POV. Sabannah
Una vez hube acabado de subir todas las maletas a la que sería mi habitación, me dejé caer con pesadez sobre la mullida cama. La habitación estaba decorada de manera moderna, con una enorme cama de matrimonio blanca, dos mesillas de noche a ambos lados de ésta y un enorme armario regio que ocupaba una pared entera.
Cerré los ojos con cansancio y me preparé mentalmente para morir mañana. O por lo menos para llegar al recinto de la universidad. Mi último pensamiento antes de caer en garras de Morfeo fue que debía preguntarle a Meredith si me dejaría comprarme una moto, puesto que la mía se había quedado en casa de mis padres.
- ¡¡Sabannaaaaah, despiertaaaaa!!- me gritó al oído mi hermosa tía.
Gruñí cual animal furioso y me cubrí todo el cuerpo con el calentito edredón. Pero una misteriosa fuerza invisible tiró de él, arrastrándome a mi también, hasta que mi hermoso y preciado trasero se estampó contra el suelo.
Abrí lentamente mis ojos, como si se tratase de una película de terror, y me aclaré la garganta antes de pronunciar mi grito de guerra.
- ¡Por los pandicornios que comen nutellaaa!- grité a pleno pulmón mientras me levantaba de un salto y salía corriendo en busca de mi tía.
Me detuve de pronto al ver el reloj de la sala. ¿Wtf? ¿¡Cinco y media de la mañana!?
Echando humo por las orejas, volví a correr de nuevo para matar a Meredith, pero llegué a la cocina y lo único que hallé fue un mísero post-it amarillo fosforito con una nota garabateada en él.
"Por favor, rompe todo lo que quieras menos el jarrón de la mesilla de noche de mi dormitorio, era de tu abuelo. Dile a Charles que te haga lo que quieras para desayunar. Recuerda que a las ocho y media debes estar con tu precioso culo sentado en una de las sillas de algún salón de la universidad. Tienes una sorpresa en la segunda plaza del garaje. Te quiero, Meredith".
Wow, admiraba a mi tía sólo por haber podido meter semejante texto dentro de una sola carilla del enano papel.
Suspiré con abatimiento antes de volver a mi cuarto dando saltitos de conejo. Enchufé mi móvil a unos altavoces que había en uno de los salones y puse Bailando de Enrique Iglesias a todo volúmen. Comencé a mecer mis caderas al ritmo mientras escogía la ropa que me pondría aquel día, luego la canté a pleno pulmón en la ducha y finalmente la acabé bailando de cualquier manera por toda la casa hasta volver a la cocina, donde un Charles con una sonrisa me recibió divertido. Me paré en seco y lo observé fijamente con el ceño fruncido.
- ¿Qué haces aquí? ¿No tendrías que estar durmiendo a estas horas?- le pregunté extrañada.
No pensaba ver a nadie hasta las siete y media, cuando estuviese a punto de partir hacia el infierno (también conocido por los extraterrestres como Universidad...). Él me miró aún con diversión y sin borrar su dichosa sonrisa.
- No, me despierto cuando la señora Meredith lo hace y, de todas formas, con lo alto que ha puesto usted la música, no habría podido pegar ojo.- me confesó como si fuese un secreto.
Me encogí de hombros y él soltó una pequeña risita.
- ¿Qué quiere que le haga para desayunar? ¿Un colacao, un zumo, unos cerea...?
- ¡Nada! ¡De verdad que no, ya me lo hago yo sola! - exclamé rapidamente, interrumpiéndolo de golpe. Él, confuso por mi reacción, replicó.
- Pero la señora Meredith me dijo que...
- Ya, pero es que me lo quiero hacer yo sola, que si no cuando llegue el momento en el que tenga que hacerlo, ¡no sabré dónde está nada!- dije con demasiado ímpetu, levantando y agitando mis brazos en todas direcciones.
La camiseta amarilla fosforito y corta que había decidido ponerme resaltaba mi piel morena y mi pelo casi rubio caía lacio y largo por mi espalda en cascada. Unos pantalones ajustados, cortos, negros y de talle alto complementaban el atuendo junto a unas Vans del mismo color.
Pasé por delante de él en dirección a los numerosos armaritos y me quedé plantada delante de ellos, en pose pensativa, decidiendo cuál abrir primero para encontrar el colacao en polvo.
- Señorita, si busca el colacao está...
- ¡Shh! ¡Necesito concentración máxima para encontrarlo! - susurré-grité, y para adquirir una mayor concentración cerré los ojos.
Al cabo de unos segundos los abrí de golpe y escogí el primer armario que vi. Estaba lleno de aparejos extraños con forma de cuchara abombada, platillos amorfos y cacerolas pulcramente colocadas. Puse una mueca de decepción y volví a cerrarlo. Escuché la risita de Charles a mis espaldas pero decidí ignorarla por el bien de ambos. Abrí otro armario y en éste había una... ¿Cama para perro? ¿Qué demonios? Lo cerré rápidamente y abrí todos los demás en una repetitiva sucesión con los mismos decepcionantes resultados.
Ya había pasado un buen rato cuando decidí rendirme y sentarme en la amplia mesa de mármol. Suspiré sonoramente al ver el cartón de leche que Charles había sacado disimuladamente de la nevera cuando creía que yo no lo vería.
- Señorita O'Donnel, ¿me permitiría ayudarla?- me preguntó amablemente el mayordomo intentando aguantar la risa. Exausta y desmotivada, le cedí mi interminable búsqueda.
- Llámame Sabannah, por favor, y... Adelante, le cedo mi puesto de exploradora intrépida.
Él soltó una pequeña risita antes de dirigirse tranquilamente a una alacena a dos metros del suelo, más o menos. Cogió de detrás de una puerta un taburete, se subió a él, y del puto armarito que me faltaba por mirar, sacó un bote enorme de colacao.
Maravillada y a la vez frustrada, cogí el recipiente a regañadientes que el sonriente chico me tendía.
- Claro, esto es culpa vuestra por esconderlo en la única alacena a la que no llego.- refunfuñé como una niña pequeña antes de bajarme de un salto de la mesa, sentarme en un taburete, y servirme los polvitos y la leche fría en una taza de Hello Kitty.
¿Qué? No había otra... Bueno, en realidad, había como cincuenta más, ¡pero me encantó el dibujo del gatito!
Estaba tranquilamente bebiendo de la hermosa taza cuando me fijé en el reloj. Las ocho y cinco. Espera... ¿¡LAS OCHO Y CINCO!? Escupí todo el líquido que tenía en la boca y a toda prisa dejé la taza y la cuchara en el fregadero. Limpié todo el colacao que había escupido con un trapo que un extremadamente divertido Charles me había tendido y prácticamente volé hasta el garaje. Allí, en la segunda plaza, una hermosísima Harley Davidson esperaba mi llegada envuelta con un peculiar lazo violeta. Una tarjeta descansaba en el asiento delantero.
"Tus padres me dijeron que te encantaban las motos y que no te podían mandar la tuya así que me he tomado la molestia de comprarte esta. Espero que te guste, es la que más me gustó a mi y, si no me equivoco, tenemos gustos similares. Disfrútala."
Otra vez alabé a mi tía por escribir semejante testamento en otro pequeño post-it, antes de sacar con prisas el enorme lazo y motarme en el asiento con la mochila colgada en la espalda. Acaricié con ternura los mandos y depostié un cariñoso beso en el cuenta-quilómetros.
- Ahora eres mi nueva joya de la corona, 2D2.
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¡Playgirl a la vista!
HumorElla-> Playgirl. Definición: Chica fuera de lo común. Femenino de playboy. "Chica-Juego". "Arrogante, orgullosa, temperamental, siempre consigue lo que quiere". Él-> Playboy. Definición: Chico poco original. Masculino de playgirl. "Chico-Juego". "Ar...