y ciertos huesos de un antílope de gran porte.
Caminando a pasos calmos, el Brujo hizo tremolar su capa, el viento sopló en ese instante y entre eso y el largo de la capa, por momentos se evidencio el cuerpo atlético, pese a la oscuridad del color y a los huesos de los alabastros.
Ante los restos del animal, su análisis arrojó otras conclusiones.
—Se alimentó justo ayer: me estoy acercando. —Tras ese pensamiento, él hizo un movimiento de manos.
El Unicornio se acercó, abandonando su pétreo letargo a la distancia y se detuvo cerca de las hierbas aplastadas. Generalmente, dichos seres se ven magníficos y hermosos, cosa dada en esta criatura, pero su color de pelo, negro carbón, más el blanco de hueso en su cuerno y los ojos de fulgurante verde, le daban a esta criatura una magnificencia tenebrosa.
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En las Garras de la Bruja
БоевикCondenado a ser un asesino desde la primera década de edad, un hombre llamado Michael es un mortífero guerrero, quien despliega su espada y su capacidad de combate por obra del mejor postor. Este es el deber de todos los que forman parte de la orden...