Capítulo 6

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POV. Sabannah

Caminé de espaldas lentamente, sin despegar mis ojos de los suyos. Una sonrisa macabra me dió la bienvenida en sus labios, a lo que yo correspondí con una mueca. Los deportes de resistencia no eran precisamente mi fuerte, y la carrera que había hecho persiguiendolo por toda la universidad no había ayudado a mi poco aguante. Trate de empezar a correr en dirección a los gemelos (que se encontraban buscándonos con la mirada unos metros más allá), pero colisoné contra un cuerpo antes de dar siquiera dos pasos. Alcé la mirada y quedé atrapada en unos ojos de un intenso color azul turquesa. Sentí cómo mi corazón se saltaba un latido y... Ñah jajaja tan sólo me choqué con un chico de aspecto rudo que ni siquiera se tambaleó cuando me estampé contra él y caí al suelo de culo. Gruñí con fastidio mientras me ponía de pie ante la indiferente mirada del mastodonte.
- Gracias por ofrecerme tu ayuda para levantarme, eh.- mascullé entre dientes con evidente sarcasmo. El chico con el pelo rapado a lo militar se encogió de hombros.
- De nada. La próxima vez ten más cuidado.
Y dicho esto el chico me cogió por los hombros, me alzó del suelo, me apartó de su camino y me depositó con poca delicadeza a un lado. Caminó sin siquiera lanzarme una última mirada y me dejó en medio del pasillo, con la boca abierta de par en par y una mente en shock. Tyler y Evan llegaron hasta mi riendo a carcajada limpia.
- Porque no has visto tu cara de flipada mientras Hernesto te levantaba del suelo, que si no..- comentó este último sin poder parar de reir. Al fin reaccioné y le propiné una buena colleja.
- ¡Auch!- se quejó, sobándose la zona afectada.
- Eso por reirte de mi.
- ¿Y Tyler?- preguntó como un verdadero niño pequeño. Lo miré con una ceja alzada.
- Él me cae mejor que tú.- contesté sacándole la lengua como mujer madura que era. Él me devolvió el gesto.
- ¿Qué se siente al ser alzada por una montaña andante, Sab?- cuestionó burlonamente el odioso pelirrojo mientras me pasaba un brazo por los hombros. Me sacudí con brusquedad para quitármelo de encima y me alejé un par de pasos de él a la vez que le mostraba el dedo corazón.
- Monta y pedalea, guapo.- añadí con un guiño. Los tres se carcajearon abiertamente mientras yo observaba con curiosidad las miradas lascivas que algunas chicas lanzaban a mis acompañantes. Puse los ojos en blanco y me giré hacia los tres chicos.
- ¿Alguno me acompaña mi taquilla?- pregunté haciendo un puchero.
- ¿Qué número tienes?- interrogó Tyler con amabilidad.
- 567.
- Yo el 290, uy, qué pena.- comentó Steven sarcásticamente, DE NUEVO. ¿Acaso aquel hombre hablaba sin sarcasmo alguna vez? Me hice la ofendida y él rió.
- Era broma, mujer, yo te acompañaría pero mi taquilla está en la otra punta del edificio...- intentó arreglarlo pero le quedó un poco raro.
- La mía es la 561.
- Y la mía la 562.- comentaron los gemelos apiadándose de mi. Sonreí ampliamente y los enganché a ambos del brazo, uno a cada lado.
- ¡Hasta luego, zanahorio del demonio!- exclamé alegremente a modo de despedida.
- ¡Adiós, playgirl gruñona!
Me paré en seco y el pelirrojo echó a correr hacia el lado contrario antes de que pudiese hacer nada.
- ¿Me acaba de llamar playgirl?- les pregunté incrédula a los gemelos. Ellos asintieron entre carcajadas.- ¿Existe siquiera esa palabra?
- No lo se, pero si es lo que corresponde al femenino de "playboy", te queda perfecto.- dijo Evan divertido. Fruncí el ceño y luego me encogí de hombros para restarle importancia al asunto.
Enganché de nuevo a ambos morenos con mis brazos y juntos fuimos recorriendo los amplios pasillos en busca de nuestras hermosas taquillas.

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- Le vuelvo a decir, señorita, que su aprobado esta en juego así que le aconsejo comportarse.
Bien, os explico. Llegamos a las dichosas taquillas como media hora más tarde. Por lo tanto, nos perdimos la presentación del curso por parte del director y los cinco minutos de la primera clase. Los gemelos me habían abandonado en medio de un pasillo porque si llegaban tarde el primer día los sancionarían y yo estuve otros diez minutos para encontrar mi aula. El caso es que llegué y abrí la puerta tras tocar muy suavemente, de manera casi imperceptible. O igual ni siquiera toqué. El viejo profesor amargado me dió la charla sobre la puntualidad y el no interrumpir la clase de aquella manera y yo le contesté que si hubiera un nombre encima de cada aula no me habría perdido. Y ahí se desató la Tercera Guerra Mundial.
- De acuerdo profesor, me comportaré lo que queda de clase.- gruñí con fastidio mientras me internaba por fin en la clase y tomaba asiento en uno de los pocos sitios libres. A mi lado se encontraba una chica rubia teñida, de cara bastante bonita pero vestida con una mini-falda que de milagro le tapaba sus partes femeninas. Garabateó algo en una esquina de una hoja de papel y luego me pasó la nota.
"Te he visto esta mañana con los gemelos Turner. No te acerques a ellos, zorra, son míos."
No sabía si echarme a reir o si cabrearme. Opté por la primera opción y comencé a reirme a carcajada limpia bajo la atenta mirada de los alumnos y la fastidiada del profesor.
- ¿Se puede saber, señorita O'Donnel, de qué se ríe tan animadamente?
- Tome, lea usted mismo. He decidio que es mejor para todos que me ría en vez de enfadarme.- mascullé con una sonrisa. El viejo canoso observó con desconfianza el papel de mi mano extendida antes de negar con la cabeza. La rubia oxigenada se encogió en su asiento más roja que un tomate. Puse los ojos en blanco.
- Creo que mejor no quiero saber qué dice ahí. Bien, prosigamos con la clase...
Hice oídos sordos el resto de la clase mientras dibujaba pequeños y pobres bocetos en mi cuaderno. Finalmente el timbre sonó, sacándome de mi perfecto estupor en el que soñaba con Orlando Bloom y Cameron Dallas.

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora